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La sombra de Aguirre

El Atlético deja escapar dos puntos en el minuto 87 ante un Getafe que le sacó los colores

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ

La afición del Atlético acudió este domingo al Calderón cual propietario que regresa a la casa de la que ha conseguido echar a un inquilino que le ha provocado un destrozo considerable. Se asomó al partido como el que abre la puerta del piso y espera que, al menos, las paredes no presenten boquetes de consideración. Confiaban en que la coherencia de Abel hubiese ordenado en lo posible la caótica herencia dejada por Javier Aguirre. Los agujeros mayores aparecen recubiertos, pero el estropicio es de tal magnitud que aún quedan no pocos desperfectos que recomponer.

El Getafe iluminó con su fútbol ordenado y valiente los rincones mas oscuros del Atlético. El grupo de Víctor Muñoz hurgó en la defensa rojiblanca, bastante más aseada pero con peligrosos despistes, especialmente en acciones de estrategia como la que permitió a Albín cabecear al palo en un córner, y, sobre todo, incordió una y otra vez a un centro del campo que no carbura.

Lo de Huelva, feliz estreno de Abel (0-3), fue excesivo. Un festín de pegada. Cuando la eficacia decrece, el Atlético sufre. Resulta muy difícil desprenderse sin más de los vicios adquiridos. Acostumbrado a vivir de los arreones geniales de sus delanteros y lastrado por el empecinamiento de los responsables deportivos en dejar vacante el puesto de director de orquesta, el juego del conjunto colchonero circula durante los 90 minutos como en un vagón de montaña rusa. El aficionado atlético tan pronto sufre escalofríos si el rival aprieta como experimenta un subidón de adrenalina cuando surgen Forlán o Agüero.

Para desgracia del Atlético, el argentino parece ausente. Es la víctima perfecta en la que se dibuja el deterioro causado por Aguirre. Exprimido físicamente por su club y por Argentina y maltratado psicológicamente por el técnico mexicano y por su entorno, al Kun le falta frescura. Forlán, en cambio, está en racha. Convierte en gol casi todo lo que toca suma 15 en lo que va de Liga pero no es suficiente.

Adelantó al Atlético y pintó un panorama demasiado bonito para ser real. El Getafe, bajo la batuta de un Granero omnipresente, merecía más. Nunca especuló, no cedió el mando y jamás se rindió. El más que correcto fútbol azulón del primer tiempo bajó algunos enteros tras el descanso, pero aún así siguió ofreciendo bastante más que el Atlético.

Ni siquiera bajó los brazos cuando Albín desperdició un penalti (el tercero consecutivo que falla el Getafe). Siguió apretando, asumió riesgos y, en el suspiro final, el propio Albín obtuvo premio. Certificó la magnitud del destrozo atlético.

 

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