Este artículo se publicó hace 11 años.
El subidón de Koke
Así fue el proceso de Jorge Resurrección, el actual ídolo rojiblanco en la cantera del Atlético, donde llegó a los 7 años para emular a su hermano Borja. El '6' colchonero es un pilar para Simeone y
A Santi Bustamante, que fue delegado del Atlético de Madrid y hoy trabaja en la oficina del club en el registro de contratos y tramitación de licencias, le cogemos paseando al perro nada más volver a casa. "Pero si es para hablar de Koke no pasa nada", interrumpe. "Lo hago encantado, porque ese chico en sí mismo es un subidón". Al mismo tiempo, acepta que su declaración no vale de mucho, porque "es como si te hablase un forofo", y no sorprende. Ahora mismo, Santi Bustamante es uno más de la legión de atléticos que andan emocionados con Koke Resurección (Madrid, 1992), el nuevo ídolo rojiblanco, el muchacho que definitivamente ha recuperado las aspiraciones de la cantera. "He visto jugar a Koke desde niño", insiste Santi, "y entonces ya se veía. Lo era todo. Un jugador de talento, de manual, de físico, de lo que se necesitase. Estaba cantado que tenía que llegar al Atlético y a la selección".
A partir de ahí, se pasa a una pregunta que se ha puesto de moda estos días: ¿dónde está el límite de Koke? ¿dónde está el límite de un muchacho que, a los 21 años, es capaz de gobernar en el Bernabéu con la camiseta del Atlético, de disparar a la cruceta con enorme serenidad en un partido muy caliente? Hay gente como Luiz Pereira, el mítico defensa del Atlético que lleva años trabajando con la cantera, que sí se atreve a responderla. "Yo le veo con un puesto de responsabilidad en la selección ya mismo". Santi Bustamante añade: "Desde luego, en un parche como lateral derecho no se va a quedar".
Borja, su hermano mayor, tampoco puede ser imparcial, pero avisa que "Koke es el tío más tranquilo y trabajador que te puedes echar a la cara". Lo dice con esa jerga de barrio que es la misma que la de su hermano, el muchacho que en 603 minutos de Liga ha dado seis asistencias de gol, a una cada 100 minutos. Una estadística demasiado importante como para no glorificarla, aunque a Koke, dicen, no le interesa eso. "Su éxito no ha tenido prisa", insiste Santi. "Sus padres le dejaron madurar sin pedir nada especial fútbol".
Pereira añade más orgullo a la pelea. "Koke es un jugador salido totalmente del Atlético, desde lo más abajo posible". Y, efectivamente, es así. A los siete años, cuando llegó al club, sólo era el hermano de Borja, un zurdo que hacía cosas como las que ahora hace Arda Turam, hasta que una lesión se lo impidió. Se rompió el quinto metatarsiano y no volvió a recuperar el nivel. Una de esas miserias del fútbol que Koke vivió muy de cerca en casa. Tenía 15 años cuando sucedió todo eso y quizá Abraham García, que ahora dirige al Estepona, fuese uno de sus entrenadores en las categorías inferiores del Atlético.
Allí, jamás se hablaba de lo imposible. "Siempre se decía que llegar era difícil, pero factible, y Koke se apuntó a esa idea". La prueba más clara estaba entonces en Fernando Torres y luego en De Gea o en Domínguez, que eran los ejemplos que se ponían a los chavales que se desmoralizaban. Sin embargo, ese no fue el caso de Koke, que sólo amenazó con desmoralizarse en la elite, cuando vio que Manzano, después de haber debutado años atrás, en la época de Abel, dejó de contar con él.
"¿Acaso esto no es una suerte?"El peligro duró poco. Además, permitió conocer el lado más interesante de Koke, que se despachó con una declaración de lo más pragmático. "A veces, viene bien dar un paso atrás para tomar carrerilla". Después, ya llegó Simeone que prefirió a Koke, en vez de a Reyes. Y, desde entonces, han ocurrido cosas maravillosas en la vida de un chaval que difícilmente se olvida de Abraham García, el entrenador que hoy está en el Estepona. "Yo siempre decía a los chavales que debían pensar en ellos como si fuesen unos escogidos, que tenían a muchas personas pendientes suya en el club.
¿Acaso eso no es una suerte?" Koke, años después, sabe que la suerte existe y que es posible que su hermano Borja tuviese tanto derecho como él a vivir lo que ahora vive él. De hecho, era lo que se imaginaba hace quince años en los campos del Cotorruelo, en la frontera de la Vía Lusitana, donde se instalaba la cantera del Atlético. Allí llegó Koke con siete años y aprendió rápido a jugar a un solo toque. Tenía algo más, en realidad. Tenía una personalidad en el césped que maravilló a Víctor Peligros, ese hombre pluriempleado que llevaba media vida trabajando en la cantera del club y que fue el que firmó el certificado de "apto", el primero de Koke.
Víctor Peligros trabajaba entonces por las mañanas en Hidroeléctrica Española ("era jefe de taller") y por las tardes en la cantera del Atlético junto a su inseparable Manolo Briñas, marianista y profesor del Colegio Amorós. Y entre los dos captaron rápido algo muy diferente en Koke, criado en la humildad, en una colonia de taxistas en Vallecas, en La Flor de Entrevías, donde costaba imaginar que ese chaval algún día gobernase el medio campo del Atlético como si fuese 'El Cholo' Simeone en el Atlético de Radomir Antic. Pero a veces los sueños responden a la verdad.
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