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¿Por qué es tan goloso presidir una federación deportiva?

Hasta hace veinte años eran hombres románticos o ricos jubilados, pero ahora, con dedicación completa, no bajan de los 60.000 euros anuales que aprueban las mismas asambleas que los eligen

 

ALFREDO VARONA

La mayoría de las federaciones están huérfanas de dinero y de subvenciones, cuesta un triunfo encontrar inversión privada y, en general, meditan situaciones muy desagradables. Sin embargo, no faltan candidatos como demuestran las próximas elecciones a las federaciones de ciclismo, atletismo o gimnasia, que se resolverán en diciembre. La pregunta es por qué.

En realidad, la de presidente de una Federación Deportiva es una profesión relativamente moderna. Antes, se trataba de hombres románticos o ricos jubilados, a los que se les pagaba con prestigio y, a lo sumo, con gastos de dietas y representación. Hace veinte años se registraban declaraciones como la de Domingo Barcena, presidente de la de balonmano, que no quería ver una peseta ni en pintura por este trabajo. 'Me sentiría molesto', decía. 'He cobrado como técnico, pero no como presidente'.

Sin embargo, llegó un momento en el que aquello ya no era suficiente y Javier Gómez Navarro, que entonces era el presidente del Consejo Superior de Deporte (CSD), señaló que 'la gestión del deporte es un caos'. Por eso apareció la nueva Ley del Deporte 10/1990 que establecía, entre otras cosas, la figura del presidente profesional. Así, la gestión de las Federaciones podría ganar en transparencia y profesionalidad. Su efecto fue rapidísimo. Al año siguiente de entrar en vigor, ocho presidentes de federaciones deportivas españolas ya pasaron a recibir unos emolumentos entre seis y diez millones de pesetas.

José María Odriozola entonces presidía la Federación de Atletismo, lo que compaginaba con sus clases en la Universidad. 'Pero mi dedicación a la Federación necesitaba muchas más horas. Sobre todo, los fines de semana'. Así que pidió que le igualasen los 67.500 euros brutos que cobraba en la Universidad Complutense como catedrático de Bioquímica con treinta años de antigüedad. La Asamblea lo aprobó y, desde entonces, Odriozola insiste en que 'siendo profesional todo el mundo te puede exigir más' en una labor de gran responsabilidad: 'A la larga, soy el que tengo que firmar todos los documentos'.

Ángel María Villar, en la de fútbol, convirtió en historia las 490.000 pesetas mensuales, más la vivienda, que cobraba desde que ganó las elecciones en 1988. Actualmente, su sueldo ya rebasa los 150.000 euros anuales aprobados en Asamblea. Porque una de las cosas que se exige en la Ley del Deporte es que la remuneración del presidente debe ser aprobada por la mitad más uno de los miembros de la Asamblea. Aunque la realidad es que casi siempre se aprueba, porque son esas mismas asambleas las que han elegido a los presidentes. De ahí que, por ejemplo, los 7.142 euros netos mensuales, que cobra Fernando Carpena en la de natación, no tengan ningún misterio.

Las federaciones son, en realidad, entidades privadas, sin ánimo de lucro, como agentes colaboradoras de la Administración Pública. De hecho, una de las cosas que se dice en la Ley es que la remuneración de los presidentes debe proceder de recursos propios y no de las subvenciones públicas. Por eso en una Federación como la de baloncesto el presidente José Luis Sáez estima que su sueldo, que ya supera los 100.000 euros anuales, está más que justificado. 'En la actualidad y, según los últimos datos, el 85% son recursos privados', justifica Sáez que, antes de presidir el baloncesto español, fue Secretario de la Comisión Provincial de Ordenamiento del Territorio y de Urbanismo de la Junta de Andalucía. 'Cuando llegué a gestionar la Federación a finales de los 90 no llegaban a un 30%', añade.

Así pues, la de presidente se ha convertido en una profesión en toda regla. Hay quien dice que no puede ser de otra manera. Al menos, si se hace caso a Santiago Sanmamed, antiguo presidente de la de Piragüismo. 'Yo vivía en Pontevedra e iba a Madrid los jueves y me tiraba todo el viernes e incluso parte del sábado. Estuve así cuatro años y sin sueldo. Ese fue mi gran error. Para llevar una Federación, hay que ser profesional a la fuerza'.

Jesús Carballo que, con 35 años, preside la Federación Española de Gimnasia, está de acuerdo. 'Yo entro a trabajar a las nueve de la mañana y no me voy antes de las siete o las ocho de la tarde'. Su crónica diaria está llena de reuniones, documentos que firmar y días fuera de casa que, sin embargo, no siempre justifican sueldos por encima de los 60.000 euros anuales de algunos presidentes de Federaciones pequeñas. Hay algunas que dependen hasta en un 80% de la subvención pública y cuyos presidentes cobran ese dinero. De ahí que el CSD, al que llegan en última instancia todos los presupuestos, recele de ciertas profesionalidades. Y no todos han hecho lo que Carballo en la Federación de Gimnasia. 'Yo me he bajado el sueldo voluntariamente'.

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