Este artículo se publicó hace 13 años.
Un tenista entre sofás y armarios
Soderling, rival hoy de Nadal, busca hueco entre los héroes suecos
No resulta fácil hacerse un hueco entre los tenistas predilectos de un país que en su lista de grandes héroes cuenta a gente como Bjorn Borg, Mats Willander o Stefan Edberg. Así que Suecia espera más que dos finales de Roland Garros para convertir a Robin Soderling en uno de sus deportistas favoritos. Todavía anda muy por detrás de esquiadores o biatletas, a pesar de que no hace mucho la familia real le invitara a una cena privada. Ni siquiera ser el único jugador en batir a Rafa Nadal en la tierra parisina le ha abierto las puertas del palacio de la popularidad en su país. Para un sueco, Tibro, la ciudad en la que nació, sigue siendo la capital del sofá, los armarios y los cabeceros de cama del país no el lugar de nacimiento de Soderling.
Eso sí, en Francia no es un cualquiera. "Cada vez que vengo a este torneo, siento que soy alguien especial", reconoce. Ese partido de octavos de final de la edición de 2009 supuso una sacudida formidable. De repente apareció alguien capaz de hacer real lo irreal: derrotar al español sobre arcilla.
Luego de ese encuentro llegaron más. Ambos se encontraron en Wimbledon, en el Masters y el año pasado otra vez en París, pero esta vez en la final. Soderling es especial para Nadal y Nadal es especial para Soderling. Hay un poso de incomodidad evidente entre los dos tenistas desde aquella burla del sueco a los gestos del español antes del saque en un partido en la hierba de Londres.
"Ahora viene un rival que o estoy bien todo el rato o va a ser imposible"
Hoy llega un episodio más en esta relación tan ácida. Parece escrito que en los peores momentos de Nadal siempre aparece Soderling para intentar acabar con él. Y es que el español escudriña su tenis en busca de su patrón. Ese que le convierte en una bestia terrorífica para sus rivales. A veces pared, a veces catapulta, siempre indestructible.
Pero lo visto hasta ahora en Roland Garros no recuerda a ese titán. Su rostro refleja incomodidad, su juego parece sobrecargado por la inmensa responsabilidad del que pelea por lograr su sexto título en este Grand Slam.
"Ahora viene un rival que o estoy bien todo el rato o va a ser imposible. Lo veo un partido bastante complicado. Me queda eso, jugar bien ese partido, y confío en estar ante esta exigencia. En mi carrera, cuando se me ha exigido más, lo he dado", recuerda Nadal.
El manacorí todavía tendrá que superar hoy un inconveniente más: las bolas. A decir de todos los expertos, no hay jugador al que mejor se adapten que a Soderling. "Se adecúan a la perfección a su juego y a su brazo", afirma Ion Tiriac.
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