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Terapia frente a la desgracia

La mujer del holandés Boulahrouz tuvo un parto prematuro, del que no sobrevivió el bebé. Sin embargo, él está dispuesto a jugar el sábado

AGENCIAS

De la vida de Jalid Boulahrouz (1981) en este campeonato se podría hacer una película que ya nunca tendrá el final que él hubiese deseado. Una noticia imperdonable le dejaba sin voz el pasado miércoles. Entonces moría en un hospital de Laussana Anissa, la hija que esperaba tras un parto prematuro.

Apodado El Caníbal, Boulahrouz estaría en su derecho de no jugar mañana frente a Rusia. Van Basten le ha concedido el permiso. “Tenemos que apoyarle lo mejor que sepamos”. Pero él jugará. Es la llamada del orgullo, algo que en los futbolistas de sangre no se negocia. “Me ha dicho: ‘soy un jugador de fútbol y estaré disponible ante Rusia’”, relató el técnico.

Es el sentido del deber de un futbolista que antes de empezar el campeonato estaba condenado. De hecho, fue el último descarte de Van Basten. Sin embargo, la lesión de Babel originó que el técnico le llamase de nuevo. La idea es que volvía para hacer número, que no tendría ni voz ni voto. El resultado ha sido más amable, absolutamente inesperado. Boulahrouz, titular de lateral derecho en una posición que ni siquiera es la suya.

La crítica aún se pregunta cómo es posible y él, holandés de origen marroquí, no esconde su pasado: “Yo, en realidad, soy central”. De hecho, ahí juega en el Sevilla, cedido por el Chelsea. Pero donde hay una necesidad no cabe el deseo. “De lateral también puedo jugar”. Y juega e, incluso, pega menos patadas de las que le acusan a menudo los que le juzgan. “Tengo fama de duro y soy agresivo, pero no pego tantas patadas. Se puede ver en este campeonato”, añade El Caníbal, que vive días contradictorios, en los que realmente es mejor no pensar.

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