Este artículo se publicó hace 16 años.
Tiger Woods sólo piensa en verde
Afronta desde hoy el Masters de Augusta como un torneo más en su búsqueda del año perfecto
Aquel día en el que Hank Haney convirtió uno de los garabatos de su libreta en una cuestión innegociable, el golf se hizo aún más insolidario. Aquel día, del que se han cumplido ya dos años, Tiger se separó mínimamente de la bola al efectuar un swing, como había dibujado su técnico. El minúsculo cambio, que le hizo ganar recorrido de brazo y reducir la violencia de golpeo, se ha convertido en un método infalible que el resto copia sin éxito. “Puedes imitar sus golpes, sus gestos técnicos, pero no su genética”, advierte
Butch Harmon, el gurú que situó a Tiger como número 1 en junio de 2005. Desde que el garabato se convirtió en método, los récords se amontonan cada semana. Da igual el rango de los torneos. Cuando Gary Player estrene hoy los tees del Masters de Augusta, los órdagos vuelven a amontonarse entorno a Tiger. Desde el Grand Slam
–ganar los cuatro majors en un mismo año– hasta convertirse en el primer golfista que pueda sumar cuatro chaquetas verdes en una década (2001, 2002, 2005 y ¿2008?) Sin embargo, Woods sigue empeñado en buscar la perfección. “Para ganarlo todo este año, debo hacerlo en Augusta. Estoy preparado para convertir en realidad la temporada perfecta”, explica el número 1 del mundo.
Estadísticamente ya es imperfecta (el australiano Ogilvy cortó la racha de siete triunfos consecutivos en el CA Championships), pero los números han rodeado a Tiger de un halo impenetrable. “El resto sabe que para ganarle no sólo tiene que jugar bien, sino que, además, necesitan la máxima inspiración en cada golpe. Mantener esa intensidad durante cuatro días es prácticamente imposible para la mayoría”, asegura Harmon.
En esa mayoría, aparecen Sergio García, Chema Olazabal y Miguel Ángel Jiménez, con diferentes enfoques. El castellonense busca la reivindicación definitiva en un campo que el pasado año le puso en evidencia (no pasó el corte y acabó con +10), mientras que Jiménez acude con la intención de tener un “primer gran día”. Olazabal, el último europeo en vestirse de verde (1999), regresa a Augusta sin sensaciones de competitividad. “La gente viene a ganar, yo sólo a intentar pasar el corte”, explica. Y en éstas, el Amen Corner, la trampa del Augusta National, cumple 50 años de denominación.
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