Este artículo se publicó hace 14 años.
Tomizawa, el triunfo de lo desconocido
Debón, segundo, y Cluzel cierran el podio, tras una carrera de sobresaltos. Consulta las clasificaciones
Todavía hay más sensaciones que ciencia. Lo expresan los pilotos en cuanto radiografían con palabras el comportamiento de las Moto2. La nueva era todavía sigue siendo desconocida para los propios actores. Lo atestigua Julián Simón, fuera de carrera en el primer giro. Su salida, tan mal como en su época de 125 cc, tuvo esta vez una explicación mecánica. Problemas con el embrague que derivaron en una rotura al término de la primera vuelta. "Aún tenemos que ver si se ha roto porque lo he utilizado mucho en la salida o porque es un problema que produce la moto", explicaba el actual campeón mundial del octavo de litro.
Su desaparición abrió el goteo en una carrera en el que ni pilotos ni máquinas están aún maduros. Los escasos test, durante la pretemporada, descubren problemas en carrera que aún no se han madurado en los boxes. Desde la excesiva degradación del neumático trasero hasta los incesantes rebotes que obligan a un esfuerzo continuo de pilotaje fino. En Qatar, la marabunta de la nueva categoría (más de 40 pilotos en pista) aprendió tanto como sufrió. Algunos, como De Angelis o Bradl, protagonistas del primer accidente de la nueva cilindrada de los motores de cuatro tiempos de 600 cc, no tuvieron tiempo. Su caída fracturó al pelotón. Cinco fugados (Cluzel, Debón, Elías, Takahashi y Morizawa) y 19 vueltas para sacar conclusiones. Una, primordial sin duda, es la importancia de encontrar una buena cadencia de entrenamientos y salida.
Nunca una categoría de motos se ajusta tanto al aforismo de la Fórmula 1, donde vacilar con el semáforo verde es sinónimo de castigo. Lo mismo sucede en Moto2. Es la gran lección de Losail. Los cinco, hasta que se cayó Takahashi, negociaban interiores con tiempos parejos a aquellos que estaban fuera de la frontera de los puntos. La desaparición de Takahashi descubrió el momento de Tomizawa, a falta de doce giros. Acoplado en su carenado, este japonés de 19 años, cuyo mejor resultado en el Mundial era una décimo puesto en la extinta 250 cc, abrió gas para conmemorar el décimo aniversario del único triplete nipón en el campeonato del Mundo.
Por detrás, Elías, tan dolorido como mareado, cedió hasta el cuarto puesto, ante el empuje de Cluzel y Debón, segundo, otra víctima de la pretemporada. En febrero se fracturó la clavícula. En diciembre, no tenía equipo. Este domingo, por fin, lloró de éxito ante tanta penuria.
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