Este artículo se publicó hace 13 años.
Un triunfo todavía con tufillo
El Sevilla logra una sufrida victoria por la mínima ante Osasuna en la noche en la que Jesús Navas volvió al equipo
Tal como están las cosas en el Sevilla, lo que se necesita es que alguien ponga al equipo boca abajo, lo sacuda y saque el fútbol que lleva escondido desde hace ya tiempo. Un dinamitero. Apareció anoche en la banda derecha Jesús Navas para darle un poquito más de vitalidad a un equipo al que cuesta encontrarle el pulso. Se ahoga cuando el gol tarda en llegar o en el momento en el que el rival se acerca a su portería.
El partido de anoche ante Osasuna fue uno más de los que se ven en los últimos tiempos en el Pizjuán. Crudo, sin salsa. De portería a portería. La mejor noticia para los locales fue el triunfo. El método es lo que toca ahora pulir porque no hay muchas diferencias entre la actuación en la victoria deL domingo con las cinco derrotas consecutivas que amargaron el final de año. Para empezar, los tres puntos y dejar la portería a cero no vienen nada mal.
La aparición de Navas resultó una transfusión de sangre instantánea para el Sevilla. El niño necesita 14 segundos para superar el periodo de inactividad. Habían pasado dos minutos de reloj y ya Negredo había tocado cuatro balones peligrosos dentro del área. Todos se gestaron en la botita del menudito extremo campeón del mundo.
Igual de activo estuvo en el arranque Capel en la otra banda, pero sus buenas ideas siempre acaban en centros telegrafiados al contrario.
Ricardo sacó a manoplazos esta arrebatadora salida. Osasuna todavía no había puesto su bandera en el campo contrario después de diez minutos. El calmante a esta jaqueca fue Puñal. El osasunista es de esos futbolistas que sin mucho nombre arregla un centro del campo en apuros. Si su ficha es la roja, a un compañero de su color irá su pase. Es una escena de lo más cotidiana, pero de lo más útil en equipos como el de Camacho que se lo curra a base de bien. Su trabajo rebajó la presión con la que los locales comenzaron la noche.
Equilibradas las fuerzas, el paisaje no varío mucho de lo que ha sido la historia más reciente de este Sevilla. El tufillo de poca consistencia sigue instalado en la atmósfera. A poco que el rival se lo empieza a creer, vuelven los problemas. La presencia de Navas sí que destila una novedad. Y es que Kanouté ya no tiene tanta presencia en la posesión. Sin el extremo, el africano era el faro. Ahora, hay otro faro en la banda derecha al que recurrir cuando el ataque se empasta.
En ese rato en el que Puñal suavizó el partido, Osasuna se sintió cómodo. Fue el momento en el que la calidad de Juanfran salió del escondite. Su buen control a la asistencia de Aranda le dejó con una visión inmejorable de la portería de Palop. El portero valenciano sumó otra gran parada.
El Sevilla solucionó la papeleta con un cabezazo de Kanouté a una falta sacada a la perfección por Navas. De esta sociedad, tal como están las cosas ahora en el equipo, va a depender el éxito o el fracaso de la temporada. Los eclipses de Luis Fabiano y Negredo, más la falta de peso en el mediocentro, dejan a la pareja con mucha de la responsabilidad. Osasuna se aprovechó de todo ese medio acumulado para angustiar los últimos 20 minutos. Con apuros, la defensa sevillista acabó con todos los intentos de los rojillos.
Nadie fue capaz de dar algo de aliento. Zokora y Romaric se hundieron muy cerca de los centrales. Ni la salida de Renato para reforzar la segunda línea regaló un final de partido tranquilo a una grada que aplaudió tan sufrido triunfo en busca de tiempos mejores.
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