Este artículo se publicó hace 15 años.
El Valladolid le traspasa la vida al Sporting
Los gijoneses se llevan el polémico duelo de Zorrilla con un solitario gol de Camacho
El descenso arde y las llamas comienzan a asomarse por Valladolid. Su juego ha perdido frescura, ritmo, todos los calificativos que le vanagloriaban en la primera vuelta. Su ruina futbolística ha dado validez a su único argumento; el caos. Se mueven en una atmósfera de purgatorio que les lleva, de cabeza, al averno.
Pero su salida al césped, paradójicamente, fue la contraria. Engulleron a su rival con un hambre voraz. No les resultó difícil manipular a un Sporting que, aún sin luces de posición, perdió terreno, ofertó a precio de saldo espacios e insufló de moral la salida meteórica de los de Mendilibar. Pedro León, a los pocos segundos, y Goitom, un minuto después, ahorcaron el ánimo de una zaga astur que multiplicó sus pulsaciones con las apariciones de los morados por sus dominios. El centro del campo castellano era infinitamente mejor.
Disparo seco y brutalLos once de Preciado, dignificando el sacrificio, fueron inflando su presencia. No lo tuvieron complicado, habían empezado tan perdidos que, en cuanto hallaron su brújula, su convicción les hizo arroparse con las contras, donde Barral, entre líneas, domó a un Valladolid que comenzó a recular.
Tanto lo hizo que malgastaron todo su rédito en un cuarto de hora final lamentable. Sin sitio y a merced del Sporting, fue lógico que los asturianos se adelantasen. Lo hizo Camacho de esa forma que repiten días después las moviolas; un empalme seco y brutal al borde del área.
Plagiaron el guión los locales en la reanudación. Se resistieron a magnificar la racha que les asuela en la zona peligrosa, pero solamente Pedro León apostaba su clase al empate. Tanto lo intentó el murciano que, en una contra, habilitó a Sesma para empatar. Con pocas pompas para gestar la hazaña, los de casa recurrieron a su amor propio aunque la angustia empobreció el choque hasta el gol final de Bilic.
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