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Cómo vencer a la carta

Entre Fegholui y Jonas sentenciaron a un Sporting que no opuso resistencia

ALFREDO VARONA

Fue un triunfo a la carta del Valencia que dirigió Feghouli, una esperanza en cualquier parte. Calvo, rapídisimo, la pierna que le caracteriza es la diestra. Pero con la que decidió ayer fue con la zurda, en un disparo que fue un puntapié al mundo. La pelota procedió de Mathieu, que, además de lateral, puede jugar de extremo. Antes de mirar a portería, Feghouli pegó a ese balón como si estuviese en el infierno. El resultado fue el gol, que solucionó una tarde que no fue la de Aduriz. Ante la portería, mostró unos problemas desconocidos. En realidad, su trabajo fue un contraste. Negoció bien en el área y se ganó el derecho a marcar dos goles en los que sólo había un personaje de carne y hueso delante de él: el portero. Pero Aduriz comprobó que, si no te equivocas de vez en cuando, es que no lo intentas.

La tristeza fue el Sporting. Hasta el último minuto no encontró una gran ocasión. En su declaración, que fue pobre, se acordó de Woody Allen: 'El miedo es mi compañero más fiel. Jamás me ha engañado para irme con otro'. Ahora, el Sporting estábatido y hasta sus mejores futbolistas, como De las Cuevas o André Castro, no encuen-tran la manera de marcar diferencias. Quizá porque para hacerlo hay que arriesgar. Y no arriesga el Sporting, que sólo tiene portero. Por lo demás, es un animal herido con la pelota y en el que cualquier decisión del entrenador parece un consuelo. No basta sacar un delantero más si ese delantero, que fue Colunga, va a pelear cada minuto frente a dos o tres defensas.

La incertidumbre fue el único problema del Valencia. Pero a los 72 minutos, cuando Feghouli utilizó la derecha para provocar el segundo gol, se acabó todo. Antes, el Valencia ya había jugado con facilidad. Tino Costa no necesitó ni que Albelda le echase una mano. Jugó con poder, todo lo contrario que la gente del Sporting. Arriesgó, incluso, con una volea muy lejana. Pero la tarde se prestó a eso y a más. Concedió oportunidades, incluso, a Soldado, que no pareció especialmente motivado. Pero en sus decisiones finales no llevó la contraria a Aduriz. Él también se equivocó de revólver, pero aun así no hay problema para que Soldado duerma tranquilo. El partido no le necesitaba. Y, si acaso, para aumentar la estadística, ya salió Jonas sin remordimiento.

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