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Vettel domina todas las suertes

El alemán, arriesgado en la estrategia y beneficiado por los accidentes, suma el quinto triunfo del año

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ

Mónaco es la F1 en estado puro. Sus calles reviradas desnudan sin piedad desde hace más de medio siglo las glorias y miserias de pilotos y escuderías. Ayer, el exigente circuito monegasco certificó al osadía de Hamilton, la excelencia de Alonso y la imparable trayectoria de Vettel hacia su segundo título mundial. El alemán ganó la quinta de las seis carreras del curso y no se atisba resquicio alguno para hincarle el diente a su insultante liderato.

Con un coche muy superior y un talento a la altura de los mejores, Vettel está tocado además por la varita de la fortuna. Arriesga y siempre le sale bien. Lo hace cada sábado, cuando busca la vuelta perfecta, se baja del coche y acaba logrando la pole; y lo hizo ayer, cuando realizó una sola parada y luego, consciente de que Alonso y Button le acosaban con las peores intenciones, decidió tirar hasta el final. Se lió la manta a la cabeza, dispuesto a estirar los neumáticos durante 62 vueltas cuando, en teoría, apenas duran 40.

El líder se la jugó a una parada y supo aguantar la presión de Alonso y Button

El piloto de Red Bull se vio obligado a jugársela tras una incomprensible decisión de su equipo, que no le hizo entrar cuando el coche de seguridad apareció en pista por primera vez en la temporada tras el accidente sufrido por Massa en el túnel. Alonso y Ferrari sí reaccionaron de inmediato. El español, que circulaba tercero, acudió por segunda vez a cambiar ruedas, no perdió ningún puesto y volvió con la intención de apurar susopciones.

El zarpazo del asturiano también cazó a Button. El inglés, segundo, tardó 15 vueltas en parar, así que cuando lo hizo, Alonso ya le pisaba los talones. El asturiano nodesaprovechó la ocasión y cuando el McLaren volvió a la pista había bajado un escalón del podio. Al Ferrari sólo le quedaba apretar los dientes y el acelerador, acosar a Vettel y repetir la jugada en el momento en el que el germano acudiese a boxes.

Equivocación de Red Bull

El español de Ferrari superó a Webber en la salida y buscó con ahínco el triunfo

Nadie contaba entonces con la que parecía una estrategia suicida de Red Bull. Con la ventaja que le da un liderato holgado, ¿por qué arriesgarse a un accidente, 0 puntos, en vez de asegurar la segunda o, como mal menor, la tercera plaza? La tensión fue creciendo a medida que Alonso y Button se arrimaban a Vettel, los espectadores fueron enmudeciendo cuando el trío se ensambló en una vertiginoso tren de alta velocidad circulando sin miramientos al borde de cada guardarraíl, atajando cada centímetro de piano.

Vettel, majestuoso, aguantaba con los neumáticos en precario sin cometer un error. Alonso, con ruedas cada giro menos frescas, buscaba el equilibrio entre el acoso y la refrigeración de frenos y ruedas; y Button, con el calzado menos castigado de los tres, hacía la goma: se asomaba a la estela de Fernando y se dejaba caer unos metros a la espera de un posible incidente entre los dos primeros.

A quince vueltas para el final, cuando el desbocado trío de cabeza pasaba a cuchillo a todo doblado que se interponía en su camino, Alonso y Button supieron que Vettel ya no iba a parar. Y se aprestaron a cobrar de una vez la pieza. Las diferencias se fueron reduciendo hasta evaporarse.Alonso zigzageaba enseñándole el morro a Vettel, y Button hacía lo propio con el español.

Tras la bandera roja, el director de carrera permitió el cambio de neumáticos

La batalla final, con vencedor incierto, era cuestión de tiempo y oportunidad. Hasta que, de pronto, sobrevino el doble accidente de Alguersuari y Petrov y la carrera echó el cierre. Literal y metafóricamente.

La bandera roja llevó a los bólidos hasta la parrilla, donde pararon los motores. Pese a que el reglamento dice que, cumplido el 75% de la prueba como era el caso, la clasificación final es la del momento de la suspensión, es el director de la prueba, el polémico Charlie Whiting, quien tiene plena potestad de decisión. Y dictaminó que, una vez expedita la pista, el GP se reanudase. Todo apuntaba a cinco vueltas de persecución al límite, pero Whiting permitió cambios de piezas y, sobre todo, de neumáticos, y con ello cercenó la emoción. Alonso lo intentó, pero con ruedas nuevas el Red Bull exhibió todo su poderío. Y Vettel, el espectacular progreso de su pilotaje. Ya domina todas las suertes.

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