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Víctor Valdés mete la pata

ALFREDO VARONA

Al final, apareció Valdés con una puñalada final a los suyos. Pero la noche realmente había enloquecido antes. Marcó Cristiano y, al instante, respondió Pedro, en ambos casos con una autoridad descomunal. Cada uno lo hizo a su estilo. El gol de Ronaldo fue de cabeza y a balón parado, casi de la única manera  en una noche en la que el Madrid había renunciado a la pelota. Pedro, sin embargo, contestó por el suelo. A solas frente a Casillas, después de un pase enorme de Mascherano, que resume a un  fantástico cerebro. Juega de central en el Barça, pero no se limita a eso. Su vocación está en medio campo. Desde allí inventó una nueva vida para el Barça. El fútbol no sólo se juega a fuego lento. Los pases en largo pueden ser una solución más rápida que ni siquiera dejó tiempo para preguntarse si Pedro arrancó en fuera de juego.

Lo necesitaba de veras el Barça, que por un momento se sintió traicionado por el destino. La pelota había sido suya, frente a un Madrid descaradamente defensivo. Hasta el minuto 35 Valdés, el portero del Barcelona, no tocó el balón. Pero el gol de Cristiano desafió a todo eso, a los problemas de Coentrao frente a Dani Alves, que le sometió a un juicio durísimo; a los dos penaltis que buscó Alexis o a los disparos de Messi. Fue un tanto para un partido ‘made in Mourinho' que el entrenador celebró como Batman, caballero oscuro, misterioso y sin rabia. Sin embargo, antes de que todo eso se hiciese realidad, apareció Pedro, que tiene un aire letal en el carnet de identidad. Con él, el Barcelona siempre tendrá una vida más con él. No importa lo que pase, no importa que Pedro se sienta en el infierno. A disgusto en la banda izquierda, donde Arbeloa tuvo una velocidad más que él, pidió permiso a Vilanova para buscarse la vida por otra parte. Quizá con Jordi Alba hubiese sido diferente, pero su ausencia fue una decisión de autor de Vilanova. No hay nada que reprocharle, porque Guardiola también las tenía. El caso es que Pedro ese gol que cambió una noche, que amenazaba una pesadez infinita para el Barça.

El partido cambió totalmente, y fue mejor para el Barça. Son cosas que están por encima de los entrenadores. La paradoja es que el que más espabiló fue el Madrid, que recordó que el balón también existe.  En ese sentido su primera parte fue una ruina, en la que Khedira llegó a ejercer (malamente, por cierto) de extremo izquierdo. Pero en la segunda parte fue diferente. Obedeció, en realidad, a su instinto. Apareció Cristiano en la narración del partido y, sobre todo, salió  Higuain, que se maneja sin compasión. Jugó con bastante más pasión que Benzema, que se anuló desde el primer minuto. De repente, sucedió lo que no había pasado hasta entonces: al Madrid se le vio por la portería de Valdés. Y apareció con importancia y corazón. Pero en esa ruleta rusa, Iniesta hizo demasiado daño. Por eso el Barça atinó primero. Sucedió de penalti, pero la sensación es que lo fue y que Sergio Ramos, asustado ante los quiebros de Iniesta, lo derribó. Y, aunque sólo fuese por insistencia (Alexis ya había pedido dos), el árbitro debía pitar ese penalti.

Di Maria birló la pelota a Valdés y dejó la Supercopa abierta para la vuelta

Últimamente no hay manera de sentenciar al Madrid en el Camp Nou.  Todo se le puso en contra al Madrid. Sus derechos entraron en crisis frente a un Barça en el que Iniesta superó a Messi. En realidad, la máxima tarea de Messi en este partido ocurrió en la primera parte. Entonces fue un puñal en la orilla del área al que sólo le faltó precisión en el tiro a gol. Sin embargo, en la segunda parte fue Iniesta quien jugó en otra categoría. Ante esa producción de talento no hay defensa en el mundo, ni siquiera Sergio Ramos, que oponga resistencia. Así llegó el tercer gol que  Iniesta sirvió en bandeja de plata  a Xavi. Y todo eso sucedió en el lugar más difícil, en el área del Madrid, donde los futbolistas suben y bajan de precio en décimas de segundo. Xavi, naturalmente, marcó a solas frente a Casillas, el Barça es así.

Pudo llegar el cuarto,  y no llegó casi de milagro en la portería de Casillas, casi siempre al borde de un ataque de nervios. Nada que ver con la imagen desahogada de Valdés en el otro campo. Su noche fue relativamente cómoda. Sólo le faltó un ventilador para contestar al calor de la noche. Pero en uno de los encargos más sencillos de su vida metió la pata. Sólo tenía que pegar un pelotazo lejano, no hacía falta más. Un segundo de duda en un portero, sin embargo, es como una condena de muerte en el cine. Apareció Di María, que salió tarde a este partido y aún no se sabe por qué. Callejón, ese suplente tan querido por Mourinho, no apartó nada personal con la pelota. El caso es que Di Maria no se ofuscó por ello y tuvo tiempo para birlar la pelota a Valdés y dejar la Supercopa absolutamente abierta para la vuelta en el Bernabéu.  


Barcelona: Valdés; Dani Alves, Mascherano, Pique, Adriano; Busquets, Xavi (Cesc m. 82), Iniesta; Messi, Pedro (Alba m. 85) y Alexis (Tello m. 72).

Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Ramos, Albiol, Coentrao;  Callejón (Di Maria m. 65), Khedira, Xabi Alonso, Ozil; Cristiano y Benzema (Higuain m. 60).

Goles: 0-1 M. 54. Cristiano, de cabeza, a la salida de un corner botado por Özil. 1-1 M. 55. Pedro, sólo ante Casillas, tras un gran pase de Mascherano. 2-1 M. 68. Messi materializa un penalti de Ramos a Iniesta. 3-1 M. 77. Xavi, tras una jugada de Iniesta. 3-2 M. 84. Di Maria quita el balón a Valdés y marca.

Árbitro: Clos Gómez. Amonestó a Albiol, Xabi Alonso, Arbeloa, Mascherano.

Estadio: Camp Nou. 72.000 espectadores.

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