Este artículo se publicó hace 16 años.
La vida de Bryant
A sus 30 años, la estrella de los Lakers es fiel a la cita que abre su página personal en internet, «Carpe diem»
Kobe Bryant se disfraza de genio para señalar la fuente de la que mana su genialidad. La multinacional Nike ha convertido al baloncestista en Leonardo da Vinci y Wolfgang Amadeus Mozart para el anuncio de sus nuevas zapatillas. Más allá de la creatividad publicitaria, la carrera de la estrella de los Lakers ha intentado plagiar en algún tramo de su carrera la estela de otro gran talento, Michael Jordan.
Entonces era un niño moldeable, recién llegado a la NBA, ansioso por emular a su ídolo. 12 años después ha cultivado su propia historia al margen del 23 de los Bulls. Una vida con el turbo puesto, fiel a la cita de Horacio que abre su web personal, "Carpe diem". A sus 30 años abre un nuevo capítulo de su trayectoria con el traspaso de Pau Gasol a los Lakers; un aliciente para calmar su incontenible deseo de ganar, cinco años sin títulos, tres sin ganar una serie de play off se hacen eternos para un depredador como él. Es la versión más solidaria de Bryant, hace unos años concebía el éxito como una batalla individual, una gesta en la que no eran necesarios aliados. Resulta, por ello, mucho más llamativa su actitud generosa y desinteresada en los partidos que ha coincidido con el español.
Nada que ver con lo de hace unos años, "al comienzo de su carrera pensé que era el jugador más egoísta que había visto en mi vida", dijo de él Walt Frazier, legendario jugador de los Knicks en la década de los setenta. Bryant llegó a la NBA como un meteoro, con un contrato con Adidas bajo el brazo. El 30 de abril de 1996 anunció que se saltaba la casilla del baloncesto universitario y se colocaba en la de la NBA, tenía 17 años. La ficha del draft salió verde pero se convirtió en amarilla. Charlotte le traspasó a los Lakers. Su llegada a Los Ángeles coincidió con el fichaje de Shaquille O´Neal. Con 18 años, dos meses y once días se convirtió en el jugador más joven en debutar en la historia de la NBA.
El conflicto con O´Neal
La historia de Shaq y Kobe es la de dos hombres que no supieron compartir el mismo balón. Comenzaron con una relación fraternal entre el hermano mayor y el pequeño; terminaron como Caín y Abel. A pesar de la gran pareja, los tres primeros años fueron un fracaso estrepitoso de los Lakers en los play off. Asomaba, entonces, un jugador prometedor pero con demasiadas prisas. Insolente como para lanzar cuatro tiros que no tocaron ni aro en los últimos seis minutos en un partido decisivo ante Utah.
Todo cambió con la llegada de Phil Jackson al banquillo, comenzó un trienio mágico, tres títulos de campeón para los Lakers. Bryant creció como jugador pero tenía a su lado al jugador más decisivo de la liga. Intentó asaltar el trono de O´Neal y provocó un alud que arrasó los cimientos de la franquicia. El entrenador pidió al equipo que dejara fluir el ataque a través de Shaq y que Bryant lo asumiera sólo cuando fuera necesario, "¿cómo quiere que me meta en una botella?, reaccionó Kobe. Es en esa época cuando anota 12 triples en un partido o consigue 56 y 62 puntos en tres cuartos ante Memphis y Dallas. Jackson ya atisbaba que sería capaz de anotar 80.
La relación con el entrenador también se envenenó, Jackson acusó a Bryant de egoísta y de sabotear sus partidos en el instituto para que llegaran igualados al tramo final y él pudiera resolverlos. Bryant respondió, "Phil no es buena persona". En verano 2003 fue denunciado por violar a una joven de 19 años en Colorado. Promedió 30 puntos por partido cuando coincidían en el mismo día; mañana de declaración en los juzgados y tarde de partido.
Bryant se quedó solo, O´Neal y Jackson se apartaron, Kobe era un hombre desquiciado. La acusación le costó contratos publicitarios, su imagen en la liga se ensució, llegó a señalar a O´Neal por pagar a la mujer que le denunció y a Karl Malone por intentar acostarse con su mujer. En la pista era capaz de lanzar 44 veces a canasta en un partido.
A los 361 días de la huida, Phil Jackson regresó. La reconciliación fue asombrosa, "somos aliados aunque hemos tenido nuestras batallas públicas". El equipo no ha superado, desde entonces, la primera ronda de las eliminatorias, Kobe pidió el traspaso si no había refuerzos, Chicago casi consiguió fichar al sucedáneo de Jordan. Pero sus historias son muy diferentes.
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