Este artículo se publicó hace 13 años.
Xabi, cien partidos de soledad
Sin nadie con quien elaborar el juego, el centrocampista carece en el Madrid de los conceptos del fútbol de posición que tanto le beneficia
Enrique Marín
A pesar de que Del Bosque se empeña en alinearles juntos (y revueltos) en la selección, Xabi Alonso y Busquets son dos futbolistas de un corte similar. Cierto que en la confección manejan algunos registros distintos, en gran parte debido a sus orígenes, La Concha y La Masia, y a sus muy distintas trayectorias: Real Sociedad, Liverpool y Real Madrid, en el caso del vasco; y Barça, Barça y Barça, en el del catalán.
Pese a esa duplicidad posicional en La Roja, Alonso y Busquets son los ejes sobre los que Real Madrid y Barça giran, o al menos así debería ser en el caso del primero. La diferencia es que mientras Sergio no cambia ni de hábitat ni de acompañantes (salvo el propio Xabi, claro), para el guipuzcoano jugar en el Madrid y en la selección es como hacerlo a oscuras o a plena luz del día. La razón es evidente. Guardiola plaga su once de centrocampistas (Busquets, Xavi, Iniesta, Cesc, Thiago, Keita...), pero Mourinho no encuentra (o quizás no busca) socios para Alonso. Le deja solo o mal acompañado por detrás del balón y con una acumulación de atacantes a los que abastecer (Cristiano, Di María, Kaká, Benzema e Higuaín, en los últimos minutos de Santander), una labor que se antoja imposible sin elaborar previamente el juego. Con Sahin lesionado, aunque está por ver si cuando vuelva juega ahí. Con Özil muy alejado. Con Coentrao haciendo experimentos. Con Khedira y Lass estorbando más que ayudando. Con todos estos condicionantes, Alon-so no genera el fútbol que debiera y que su equipo necesita.
Busquets, su pareja por duplicado en La Roja, tiene en el Barça todo lo que le falta al vasco
Los tres destinatarios más habituales de los pases de Busquets la temporada pasada fueron Xavi (431), Iniesta (264) y Messi (260), mientras que en el caso de Xabi Alonso la lista la encabezaron Cristiano (240), Özil (218) y Marcelo (200). En lo que llevamos de Liga, y con Busquets jugando algunos partidos más retrasado, estos datos aún son más reveladores: Xavi (43), Thiago (32) y Cesc (31) frente a Özil (43), Carvalho (40) y Marcelo (38).
No se trata de justificar a Alonso, pero qué menos que intentar entender su frustración. Para empezar, los jugadores del Madrid no están situados a diferentes alturas, lo que dificulta a Xabi la creación de líneas de pase. Como tampoco se busca la amplitud, sino que Mourinho apuesta por la verticalidad, apenas aparecen pasillos interiores, donde la precisión del pase largo del tolosarra es letal.
Hablar en el Madrid del hombre libre, concepto fundamental en el fútbol de posición del Barça, también es una quimera. El hecho de que Alonso tenga que pasar tan a menudo a Marcelo y a Carvalho, o al mismo Cristiano, evidencia que el balón no sale limpio desde atrás, donde debe empezar a construirse el juego. Esos pases no se hacen para generar superioridades a la espalda de la línea del rival que viene a apretar al poseedor de balón, sino para llegar lo más rápido posible (que no quiere decir mejor) a la otra área. Esto explica que jugadores y balón no avancen juntos, un concepto que Coentrao se ha encargado de pisotear con su obsesión (o quizás encargo) de pisar el área rival en lugar de pisar el balón y jugarlo con la pausa que toda elaboración requiere. La posesión no consiste en tener la pelota por el simple hecho de tenerla o para que no la tenga el rival, sino que se trata de utilizarla con criterio para eliminar rivales de una manera colectiva y no en continuos unos contra uno. Además, en caso de pérdida el equipo está colocado para poder recuperarlo antes, de ahí que el Madrid se desordene sin él.
Los números explican la frustración de Alonso: Carvalho es el segundo destinatario de sus pases
"El ritmo se ha roto por las simulaciones y la pasividad del árbitro", dijo Mourinho tras empatar en El Sardinero. Excusas y más excusas del portugués que no hacen sino intentar ocultar la realidad. La fuerza del disfrute es mucho más fuerte que la fuerza de la obligación. El Barça de Guardiola disfruta jugando, mientras que el Madrid de Mourinho, además de sobreexcitado, juega con la ansiedad de ganar.
Que el Madrid no juegue bien es algo que está más o menos asumido, pues el primero a quien no parece importarle es a Mourinho. "En juego, el Madrid no le ganó a nadie hasta ahora", aseguró Ángel Cappa en Onda Cero. Lo que sí extraña es que acumule dos partidos, y ante rivales menores como Levante y Racing, sin marcar, algo alarmante si un equipo juega a crear ocasiones y no a generar juego.
Cien partidos oficiales después, Xabi Alonso sigue sin poder desplegar su mejor fútbol en el Madrid. El que sí ha exhibido con La Roja. Y paradójicamente, sin Busquets.
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