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Como y cuando quiere

El Barcelona empata 1-1 ante el Bayern con el freno de mano echado y pensando en las semifinales, donde se medirá al Chelsea

ENRIQUE MARÍN

Quizás porque la grandeza de su propuesta le impide batirse en duelos menores, y el de anoche, tras el 4-0 de la ida, en cierto modo lo era. Tal vez porque con tantos frentes abiertos es normal que los de Guardiola dosifiquen sus argumentos (que no sus fuerzas) para lo mucho que tienen por delante.

Sea lo que fuere, lo que está claro es que el Barça no sabe jugar en función del marcador, y en Múnich, consciente o inconscientemente, lo hizo. Con una circulación más lenta de lo habitual y una salida desde atrás menos elaborada. No es que el Bayern le inquietara en exceso. Al contrario.

Tan sólo algunos balones largos a Luca Toni, que Puyol y Piqué despejaron sin contemplaciones, y el encomiable empeño de Ribéry en dignificar la ilustre camiseta que viste. El fútbol de los alemanes es demasiado previsible como para sorprender al equipo catalán, ordenado alrededor del balón, lo que una vez más le permitió recuperarlo en cuanto lo perdía y llevar el partido por dónde quiso.

Sin Guardiola en el banquillo, aislado por la UEFA de cualquier contacto con Tito Vilanova, el Barça saltó al Allianz Arena con la lección bien aprendida. Es otra de las ventajas de tener claro el estilo, que te permite jugar de memoria. Sin confiarse en la falsa bandera blanca que Klinsmann izó en señal de rendición. Su Bayern salió con todo lo que estuvo a su alcance para intentar intimidar al Barça, pero se quedó muy lejos de hacerle cosquillas.

Si bien es cierto que el fútbol no entiende de lógica, el 4-0 del Camp Nou era un resultado ante el que poco o nada pudo hacer el conjunto alemán. Pero más aún que por el marcador, por la manifiesta superioridad futbolística de los azulgrana. El Bayern es un gigante con unos pies muy pequeños. Sus cimientos le sostienen de pie en la Bundesliga, pero no le aguantan derecho en la Champions. Es otro grande venido a menos.

Guardiola se decantó para la ocasión por la pareja Touré-Keita junto a Xavi, decisión que llevó a Iniesta al puesto de Henry. La incidencia del manchego en el juego del Barça es tal que si no entra en contacto con el balón el Barça lo nota. En cuanto Andrés se ató el balón a los pies, al Bayern no le quedó otro remedio que recular, esconder sus vergüenzas y ponerse a correr detrás de él.

Keita, que ya había hecho una primera parte bastante imprecisa, perdió un balón que Zé Roberto aprovechó para buscar y encontrar a Ribéry. El francés le ganó la espalda a la defensa del Barça y dejó sentado a Valdés. El gol le vino bien al Barça que, lejos de ponerse nervioso, se metió de lleno en el partido y empezó a buscar el empate.

Fue como si los azulgrana necesitaran un estímulo para reaccionar. Pudieron ganar, pero tampoco les hacía falta. Tenían licencia para perder, pero prefirieron empatar. El Chelsea les espera en su undécima semifinal de Champions.

1 - Bayern Múnich: Butt; Lell, Lucio, Demichelis, Lahm; Ottl, Van Bommel, Sosa (Altintop, m. 78) Zé Roberto (Borowski, m. 78); Ribéry y Toni.

1 - Barcelona: Valdés; Alves, Puyol, Piqué, Abidal; Touré, Xavi, Keita; Messi, Iniesta (Hleb, m. 78) y Eto'o.

Goles: 1-0, m. 47: Ribéry. 1-1, m. 73: Keita.

Árbitro: Roberto Rosetti (ITA). Amonestó con cartulina amarilla a Alves (m. 18), Puyol (m. 25), Lucio (m. 36), Demichelis (m. 42) y Lell (m. 83).

Incidencias: Partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones, disputado en el Fútbol Arena de Múnich ante 66.000 espectadores. Cerca de 2.000 aficionados barcelonistas apoyaron a su equipo desde la grada.

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