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Cuando ya no te pagan por divertirte

Los futbolistas tienen fecha de caducidad y el último ejemplo es Riquelme, que se acuerda de Ronaldo: 'Lo peor de ser futbolista es ser exfutbolista'

ALFREDO VARONA

Hay pocas cosas más duras que cuando un futbolista se acaba. Quizá porque, como una vez dijo Míchel, entonces reaparece con más fuerza, el niño que casi todo hombre lleva dentro. 'Siempre quieres un año más, nunca ves la última vez'. Pero la realidad casi siempre es la que es y amenaza sin pedir perdón como le sucedió en el año 94 a Butragueño. Raúl, que era un niño, le impedía el paso. 'Si no lo aceptas, acumulas un sufrimiento innecesario'. Ronaldo lo expresó de otra manera en su rueda de prensa final: 'Lo peor de ser futbolista es ser exfutbolista'.

Aquel día anunció, entre lágrimas, que era el día de su primera muerte. Algo que Johan Cruyff entendió totalmente: 'Todo el ambiente en el que se mueve el jugador es anormal', explicó a Pere Ferreras en el libro Cien años azulgrana. 'La educación normal del jugador, en realidad, no existe'. De ahí que cuando se acerca el día del juicio final uno se sienta mal. 'A partir de los treinta años, tienes que hacer el paso atrás y empezar de nuevo'.

El futbolista, como ha escrito Eduardo Galeano, es un hombre que 'ha ganado la lotería, se ha salvado de la fábrica o de la oficina y le pagan por divertirse'. Hay peligros reales ('cuanto más gana, más preso está'), pero, en realidad, es una vida sin casi ninguna contraindicación. Al menos, mientras dura, como volvió a recordar Zidane el día de cumplió 40 años: 'Era más feliz cuando jugaba, porque era la vida que había soñado desde niño'. Ahora, Zidane hace miles de cosas, estudia un Máster para mánager deportivo en Francia, viaja con las atenciones de un ministro y suena como sucesor de Blanc en Francia, pero no es lo mismo. 'Ahora, ya no tengo que ganar todos los domingos'. Valdano lo sabe. Él, antes de ser entrenador o empresario, fue futbolista, campeón del mundo con Argentina, incluso: 'El fútbol te obliga a un curso acelerado de adaptación. Subes y bajas a la velocidad del sonido y luego retrocedes. Es como una montaña rusa'.

El fútbol, sin embargo, tiene algo especial. Borges decía que 'el hombre había pasado de jugar al ajedrez a jugar al fútbol' y que eso era 'un signo de degradación social'. Pero ¿cómo renunciar a ella? ¿cómo aceptar con facilidad ese ocaso prematuro en el que el futbolista recuerda, más rápido que nadie, que la edad es el precio que pagamos por vivir? La última fotografía elige a Riquelme (Buenos Aires, 1978), otro extraordinario futbolista de una generación ya antigua.

Al fondo queda un valioso pasado en el que ganó una Copa Intercontinental al Madrid, no valió para el Barça de Van Gaal y se quedó en el Villarreal a un penalti de jugar la final de la Champions. Sin embargo, la edad ya no le perdona en Boca Juniors, donde acaba de caer en la final de la Copa Libertadores frente al Corinthians descubre que su motivación está en peligro. 'No puedo jugar a la mitad'. Quizá porque el futbolista casi siempre fue el primero en reconocer sus defectos. 'Me siento vacío y no puedo dar más a este club'.

Aún tiene que hablar con su familia, 'si me quiere ver jugando un poco más', y tal vez la motivación ayude a Riquelme en algún otro lugar. Nunca se sabe hasta el último día. Pero el fútbol ya le ha avisado, como avisó a Zidane antes del Mundial 2006 cuando, sin saber que iba a llegar a la final y a perderla por penaltis, decidió retirarse. 'Hay que decidir con sensatez, no con vanidad'. Por eso, a medida que se acerca el último día, uno encuentra cada vez más explicación a las dudas como las de Riquelme. 'Todos queremos una vez más', recuerda Míchel, que se despidió con lágrimas del Bernabéu. 'Es imposible despedirse de ese campo sin llorar'. Y, casi sin querer, recordó lo que una vez dijo Valdano: 'El fútbol es el juego que el hombre se inventó para escapar de la realidad'. Pero lamentablemente los futbolistas, por el hecho de ser semidioses, no son ajenos a la dictadura de los años. Cosas del fútbol, cosas de la vida.

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