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Carne de cerdo La burbuja de las macrogranjas comienza a estallar al pinchar la exportación a China

Agricultura advierte del desplome de la venta de carne de cerdo al extranjero, destino de buena parte de la desmesurada producción, tras empezar el gigante asiático a abrir sus propias granjas y hundirse por la mayor competencia internacional unos precios que la industria ganadera había hinchado vertiginosamente tras convertir ese país en su principal cliente.

Las integradoras comienzan a no llenar las granjas de sus franquiciados ante el desplome de la demanda. / RENÉ A. DA RIN (PXHERE)
Las integradoras comienzan a no llenar las granjas de sus franquiciados ante el desplome de la demanda. / RENÉ A. DA RIN (PXHERE)

La burbuja de la ganadería industrial y las macrogranjas, especialmente de porcino, comienza a resquebrajarse por el pinchazo de las exportaciones tras haber convertido a España en los últimos años en el mayor establo de Europa, con las consecuencias ambientales que ello conlleva y tras haber arrasado el tejido de explotaciones familiares que históricamente había caracterizado al país.

Ese pinchazo entraña el riesgo de empezar a causar serios problemas económicos a las miles de familias que han acabado empeñándose para subirse a ese carro, del que tiraban las empresas integradoras y los grandes mataderos al socaire de la buena marcha de las exportaciones.

Las razones de la crisis, aunque coincide en el tiempo con la global provocada por el gran encierro por causa de la pandemia, y a pesar de que, como aquella, tiene su origen en China, no se encuentran en el coronavirus.

Se hallan en la combinación de un crecimiento desbocado de la producción que ha llevado a España a producir el triple de la carne que consume y de una tendencia inflacionista en los precios, algo que ha hecho perder competitividad al sector español del porcino en el plano internacional: China, su principal cliente y destinatario de un tercio de las exportaciones, ha comenzado además a producir y sacrificar cerdos a escala fabril, en lo que no deja de ser una previsible manifestación de su sistema económico de capitalismo de Estado, mientras empieza a adquirir el género a otros proveedores.

“China abre cada semana más centros productivos”

El Ministerio de Agricultura lleva semanas advirtiendo de ese nuevo escenario, que está provocando un desplome de las cotizaciones, superiores al 15% en unas semanas en el ganado de abasto y por encima del 30% en el caso de los lechones.

Su ultimo Informe Semanal de Coyuntura califica como "muy significativo" el descenso de la demanda de carne de cerdo española, "sobre todo en China", país que el año pasado consumió 425.238 toneladas, según indica la Base de Datos de Comercio Exterior de las Cámaras de Comercio y la Agencia Tributaria.

Ese volumen, canalizado en 19.126 operaciones por valor de 1.072 millones de euros, equivale a la cuarta parte de las exportaciones españolas de porcino (1,72 millones de toneladas, 4.581 de euros) y a la séptima parte del trafico cárnico (2,29 y 7.149). Algo más de la décima parte de la producción nacional, 4,18 millones de toneladas en 2019 según Agricultura, viaja a aquel país, el principal cliente con ventaja sobre Francia (214.422), Italia (166.306), Japón (131.845), Portugal (90.000), Polonia (73.832), Rumanía (69.149), Corea del Sur (63.241) y Chequia (62.383).

Esa caída de la demanda se debe a dos motivos, señala el estudio. Por una parte, "la propia China está aumentando su producción al abrir cada semana más centros productivos de este tipo de carne, con lo que sus necesidades bajan, aunque siguen siendo más que significativas". Y, por otra, ese mismo país puede ahora mismo "encontrar en el mercado más países oferentes de este tipo de carne a precios muy competitivos".

Menos sacrificios y más granjas vacías

Los precios llevan semanas bajando, y todo indica que van a continuar haciéndolo, mientras los granjeros comienzan a sufrir en sus carnes los ajustes. "Los sacrificios se frenan", señala el informe, mientras "al no haber necesidad de cubrir huecos" se frena la reposición en las explotaciones cuyos animales han sido sacrificados; es decir, que la actividad del sector comienza a ralentizarse.

El Ministerio lleva varias semanas alertando de este nuevo escenario para el porcino español, en el que la demanda de su principal cliente por la covid-19 ya se había recuperado a mediados de marzo, cuando empezaba el confinamiento en España.

En esas fechas, reseñaba, el consumo de China "permite que los sacrificios de porcinos cebados aumenten y, con ello, la llegada de lechones a las explotaciones para cubrir las plazas vacantes. La demanda de lechones sigue superando ampliamente a la oferta".

Sin embargo, en solo unas semanas el mercado internacional comenzó a encontrarse con "mucho producto donde elegir, a precios muy competitivos en países como EEUU o Canadá, con lo que los países europeos se ven obligados a bajar precios para poder dar salida al alto volumen de canales que se generan".

Eso comenzaba a poner el negocio de la ganadería industrial ante su realidad. "El consumo en los hogares españoles no es suficiente para sostener el sector porcino nacional, enfocado claramente a la exportación", reseñan los técnicos de Agricultura, que dejan constancia en sus informes de la dependencia que ha generado el sector: "La evolución, tanto en los precios como en la comercialización, dependerá de cómo evolucione la demanda de carne de porcino desde China y la posibilidad de exportar la misma según la logística existente".

Los precios subieron un 45% en un año

Los datos de Comercio Exterior ofrecen algunas explicaciones para ese pinchazo y para ese cambio de proveedores que, poco a poco, está comenzando a implementar el gigante asiático.

Entre 2015 y 2018, cuando el porcino español estaba abriendo el mercado chino mientras las macrogranjas y su huella ambiental proliferaban por una España rural que veía dispararse el consumo de recursos, los precios fueron muy inferiores a la media de las exportaciones, hasta un 40% en el último de esos ejercicios.

Pero en 2019, coincidiendo con una inundación de ese mercado, que ese año pasó de comprar 202.440 toneladas de carne de cerdo a 425.238 mientras su demanda total de carne española pasaba de 332.130 a 663.882, la cotización subió de golpe un 45%.

El negocio con China, con volúmenes y precios históricos, se triplicaba de manera vertiginosa, al pasar la facturación en un solo año de 324 a 1.072 millones en el porcino y de 465 a 1.441 en el conjunto del sector.

La mitad de la mejora del negocio de la exportación de carne de España, 748 millones de 1.569, procedían de la venta de cerdo a China, que pasaba a suponer el 15% de la actividad total. Pero a cambio de un encarecimiento del producto que ahora empieza a poner en jaque a los granjeros, a las compañías integradoras y a los mataderos industriales.

Dos tercios de la carne que produce España son de cerdo

El peso en el sector ganadero español del porcino, que el año pasado superó por segunda vez el millón de sacrificios semanales (145.066 diarios), resulta abrumador, con casi dos terceras partes de la producción: 4,18 millones de toneladas al año de un total de 6,54, en un ramo en el que su inmediato seguidor es, con 1,52, el pollo, que también se produce con un grado de industrialización cada vez mayor.

En el apartado de las exportaciones, según los datos de Agricultura, que reflejan volúmenes inferiores a los de Comercio Exterior, lleva años suponiendo más del 80% del volumen de carne que viaja a otros países y con frecuencia rebasa la barrera del 85%.

La trayectoria descendente del precio de la carne de ave resulta más acentuada incluso que la del cerdo, con pérdidas de casi una tercera parte del valor dos meses y medio, un declive que en este caso llega tras haber alcanzado a mediados de febrero las mayores cotizaciones de las últimas campañas. "El problema principal es una demanda claramente a la baja y una oferta que sigue creciendo", señala el informe.

El coronavirus afecta a la ternera y el cordero

Los otros dos grandes sectores del negocio cárnico, la ternera y el cordero, también cotizan a la baja, aunque en este caso la tendencia sí tiene una relación directa con la pandemia o, más concretamente, con las recetas para hacerle frente y con sus consecuencias económicas.

Se trata de dos carnes más caras que las anteriores. El precio del vacuno duplica el del cerdo y el pollo y el del ovino los triplica, en ambos casos con creces, lo que hace que tanto su producción como su consumo sean menores.

En este caso, al hecho de tener uno de sus principales canales de venta en la hostelería, gripada salvo contadas excepciones desde el inicio del confinamiento, se le suma una caída de la demanda por las negativas perspectivas de los hogares sobre el futuro de su economía tras el gran encierro.

"La demanda interna se resiente, con un consumo que va a la baja en los hogares y las dudas que se ciernen sobre la hostelería nacional", indican los técnicos de Agricultura, que añaden cómo, en el caso del bovino, la exportación se resiente por la "competencia de canales más baratas que provienen del norte de Europa".

En el cordero, "la demanda nacional muestra niveles muy bajos, con consumos internos casi inexistentes", tal y como venían constatando los ganaderos desde el inicio del confinamiento.

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