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Draghi deja a Lagarde el reto de reparar las grietas en el BCE

Responsables actuales y anteriores de la entidad consideran que las principales prioridades de la nueva presidenta  serán crear un consenso más amplio posible y asegurarse de que el banco hable con una sola voz.

El presidente saliente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, entrega la campana que simboliza la presidencia de la entidad a su sucesora, la francesa Christine Lagarde, enel acto de despedida en Fráncfort. REUTERS/Boris Roessler/Pool

Balazs Koranyi y Francesco Canepa/Reuters

Mario Draghi dejará una eurozona más unida cuando deje la presidencia del Banco Central Europeo esta semana, pero entrega un organismo públicamente más dividido que nunca sobre la mejor solución para resucitar la economía del bloque.

El banquero italiano, de 72 años de edad, es ampliamente reconocido por haber salvado la zona euro del colapso, pero algunos críticos dicen que también se impuso a sus oponentes y controló por sí mismo públicamente la dirección de la política monetaria del banco.

Su enfoque alimentó una discordia que se extendió abiertamente, debilitando de manera crítica el frente unido del BCE cuando más se necesitaba para persuadir a los inversores de que estaba comprometido con sus políticas.

Más de una docena de responsables actuales y anteriores del BCE que hablaron con Reuters coincidieron en que Draghi es un magnífico banquero central que merece crédito por su rápida acción durante la crisis del euro de 2012, cuando por sí solo salvó la moneda al sofocar la especulación contra los países más endeudados del bloque.

"Draghi fue un líder inspirador en momentos muy difíciles", dijo a Reuters Ewald Nowotny, ex gobernador del banco central de Austria. "Así que este es un final un poco problemático para una carrera en cualquier caso impresionante."

Algunos responsables de política monetaria dijeron que crear el consenso más amplio posible y asegurarse de que el BCE hable con una sola voz deberían ser las principales prioridades de Christine Lagarde después de que asuma el cargo el 1 de noviembre.

Asegurar a los inversores que las políticas del banco se mantendrían coherentes proporcionaría a los mercados un cierto grado de certeza, añadieron.

El cisma público más dramático se produjo el mes pasado, cuando el BCE acordó retomar las compras de deuda pública en un esfuerzo por impulsar el débil crecimiento económico y elevar la inflación hacia el objetivo de justo por debajo del 2%.

Más de un tercio de los responsables monetarios se opusieron, el mayor disenso al que se ha enfrentado Draghi en ocho años al frente de una organización que tradicionalmente lucha por el consenso.

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