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Las medidas de Banco Santander para frenar la deforestación de la selva amazónica
Ha puesto en marcha, junto a las entidades brasileñas Bradesco e Itaú, un plan para ayudar a proteger el mayor pulmón del mundo.
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Proteger la Amazonia, el mayor bosque tropical del mundo, es fundamental para hacer frente al cambio climático. Con una superficie de siete millones de kilómetros cuadrados, la selva amazónica sufre una enorme deforestación desde hace ya cinco décadas. Las continuas agresiones sobre la zona han provocado que se haya perdido ya una superficie forestal equivalente a toda Francia. La expansión de la ganadería, impulsada por la creciente demanda de carne, es una de las causas, pero no la única. Las talas, la minería, la especulación inmobiliaria y los grandes proyectos de infraestructuras en la región son otras de las razones de esta destrucción.
Banco Santander está tomando medidas concretas para proteger y salvaguardar la selva amazónica de su rápido deterioro de los últimos años. Los tres mayores bancos privados de Brasil se unieron en julio de 2020 en un proyecto común para contribuir a la protección de la selva amazónica y promover su sostenibilidad y ahora han ratificado este compromiso. De la mano de Banco Santander, Bradesco e Itaú Unibanco nació el Plan Amazonas (Plano Amazônia, en portugués), centrado en tres frentes prioritarios para el desarrollo de la región: conservar el medioambiente y desarrollar la bioeconomía; invertir en infraestructuras sostenibles; y garantizar los derechos básicos de la población de la región.
El Plan Amazonas cuenta con varias acciones para frenar esta degradación. Entre ellas, estimular las cadenas sostenibles de cultivos de la región mediante líneas de financiación diferenciadas e instrumentos financieros y no financieros y facilitar las inversiones en infraestructuras básicas para el desarrollo social y ambiental. También busca fomentar un mercado de activos de balasto verde e instrumentos financieros, atraer inversiones y promover asociaciones para el desarrollo de tecnologías que impulsen la bioeconomía y apoyar a los agentes y dirigentes locales que trabajan en proyectos de desarrollo socioeconómico en la región.
De los diez compromisos iniciales, las tres entidades han establecido ahora cuatro prioritarios: la bioeconomía, los cultivos sostenibles, la ganadería y la regularización de las tierras. El Plan Amazonia apoyará un estudio que incluya soluciones a la reducida participación de los productos de la zona en el mercado global, que representan solo el 0,17% del total. Para apoyar los cultivos sostenibles, los firmantes identificarán las actividades que generen ingresos para las comunidades locales y promuevan la conservación de los bosques. En ganadería, el reto es apoyar la transformación del sector hacia una deforestación ilegal cero. Los préstamos solicitados, de hecho, son revisados para detectar sanciones gubernamentales por deforestación ilegal. En este sentido, Santander Brasil cuenta con una empresa de imágenes por satélite a través de las que supervisa las más de 12.000 propiedades que está financiando o que sirven de aval. Por último, la cuarta prioridad es la regularización de los títulos de propiedad.
En este último año, además, se ha puesto en marcha un Consejo Consultivo integrado por especialistas de alto nivel, que está ayudando en el desarrollo de estos proyectos y en la creación de métricas y objetivos alineados con los desafíos locales. Todas las iniciativas que se incluyen en el Plan Amazonas están coordinadas con el Gobierno brasileño y se ejecutarán en consonancia con las iniciativas públicas, con el objetivo de obtener una mayor eficacia y un mayor impacto en el desarrollo social y económico. “El éxito está fuertemente vinculado a la cooperación con diferentes iniciativas empresariales, gubernamentales, académicas y del tercer sector, muchas de las cuales están en marcha en la región desde hace tiempo”, afirman los firmantes del proyecto.
Una red para apoyar el crecimiento de los negocios sostenibles
Santander Brasil ha creado una nueva red comercial, Rede Norte Amazônica, que engloba los estados del Amazonas, Roraima, Rondônia y Acre. Se trata de trabajar estratégicamente para ayudar a los negocios sostenibles de la región a crecer, conservar la selva amazónica y ofrecer líneas de crédito específicas a productores de culturas típicas como los del cacao, el açaí, la castaña y frutas regionales. El banco ampliará su presencia en la región con la apertura de entre diez y quince sucursales este año. La Rede Norte Amazônica también cuenta con agentes de Prospera, el programa de microcréditos del banco para impulsar la inclusión financiera.
"La red actúa en el ámbito local y el papel de quien está día a día con los clientes es el de integrar el negocio del banco en las oportunidades productivas regionales, respetando el saber hacer y los negocios que solo pueden existir en esta región, rica y única en biodiversidad", señala Antônio Areias, superintendente ejecutivo de esta proyecto. La idea es apoyar el aumento de la productividad y la aplicación de las mejores prácticas socioambientales, ampliando así el acceso de estas empresas a mercados más exigentes.
Durante los últimos años, Banco Santander ha trabajado para promover el desarrollo sostenible en el país. Fue el primer banco de Brasil en exigir a las empresas madereras de especies nativas que tuvieran una gestión forestal responsable como condición para convertirse en cliente. También fue el primer banco del sector privado en desarrollar, en 2002, un análisis crediticio que analiza el riesgo ambiental y social; y el primero, en 2016, en incorporar formalmente una calificación de sostenibilidad en la calificación crediticia de sus clientes del segmento corporativo. Desde entonces, el grupo español ha tomado muchas medidas adicionales. Una de ellas es que todas las solicitudes de préstamos de agricultores y ganaderos a Banco Santander se examinan para asegurarse de que las propiedades no se superpongan con las reservas y parques de los pueblos indígenas oficialmente reconocidos. Las prácticas de los clientes se revisan con regularidad: hay revisiones anuales de ESG de más de 2.000 clientes, incluidos procesadores de carne, comerciantes de soja y empresas madereras.