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Piketty y la revolución económica del siglo XXI

El profesor francés Thomas Piketty demuestra en el ‘El capital en el siglo XXI’, el libro económico más influyente de los últimos años, que la desigualdad es inherente al capitalismo. Para lograr un reparto más justo de la riqueza el autor propone la creación de un impuesto mundial a las grandes fortunas y más control democrático sobre el capital.

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Imagen de archivo de Thomas Piketty.

El capital en el siglo XXI (Fondo de Cultura Económica), escrito por el economista francés Thomas Piketty, es un libro revolucionario.

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¿Qué aporta este libro? ¿Por qué todo el mundo habla maravillas de esta obra? Quizá su principal virtud es que sitúa en el centro del debate económico el origen y la estructura de la desigualdad y de la redistribución de la riqueza, asuntos que en los últimos años han sido menospreciados por los economistas. Piketty demuestra que la desigualdad económica ha sido inherente al desarrollo del capitalismo en los dos últimos siglos. De hecho, la gran tesis de este libro arremete contra la línea de flotación de un supuesto básico de la economía neoclásica: que el capitalismo tiende a igualar las rentas de capital y el crecimiento económico.

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La principal virtud de este libro es que sitúa en el centro del debate económico el origen y la estructura de la desigualdad, asunto que en los últimos años han sido menospreciado por los economistas

En su análisis de la distribución del ingreso y la riqueza en el mundo en los países desarrollados, Piketty llega a la conclusión de que el rendimiento del capital siempre ha sido superior a la tasa de crecimiento. Mientras el primero ha crecido de forma estable en torno al 5% desde el siglo XIX, la segunda apenas lo ha hecho entre el 1% y el 1,5%. Es lo que llama "la gran contradicción central del capitalismo". Sólo ha habido una excepción, como se ha señalado antes: las tres décadas posteriores a la II Guerra Mundial, cuando la economía mundial creció el 3,5% y los países desarrollados apostaron por introducir políticas fiscales mucho más progresivas.

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Piketty no pone en cuestión el capitalismo, simplemente cree que debería generar un reparto más justo de la riqueza

Marx pensaba que las grandes diferencias entre la acumulación casi ilimitada de capital frente al escaso crecimiento harían que el sistema capitalista colapsara dando paso a una sociedad sin propiedad privada. Piketty no ignora los riesgos que entraña la acumulación de capital y el fuerte crecimiento de los patrimonios, inmobiliarios, industriales, bursátiles y financieros. Por eso, en la última parte del libro hace propuestas concretas para limitar ese crecimiento desaforado y, por añadidura, poner freno al aumento de la desigualdad.

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