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'El olvido que seremos'

Fernando Trueba: "Con la pandemia, hasta los egoístas tienen que ser solidarios en defensa propia"

Fernando Trueba
Fernando Trueba, durante el rodaje de la película. BTeam Pictures

El cineasta adapta la novela El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince sobre su padre, el doctor Abad Gómez, un hombre bueno comprometido con los Derechos Humanos y la sanidad pública que fue asesinado y que hoy nos recuerda que la sanidad, la educación y la cultura deberían estar por encima de todas las demás cosas.

La muerte no acabó con Héctor Abad Gómez. Asesinado a tiros en Medellín, el 25 de agosto de 1987, a manos de los paramilitares, su bondad, su compromiso con los Derechos Humanos, su implicación con la sanidad e higiene de las zonas más desfavorecidas del país le mantienen siempre vivo. "Todo hombre necesita en la vida el agua, el aire, el alimento y el afecto". Era la receta infalible del doctor Abad Gómez, a quien su hijo, el escritor Héctor Abad Faciolince dedicó su libro más celebrado, El olvido que seremos. En manos del cineasta Fernando Trueba, esta historia de un hombre bueno ha llegado al cine.

Aunque reacio a dirigir esta adaptación por la intimidad familiar contenida en el libro, Trueba finalmente claudicó ante la oportunidad de contagiar su excepcional humanidad y la obligación de mantener viva su memoria. Película de clausura del Festival de San Sebastián y ganadora del Goya a la Mejor Película Iberoamericana (es de producción colombiana), la película cuenta, además, con una portentosa interpretación de Javier Cámara, en el papel principal.

El actor estaba rodando en Colombia la serie Narcos cuando Trueba le envió el libro de Abad Faciolince. Se dio la coincidencia de que allí conoció a Miguel Salazar, codirector junto a Daniela Gómez, nieta del doctor, del documental Carta a una sombra sobre su figura. "Cuando volvió de Colombia, Cámara nos regaló el documental. Fue una gran coincidencia y él se imaginó que había en todo ello algo de predestinación".

Predestinación o no, sí parece que hasta en los tiempos la película ha estado marcada por la buena estrella ¿no?

Acabé la película en realidad en Navidad, pero no tuvimos copia hasta más tarde, porque repetimos treinta veces los títulos del final yo estaba desesperado. Una pesadilla. Todo lo que en el equipo había sido eficacia... lo de los créditos no me había pasado en la vida. Cuando tuve la copia, lo mandaron a Cannes y empezó la pandemia.

Con lo que parece que esta historia estuviera esperando para ser contada de nuevo justo en medio de una pandemia. ¿Es especialmente necesaria ahora?

Y es muy oportuna. El hecho de que la pandemia nos haya hecho ver lo importante que son ciertas cosas, la medicina, la ciencia, la profesión del médico que nos cuida... Eso siempre ha sido importante, lo que pasa es que la desgracia nos lo viene a recordar aún más, porque no haría falta que nos lo recordaran, la vida humana es lo suficientemente frágil, estamos suficientemente expuestos y rodeados de gente con enfermedades, como para que no hiciera falta que nos lo recordaran, pero bueno... De todas formas, sí, eso le da una cierta actualidad, aunque yo creo que la película es también cine, el cine es contar una historia con imágenes...

¿Usted llegó a la película arrastrado por el libro y por el personaje?

Tengo una foto en mi despacho que está aquí desde hace ya mucho, una foto de este hombre. ¿Por qué? porque es un tipo que aunque no le hayas conocido, le quieres. Pasa a formar parte de tu mundo.

Abad Gómez decía: "Odio que no tengamos conciencia social y que no entendamos el país en el que vivimos"...

...Me identifico al 100% y me identifico mucho con él porque al margen de la política y de la ideología o de que uno se sienta más cercano a unos que a otros, que unos sean más de derechas o más de izquierdas, hay cosas que deberían estar por encima de todas esas peleítas. Y yo creo que la salud pública es una de ellas, como la educación y la cultura. Lo bonito de este hombre es que tenía claro, incluso cuando le ofrecieron entrar en política para la que no tenía la menor vocación, que él luchaba por cosas muy concretas, que el agua potable llegara a las poblaciones que no lo tenían... o hizo aquella vacunación masiva en el 61-62 que yo creo es la primera vacunación masiva de polio en el mundo y por la que le felicitó la OMS. Él estaba luchando por cosas muy concretas, que debían estar asumidas por cualquiera de cualquier ideología, como hoy la defensa del planeta. Hay cosas que no deberían estar en los programas, deberían ser el programa de todos, porque son cosas obvias.

Una escena de la vacunación masiva que hizo Héctor Abad Gómez
Una escena de la vacunación masiva que hizo Héctor Abad Gómez. BTeam Pictures

Pero no son tan obvias para algunas personas, ¿cree que la película hará que reflexionen sobre ellas?

Creo que la película puede llegar a personas con cualquier tipo de ideas, creo que sí porque está contando una parte de la vida de un padre y un hijo, de una familia tocada dos veces por la tragedia. Todos tenemos la ración que nos toca, pero con algunas familias se ensaña la tragedia y es especialmente dolorosa.

La medicina, la bondad, el compromiso, la lucha social, la lealtad, la familia... ¿de todo ello, hay algo en la película más especial para usted?

Yo creo que la película trata de un tema que a mí me gusta que es el choque de la inteligencia y la barbarie, de la belleza y la humanidad con la violencia y con la brutalidad. Es un choque que vemos a diario en la vida, no hay más que abrir el periódico para ver que eso está ocurriendo todo el rato en todas partes y de maneras muy diversas. Pues esa es una historia que tenemos que contar, seguir contando y no dejar de contar de mil maneras hasta que seamos mejores, más civilizados, más humanos.

Abad Faciolince dijo que su padre confiaba en el activismo y en la política, pero que él ya no confía, ¿usted con que Abad se queda en este tema?

En ese tema me quedo con el padre, siempre he dicho que quizá hay una gente que es muy inteligente, y tengo amigos, y el ser muy inteligentes les lleva a un escepticismo cercano al nihilismo, al no se puede hacer nada, no tenemos arreglo ni los hombres ni la sociedad. Yo prefiero ser un poco menos inteligente para tener el optimismo, tal vez idiota, de pensar que algo se puede hacer y debemos hacer. Creo que, mientras nosotros hablamos, hay gente que está currando para nosotros, unos en un laboratorio científico intentando descubrir una vacuna, pero otros que no salen en los periódicos están en un ministerio elaborando la Ley de la Eutanasia, la del Matrimonio Homosexual... o sea que el mundo es mejorable y si todos pensáramos que no se puede mejorar, ahí estábamos perdidos.

Después del tiempo dedicado a la película ¿hay algo que haya afectado su forma de pensar o de vivir?

Estoy seguro que sí, que te cambia de alguna manera, todo va sumando, nos estamos continuamente haciendo y yo creo que esta película nunca la vamos a olvidar, ha sido una experiencia muy buena. Cuando acepté hacer la película pensé vamos a intentarlo porque hay que contribuir a que no se olviden personajes así, en vez de acontar historias de canallas y psicópatas, vamos a contar historias también de gente grande, cojonuda. Pero sobre todo, si el libro ya está ahí, yo lo que tengo que hacer es cine. Cuando haces una película tienes que tener una justificación cinematográfica, aparte de la humana, por supuesto. Pero el cine se hace sobre todo para el cine.

Fernando Trueba
El director Fernando Trueba, con el niño que da vida a Héctor Abad Faciolince en la infancia. BTeam Pictures

Abad Gómez es una figura perfecta para que nos preocupemos mucho más por la sanidad pública. ¿Lo cree así?

Creo que hay que pelearse mucho más, defenderla y mejorarla, porque aunque, por comparación con otros países, en este aspecto salimos bien colocados, creo que se han hecho algunos desastres, se han detectado mucho torpedear la sanidad pública porque hay muchas fuerzas interesadas en que la sanidad sea un negocio privado. No hay más que ir a la hemeroteca para ver todas las cosas que se han hecho terribles, en Madrid especialmente, pero también en Cataluña. Han sido las zonas que peor se han portado con su sanidad pública y espero que este toque de atención lo entendamos y lo aprovechemos, si lo sobrevivimos, para mejorar las cosas, recuperar lo que se haya ido hacia atrás y seguir avanzando, nunca a quedarnos como estamos.

¿Es el lado bueno de la pandemia?

La pandemia obliga a ser generoso, porque, por ejemplo, si no hay inmunidad de rebaño, si no conseguimos la inmunidad global, no nos habremos librado de esto, entonces tenemos que ser solidarios por obligación. Hasta uno que sea egoísta tiene que ser solidario en defensa propia, es una lección muy grande. A la vez estamos viendo a los que intentan hacer el negocio hasta el último momento, los que se cierran y dice no, American First, o lo que sea, como que unos seres humanos tienen prioridad sobre otros, que unas zonas ricas del planeta tienen prioridad sobre las pobres... Todos los egoísmos, las desigualdades y las injusticias salen a la superficie en una situación así y ahí es el momento en que nos planteemos las cosas. Héctor Abad dice: ningún problema es solo de los demás, todos los problemas de los otros son nuestros. Eso es una gran verdad, no hay problemas de los otros, son todos nuestros.

Como dijo, es muy difícil llevar al cine cierta intimidad que tiene la novela, pero, al revés, ¿ha encontrado elementos que no estén en el libro para su película?

Sí, hay detalles que fueron surgiendo. Estábamos localizando para la película y Héctor vino con nosotros para enseñarnos la facultad de Medicina y el Hospital de San Vicente en el que trabajaba su padre, que están pegados. Rodamos en las auténticas localizaciones. Cruzando de un edificio a otro, de repente, un médico con su bata blanca se acerca a Héctor y le dice que fue alumno de su padre. El encuentro duró dos minutos y el hombre conto que él siempre recordaba una cosa que decía Héctor Abad Gómez y es que todo hombre necesita en la vida el agua, el aire, el alimento y el afecto. Me quedé tan impresionado de esa especie de fórmula tan sencilla, tan directa y tan perfecta que pensé que esto tenía que estar en la película. Y está, no viene en el libro. También viendo las fotos de la familia me encontré con unas fotos hechas en la casa cuando la hermana Marta estaba enferma y me obsesionaba esa chica y me di cuenta de que tenía que meterla de alguna forma en la película y la secuencia en que canta por segunda vez salió de ahí, del mismo sitio que sale el libro que es de la historia de esa familia.

Fernando Trueba
El cineasta Fernando Trueba, con el equipo colombiano de la película. BTeam Pictures

Aquí no se conocía la figura de Héctor Abad Gómez

No creo que en Colombia supieran antes de la novela quién es, bueno en Medellín, sí. Porque fue una figura pública. Creo que el libro, que ha sido en Colombia un fenómeno increíble, le ha colocado ya en el corazón de los colombianos, pero antes era una figura más local, aunque le conociera gente de la OMS... Dentro de su profesión habría gente que le conocía, pero tampoco los médicos son famosos.

¿Y ahora qué significa Héctor Abad Gómez en Colombia?

Se le recuerda como un hombre bueno y necesario. Es ese tipo de personas que habría que clonar, debemos mimar y cuidar a esas personas. A veces nos ocurría que venía gente cuando rodábamos en la calle y se acercaban a Javier como si fuera el doctor Abad o nos daban las gracias por estar haciendo la película. Me pasó una cosa tremenda. Haciendo el casting una mujer, a la que elegí para hacer un papelito de una de las chicas de servicio en la casa, me cuenta que el doctor Abad le salvó la vida a su marido, que gracias a eso vivió diez o quince años más y que para ella ese hombre es sagrado. Cogí a un actor para hacer el vecino judío al que los niños tiran piedras a la ventana y este hombre, cuando estábamos haciendo pruebas de vestuario, llega con un traje y me dice que estuvo dos veces con el profesor y que la segunda vez estaba con ese traje, por eso lo había guardado toda la vida.

Con la novela y la película cada vez es más conocido. ¿A pesar de todo, la muerte no ha podido con él?

Pues no, y eso es bonito. Que ese libro que Héctor hace para que sus hijos conozcan a su abuelo y que él piensa que va a ser de un interés muy reducido... Cuando algo está hecho con el corazón, al final encuentra a la gente y la gente lo detecta, esas cosas las sentimos.

La idea de la película es de Héctor Abad Faciolince ¿cuánto condicionó eso su trabajo?

Ha sido todo tan bonito que ya, cuando estábamos todavía en la etapa de guion, hice un viaje para ir a una casa en el campo de la familia, con la madre y con varias de las hermanas, por supuesto, con Héctor. Fue una cosa deliciosa que la recordaré toda mi vida y cómo nos enamoramos de esa mujer, de la madre, una señora espectacular. Y luego, cuando ya la película iba a empezar, Héctor es tan sumamente respetuoso que decidió que para no darme el coñazo ni molestarme se fue de Colombia. Fíjate qué delicadeza y que elegancia la de este señor. Ocurrió que su compañera enfermó a las tres semanas de empezar el rodaje y él tuvo que volver. Y yo ya le dije: "Tío no te vuelvas a ir, quédate, y lo llevaremos tú y yo lo mejor que podamos".

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