Este artículo se publicó hace 17 años.
A 200 metros del debate de la ley, la otra memoria histórica
La Fundación Ernest Lluch reúne en Madrid a cuatro protagonistas de los Pactos de la Moncloa
Foto de arranque: Santiago Carrillo, Manuel Fraga, Manuel Lagares y José María Benegas, Txiki. Cuatro protagonistas de la Transición. Comparten una mesa redonda montada por la Fundación Ernest Lluch en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, a dos pasos del Congreso. Tema: qué aportaron los Pactos de la Moncloa a la democracia.
La foto es de ayer, miércoles. 30 años después. Y se puede describir de dos formas: al estilo Cuéntame cómo pasó —anécdota, batallita— y al estilo memoria histórica —reconciliación, consenso, mirada al pasado... y la ley, sobre todo la ley—.
Vayamos al relato A. A Cuéntame. Al detalle que escapa a los libros de historia. “Claro que pactamos [Adolfo] Suárez y yo de antemano un plan económico para sanear la economía española”, desveló Carrillo, entonces líder del Partido Comunista. “Lo hablamos ya desde la primera reunión que tuvimos, en febrero de 1977, antes de la legalización del PCE. Cuando se iniciaba la preparación del acuerdo, Suárez me decía: ‘Si hacemos los Pactos, [Felipe] González, Fraga, tú y yo solucionaremos los problemas básicos. El Gobierno resolverá los problemas de trámite’”.
Lagares, redactor del programa económico de los Pactos, aportó la intrahistoria. Cómo el custodio de los dineros de Suárez, el ministro Enrique Fuentes Quintana —fallecido el pasado mes de junio— ya tenía en mente una completa reforma económica antes de la muerte de Franco. Cómo después el “maestro Fuentes” persuadió al presidente de que no bastaba la microcirugía del verano de 1977 —cambios en las cajas de ahorros, unificación de los cuerpos de inspección de Hacienda—. Cómo se dibujó, en fin, un “diagnóstico de los males del país, que no hay hoy”.
El dios consenso
En la versión Cuéntame también cabe una de don Manuel. El plante que le hizo a Suárez en la parte política de los Pactos. La que enterraba la censura, despenalizaba el adulterio o reforzaba los derechos sindicales. “No la firmé en 1977 porque el cambio político vendría de suyo”, zanjó Fraga, muy molesto.
¿Y la fórmula B? Pertinencia máxima porque a escasos 200 metros la Comisión Constitucional del Congreso tejía los últimos flecos de la ley antes del pleno. Y porque precisamente el fundador de Alianza Popular entró en toriles. “La ley va por el camino contrario” de lo que fueron los Pactos de la Moncloa. “Entonces buscamos qué nos unía, no lo que nos separaba. Hay que olvidar, aprender de 1977”.
Txiki Benegas, Carrillo y Lagares callaron. “No es el momento”, arguyeron. La Ernest Lluch les reunía para celebrar cómo se parió el consenso. “Los Pactos nacieron en una circunstancia especial que no se repite más de una vez en la historia de un país. Quien piense que hoy podría llegarse a unos acuerdos iguales, está fuera de la realidad”. Eran otros tiempos. Justo los de Cuéntame.
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