Este artículo se publicó hace 17 años.
Unos acuerdos "decisivos" en la historia española
Los Pactos de la Moncloa allanaron el camino hacia la Constitución de 1978 y la construcción del consenso
Ninguno discrepó. Tkiki Benegas, Santiago Carrillo, Manuel Fraga y Manuel Lagares coincidieron en cómo los acuerdos de 1977 fueron "decisivos" para la apertura económica y política de España. Prepararon el consenso constitucional e inauguraron el diálogo social.
La historia es conocida. El Gobierno de Unión de Centro Democrático (UCD) preparó en 1977 un programa de saneamiento que erradicase la inflación galopante (más del 40%, frente al 10% del promedio de los países de la OCDE), la gigantesca deuda exterior (14.000 millones de dólares entre 1973 y 1977), la excesiva dependencia energética (el 66% de la energía era importada), el tremendo sumidero de reservas exteriores (se perdían diariamente 100 millones de dólares) o el incremento preocupante del paro (más de 900.000 personas).
El 8 y 9 de octubre de 1977, Suárez trasladó el texto redactado por el entonces subsecretario de Economía, Manuel Lagares, y por tres colaboradores más (Raimundo Poveda, José Luis Leal y Blas Calzada) a las principales fuerzas políticas: PSOE, Partido Comunista, Alianza Popular, Partido Socialista Popular, CiU, PNV, Convergència Social de Catalunya y Partit dels Socialistes de Catalunya.
Reticencias del PSOE
Ahí arrancó la negociación del programa. En principio, el PSOE se mostró bastante "renuente", recuerda hoy el diputado José María Benegas, porque entonces el partido y su brazo sindical, la UGT (contraria al acuerdo ofrecido por Suárez) estaban "muy imbricados". Pero al final el PSOE cedió por "sentido de la responsabilidad". "El principal partido de la oposición no podía quedarse fuera del consenso. Y no podíamos hacer ver que UCD y el PCE habían formado una pinza", rememora Benegas.
La izquierda, con todo, sí puso encima de la mesa una condición básica: el reconocimiento de ciertas medidas sociales "muy urgentes": la despenalización del adulterio, el reforzamiento de los derechos sindicales, la reorganización de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la creación del delito de tortura o el desmontaje del Movimiento Nacional. Ningún partido, a excepción de AP —Manuel Fraga no suscribió finalmente la parte política del acuerdo—, puso objeciones.
La negociación del grueso de los Pactos sólo dejó fuera del planteamiento inicial del Gobierno el despido libre generalizado y la bajada de aranceles. Pero el resto del texto de Suárez fue básicamente aceptado por el resto de fuerzas. El programa planteaba la contención de la masa monetaria, la reducción del déficit público, el control del gasto estatal, la autonomía del Banco de España, un tope del 22% del incremento de los salarios (igual a la inflación prevista para 1978), un reajuste fiscal o mejoras en la inspección de Hacienda.
El 25 de octubre, Leopoldo Calvo Sotelo (UCD), Felipe González (PSOE), Santiago Carrillo (PCE), Manuel Fraga (AP), Enrique Tierno Galván (PSP), Miquel Roca (CiU), Josep Maria Triginer (PSC), Joan Raventós (CSC) y Juan Ajuriaguerra (PNV) firmaron el Programa de saneamiento y reforma de la economía. De la parte política sólo Fraga se retiró. Dos días más tarde, el Congreso y el Senado ratificarían los Pactos de la Moncloa.
Sin los sindicatos, pero no en contra de ellos
El acuerdo no contó con la firma de los sindicatos —era un documento político—, pero "no se redactó a espaldas de ellos", subraya Lagares. De hecho, CCOO suscribió el texto. No así UGT.
Los Pactos allanaron el camino hacia la Constitución de 1978. "No nos imaginábamos una tramitación de la Carta Magna con huelgas todos los días", señala José Luis Leal. "Hay que leer el acuerdo como un paso más allá. Ahí se fraguó el entendimiento entre Fernando Abril Martorell [vicepresidente tercero del Gobierno] y Alfonso Guerra ['número dos' del PSOE]". "Fue un paso decisivo en aquel momento, donde se apuntaló el diálogo social patronal-sindicatos que llega hasta nuestros días", rubrica Carrillo.
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