Este artículo se publicó hace 13 años.
El Alfonso Guerra de Andalucía
Lleva dos décadas en los círculos más exclusivos del poder en la comunidad
Luis Pizarro (Alcalá de los Gazules, Cádiz, 1947) ha sido durante dos décadas, siempre a la vera de Manuel Chaves, el epicentro orgánico del PSOE andaluz, a la vez que el látigo de la oposición, a la que conseguía desquiciar.
Siempre ha estado en los círculos más exclusivos del poder en Andalucía. Es miembro destacado del conocido como clan de Alcalá, una cocina dentro de la cocina del poder, que ha influido en las decisiones del PSOE andaluz más incluso, dicen algunos, que sus órganos formales. Si en el Gobierno el hombre fuerte con Chaves era Gaspar Zarrías, en el partido lo era él, que conocía como nadie las interioridades de la organización.
La lealtad al hoy vicepresidente tercero del Gobierno central ha marcado su trayectoria. Algunas fuentes socialistas emparejaban ayer su figura con la de Alfonso Guerra, comparando su influencia en la política andaluza con la que este tuvo en la nacional con Felipe González. Pero hay una diferencia clara. Entre Pizarro y Chaves jamás ha habido distancimiento.
Pizarro jamás ha tenido ambiciones presidenciales. No ha destacado por una oratoria florida, pero sí por la concisión, y en ocasiones la gracia, de sus manifestaciones públicas.
Su objetivo preferido ha sido siempre el PP, "la derecha", como la llama con un fondo despectivo. Y, dentro de la derecha, Javier Arenas, al que alguna vez llamó en público "Querellator 4" por su propensión a acudir a los tribunales.
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