Este artículo se publicó hace 17 años.
Bajo amenaza
El sector duro de la izquierda abertzale se ceba con Ondarroa y Mendexa.
Cuando se cumplen inco meses después de las elecciones municipales en Euskadi, Ondarroa y Mendexa (Vizcaya) viven un clima de acoso permanente del núcleo más duro de la izquierda abertzale. Pintadas contra los cargos municipales, insultos, protestas para impedir los plenos e, incluso, ataques contra bienes privados, como el sufrido por el presidente de la comisión gestora de Ondarroa, Félix Aranbarri (PNV), cuyo vehículo apareció calcinado hace poco más de una semana.
Este panorama podría equipararse al de otras localidades víctimas también de las algaradas callejeras, si no fuera porque Ondarroa y Mendexa viven una situación excepcional: son los dos únicos municipios entre los 261 del País Vasco donde no han podido constituirse sus gobiernos municipales tras la cita con las urnas el 27-M.
Las listas presentadas por la izquierda abertzale en ambos pueblos, con las marcas de ANV y Abertzale Sozialistak, fueron impugnadas. Y el sector más radical no lo ha digerido. Primero forzó con coacciones la renuncia de los electos de todos los partidos, salvo del PP, y durante los últimos cinco meses se ha dedicado a acosar a las personas que dieron un paso al frente para cubrir esas bajas y formar unas gestoras para gobernar ambas poblaciones.
La situación más delicada se vive en Ondarroa, el último pueblo vizcaíno antes de entrar en Guipúzcoa por la sinuosa carretera de la costa. Su casco antiguo, declarado en 1994 Bien de Interés Cultural como conjunto monumental, está salpicado por pintadas. Euskal iheslari eta presoak etxera puede leerse en una pancarta colgada, a favor de los presos y huidos de ETA, en la calle principal, junto al viejo puente romano.
El gran valor de Ondarroa, sin embargo, es su puerto pesquero, el mayor de Euskadi para pesca de altura y tradicional medio de vida para la población, de unos 9.300 habitantes. De pesca allí habla cualquiera en cualquier momento. La política es ya harina de otro costal. "La política es para ellos. Vete al Ayuntamiento a ver qué te dicen", contesta José, un pescador gallego que dejó su aldea natal de Cariño, en Galicia, hace 50 años para enrolarse en la entonces creciente flota ondarrutarra. Habla pausado, junto a sus dos amigos, un tocayo y Miguel, también gallegos y también pescadores jubilados. "Mira, sólo te diré una cosa: aquí hay gente buena y gente mala, como en todos los sitios", zanja la conversación.
Un ambiente cada vez peor
Tampoco a Mamaru Mane, un senegalés de 35 años, le gusta hablar de política. Llegó a Ondarroa hace un año y medio tras conocer que contrataban a inmigrantes africanos para poder completar así las tripulaciones. "Trabajo haciendo chapucillas. Yo aquí vivo tranquilo", contesta con parquedad.
Pero, la realidad es otra, al menos, para una parte de la población, sobre todo después de que unos radicales personalizaran hace unos días sus ataques contra el presidente de la comisión gestora al quemar su coche. "Mi familia y yo somos de Ondarroa desde hace cuatro generaciones, y aquí el ambiente cada vez es peor", dice Susane Ibaibarrizaga, convencida de que "no hay solución". "Y no la hay", agrega, "por la pura incompetencia de todos los partidos, también de ANV. Podía haber hecho como en otros municipios de Gipuzkoa: presentar dos listas, y una de ellas por lo menos con gente para sacar la candidatura sin problemas. Esto no se resuelve por pura incompetencia".
Incompetencia o no, lo cierto es que el sector más duro de la izquierda abertzale ha convertido Ondarroa y Mendexa en parte de su estrategia de tensión social. En ambos pueblos se plantearon las elecciones con una idea bien distinta a la seguida en otros municipios vascos, al presentar en todas sus listas (bajo la marca Abertzale Sozialistak y ANV) a personas vinculadas a HB, Euskal Herritarrok o Batasuna.
El caso más evidente lo personificaba el segundo candidato de ANV en Ondarroa, Loren Arkotxa, ex alcalde con EH hasta 2003 y presidente de la Udalbiltza de Batasuna. La impugnación así por parte de la Abogacía del Estado y la Fiscalía General estaba cantada.
Este planteamiento nada tiene que ver con el seguido en otras muchas localidades del País Vasco y Navarra, donde la izquierda abertzale optó por presentar una lista contaminada bajo la marca Abertzale Sozialistak y otra limpia con las siglas de ANV. Esto ocurrió de hecho en 42 de los 45 municipios que gobierna en la actualidad, como Hernani, Oiartzun y Arrasate. ANV salió adelante hasta llegar a las urnas, mientras que en casi todos ellos Abertzale Sozialistak no superaba el filtro final del Tribunal Constitucional.
Por todo ello, en Ondarroa y Mendexa ha comenzado a calar en una parte de la población la sospecha de que el sector más duro no pretendió nunca poder participar en las elecciones, sino crear allí un foco de conflicto que tuviera repercusión en la política vasca.
Especialmente significativo es el caso de Ondarroa, donde ANV tenía una opción real de lograr la alcaldía, sobre todo en plena tregua de ETA -anunció el cese del alto el fuego diez días después de los comicios-. Su peso en esta localidad es innegable. HB la gobernó entre 1987 y 1995, y EH entre 1999 y 2003.
Este diario ha tratado de contactar sin éxito con representantes de ANV para conocer su posicionamiento. Su exigencia se ha centrado hasta ahora en reclamar la representación que le correspondería según los votos nulos: en Ondarroa fueron 2.195, mientras que la fuerza más votada, el PNV, obtuvo 1.720.
A vueltas con los voto nulos
Sin querer entrar en "el juego" de dar por válidos los sufragios nulos, la comisión gestora recuerda que "el número de votos que han obtenido las fuerzas políticas que se presentaban en situación de legalidad es mayor que el de nulos. Por lo tanto, ha habido más vecinos que han optado por un Ayuntamiento constituido por partidos legales".
Pero, a ANV esta explicación no le vale. Dos simpatizantes de la formación en Ondarroa, Igor Arrizabalaga e Íñigo Ganboa, de 20 años, culpan de todo ello sin dudar al PNV: "Esto no se soluciona porque no tiene voluntad". Y, así, la tensión en Ondarroa y Mendexa se perpetúa.
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