Este artículo se publicó hace 13 años.
El apasionante caso de un tinte capilar bajo sospecha
Mariano Rajoy. Una de sus biografías jura y perjura que no se tiñe el pelo
Antonio Avendaño
Los expertos en imagen tienden a pensar que quienes no les hacen caso son unos antiguos, cuando es muy probable que sean simplemente normales. Es lógico que tiendan a desacreditar a quienes no siguen sus indicaciones porque, a fin de cuentas, al hacerlo están poniendo en riesgo el pan de sus hijos. Del mismo modo que quien tiene un martillo ve clavos por todas partes, quien tiene un gabinete de imagen ve gente antigua por todas partes. Gente que, cómo no, dejará de ser antigua en cuanto contrate a un experto. Como Rajoy tiende más bien a ser normal, mucha gente lo ha acusado de antiguo. Evidentemente, si hubiera que clasificarlo entre clásico o moderno, no habría duda: jamás será un tipo moderno, pero ni falta que le hace, por otra parte.
Es conocido que el candidato del PP nunca le ha prestado demasiada atención a su imagen. Suele vestir trajes oscuros, de corte convencional, con americanas que le sientan bien, es decir, que le sientan normal, sin hacer de él un figurín, como esos compañeros de partido, más o menos valencianos, que solo visten trajes a medida, y algunos, por cierto, a muy buen precio. Demasiado buen precio.
Según una de sus biografías, "jura y perjura" que no se tiñe el pelo
Sus biógrafos han contado que, desde que se casó, su esposa, Viri, se preocupa de que vaya más conjuntado o de que lleve la barba y el pelo bien recortaditos. Un barbero se ocupa de ello cada semana. Y en esto que llegamos al asunto clave, al arcano, al enigma insondable de todas las teorías de la imagen de Mariano Rajoy: ¿se tiñe o no se tiñe el pelo, cuyo color oscuro contrasta con el flagrantemente canoso de la barba?
Lo que él jura y perjuraMaría Jesús Güemes y Pablo A. Iglesias cuentan en su libro sobre Rajoy lo siguiente: "Le da igual que se metan con su pelo, pero no soporta que digan que lo lleva teñido. Jura y perjura que es así por mucho que contraste con las canas de su barba". Los autores parecen creerlo, sí, pero los muy astutos rematan el párrafo con una frase cautelosamente ambigua: "El secreto, bajo las siete llaves de su peluquero, con el que lleva más de diez años". Dado que las encuestas para el PSOE van mal y en tales casos toda ayuda es poca, si el que ahora concluye su mandato fuera un Gobierno serio con unos servicios de información que conocieran bien su oficio, ya le habrían tendido una emboscada al peluquero de marras para obligarlo a cantar."O confiesas si le tiñes el pelo o lograremos deportarte a alguna remota aldea del Himalaya donde tus únicos clientes sean monjes budistas".
Graciano Palomo relata en su biografía del líder que Rajoy, incómodo ante las exigencias de cambiar su imagen, suele espetar a sus acosadores: "Soy como soy, coño, a ver si lo entendéis". Pero también escribe el periodista que, en la campaña de 2008, el jefe de los fontaneros de Génova 13, Pío García Escudero, decidió "eliminar las canas del candidato". Vale, de acuerdo, pero es que si se miran atentamente fotos de 2004, de 2000 o incluso de antes ¡tampoco entonces tenía canas! ¿En qué quedamos, pues? ¿De verdad ha tenido canas alguna vez Mariano Rajoy, maldita sea?
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