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"Para que Batasuna pueda ir a unas elecciones no son suficientes unos estatutos más o menos hábiles"

Ramón Jáuregui, ministro de la Presidencia. Opina que la incorporación de la izquierda abertzale al juego democrático 'requerirá tiempo' y 'el camino será largo'

GONZALO LÓPEZ ALBA

A pesar de que el Gobierno tiene que hacer frente a crisis en tierra, mar y aire, Ramón Jáuregui (San Sebastián, 1948) aún logra encontrar resquicios en la agenda imposible de un ministerio escoba como el de la Presidencia para ocuparse de su 'verdadera preocupación': la reflexión sobre lo que debería ser la izquierda en el siglo XXI.

'En el eterno debate de la renovación de la izquierda, ya es hora de pasar de las musas al teatro; es decir, del diagnóstico a las respuestas'. Ahora que está usted en el lugar del que se esperan las respuestas, ¿se reconoce en estas palabras que escribió en julio de 2009?

Sí. La izquierda tiene que dibujar una nueva agenda reivindicativa. Si no encontramos un equilibrio entre Estado del bienestar y competitividad, la globalización económica nos arrastrará y tirará por la borda lo que hemos construido en Europa durante 50 años. Se dirá que es imposible. ¡No, está ahí arriba! Los países nórdicos están creciendo económicamente, compitiendo en el mundo y tienen un bienestar incomparable. Eso requiere reformas muy profundas y las tiene que liderar la izquierda.

En ese liderazgo, ¿dónde sitúa al Gobierno español: en la avanzadilla o en el furgón de cola?

'Estamos asediados por la crisis. Sacar a España de la crisis es hoy lo más progresista'

Somos uno de los únicos cuatro países de la Unión Europea con Gobierno socialista, pero estamos asediados por la crisis. No hay nada más progresista en estos momentos que sacar a España del torbellino y de la turbulencia de la desconfianza. No hay nada más progresista que situar al país en una senda de recuperación económica. Nuestra salida de la crisis tiene que ir acompañada de una agenda social que compense a quienes más han sufrido y que permita reconvertir nuestro Estado de bienestar.

Reconocerá que es difícil ver esa agenda en medidas como suprimir la ayuda de 426 euros para los parados de larga duración o en la subida de impuestos indirectos

Reconozco que la reducción del gasto en este momento es un compromiso ineludible. Pero también tengo que decir que lo estamos haciendo con el máximo respeto a nuestro modelo de cohesión social.

'La fiscalidad trasnacional es una de las banderas más izquierdistas'

¿Ofrece el Gobierno alguna alternativa a aquella ayuda?

Hay que recordar que se estableció de manera transitoria para seis meses y que se prorrogó un año, pero ya se dijo que no podríamos prolongarla indefinidamente. Lo que estudiamos es, en el marco de las políticas activas de empleo, la transformación de esa ayuda en un sistema de estímulo fundamentalmente formativo y de contratación que acompañe a ese parado hasta su inserción laboral. Esperamos entrar en una cierta creación de empleo a partir de la primavera y es el momento de dinamizar ese escenario, transformando lo que se convertiría en una especie de subsidio permanente, que no sería bueno, en estímulos a la inserción laboral.

A medida que se prolonga la crisis, se acentúa la impresión de que el Gobierno todos los gobiernos no deja de ceder ante los mercados, que los mercados son bulímicos y que a los ciudadanos se les están acabando los agujeros del cinturón

La intervención de la política sobre los mercados es más lenta de lo que creíamos. Hace tres años se llegó a anunciar una refundación del capitalismo y la revisión de todos los marcos reguladores, y tres años después hemos comprobado que el ritmo de esas reformas es muy lento y que algunas cosas resultan improbables.

¿Como cuáles?

No hemos logrado establecer un control más estricto a los productos financieros con riesgo, ni la eliminación de los paraísos fiscales y tampoco la supresión de incentivos a los directivos que resultan tóxicos para la economía. En esos ámbitos vamos muy despacio.

Detrás de sus palabras, ¿no hay una declaración de impotencia?

No. Hay una declaración sincera de que esas cosas no avanzan como quisiera una persona de izquierdas, como yo me siento. Y hay un reconocimiento de que las instancias supranacionales siguen moviéndose por intereses contrapuestos que hacen muy difícil la concreción de esos acuerdos. Al reconocer esto, estoy enarbolando las banderas de nuestro camino, no estoy renunciando a ellas.

¿Qué banderas son esas?

A mí me gustaría que en la ordenación de la economía del futuro no salgamos de la crisis sin fortalecer la intervención del Estado sobre la economía y los mercados. La fiscalidad es otra de las materias sobre las que la izquierda tiene que construir una alternativa a medio plazo, incluyendo la fiscalidad trasnacional, y sobre todo el combate a la opacidad y a los paraísos fiscales. Es una de las banderas más formidables y más izquierdistas que caben hoy. Si esto fuera posible, y sólo puede serlo vía G-20, FMI y Unión Europea, se abriría un espacio más justo a los sacrificios de la crisis. Pero, mientras esto se produce, hay unas coyunturas y unas emergencias que no podemos soslayar. Unos pocos puntos de diferencia en la prima de riesgo de la deuda equivalen a miles de millones a pagar por las próximas generaciones. No puedes dar la espalda a las exigencias de los mercados cuando sales todas las semanas a pedir préstamos y su coste está ligado de manera directa a la confianza.

La contundencia frente el chantaje de los controladores aéreos, ¿tiene que ver con la necesidad de adelgazar los costes de AENA para su privatización?

No. Ha sido completamente ajena la cuestión de la venta del 49% deAENA. Nosotros hemos actuado así porque la situación era tan grave que merecía una medida tan excepcional. La declaración de alarma la adoptamos una vez que se comprobó que el problema no se resolvía con militarizar el servicio. Fue la consecuencia de lo que los militares nos dijeron cuando, a pesar de estar ya en los centros, los controladores no se incorporan o lo hacen sin trabajar. La medida ha sido impecable desde el punto de vista político e indiscutible desde el punto de vista de su eficiencia. No había otra alternativa en nuestros instrumentos jurídicos-políticos.

¿Pedirá el Gobierno la prórroga del estado de alarma?

Evaluaremos los últimos informes sobre la situación y tomaremos una decisión a más tardar el miércoles.

Bajando del aire hasta el mar, Marruecos ha llegado a amenazar con 'reexaminar' las relaciones con España. ¿Son coletazos de los sucesos de El Aaiún, un momento más de una relación siempre tensa o realmente hay una tensión excepcional en estos momentos?

No diría que hay una tensión excepcional. En cuanto a los sucesos de El Aaiún, es un asunto que hemos cerrado razonablemente bien con la resolución que se adoptó tanto en el Parlamento español como en el europeo. Es una resolución equilibrada, aunque en Marruecos no fue bien recibida. No creo que las cosas vayan a ir a más.

'Convertir la ayuda de 426 euros en subsidio permanente a los parados no sería bueno'

¿Y qué les dice a los saharauis?

Los que reclamábamos prudencia a la hora de evaluar los hechos teníamos razón. El Gobierno del PSOE ha sido clave en todo lo que significa la mejora del bienestar del pueblo saharaui y no podemos perder nuestra privilegiada posición con Marruecos, porque es decisiva para la búsqueda de una solución justa y duradera al conflicto.

Recientemente se vio en Roma con el número tres del Vaticano y también con miembros destacados de la jerarquía católica española. ¿Los encontró tranquilos tras aparcar la reforma de la Ley de Libertad Religiosa, le han pedido más financiación?

De financiación, nadie me ha dicho una palabra. La iglesia católica está razonablemente satisfecha de su relación con el Gobierno español en los ámbitos institucionales. Les importa extraordinariamente el congreso mundial de la juventud en agosto del año que viene, cuando quieren juntar aquí a uno o dos millones de jóvenes con el Papa, y vamos a ayudar para que tengan una gran jornada. En el terreno moral sí tienen grandes diferencias con nosotros porque tienen esa percepción de lo que el Papa llama 'relativismo moral'. La vanguardia que el Gobierno de Zapatero ha representado en materias como el aborto o el matrimonio homosexual les ha perturbado, pero nosotros reivindicamos el derecho a legislar y a que la soberanía popular establezca la moral cívica.

Si de usted dependiera, ¿mantendría a Francisco Vázquez como embajador?

Si no tiene otra función más importante, Paco Vázquez es el mejor embajador que podemos tener en el Vaticano. Está realizando tareas impagables para España. Doy fe.

¿Lo ve mejor ahí o en el Defensor del Pueblo?

Sería un magnífico Defensor del Pueblo, pero no depende de mí.

Tras el batacazo en Catalunya, ¿tiene Zapatero margen para una nueva derrota en 2011?

Pase lo que pase en esas elecciones, el ánimo de las generales se fijará en la primavera de 2012 y hasta entonces queda mucho tiempo. Tenemos que seguir nuestro camino.

¿Qué margen ve para que la izquierda abertzale pueda presentarse a esas elecciones municipales de mayo de 2011?

Lo veo muy difícil. Sus planteamientos van a chocar con la realidad de que la democracia y los tribunales siguen interpretando que son una organización que convive con ETA. Salvo que ETA desaparezca, hipótesis que en mi opinión es altamente improbable, o que ellos hicieran una ruptura muchísimo más fehaciente y rotunda que la simple modificación de estatutos con más o menos habilidad jurídica, no habrá posibilidades de que se presenten.

Es decir, que no es ya condición suficiente presentar unos estatutos que cumplan al pie de la letra la Ley de Partidos.

Para Batasuna, no.

'Trabajamos para que Zapatero pueda volver a ser nuestro candidato. Es la solución mejor'

¿Y este mismo criterio sería válido para las autonómicas?

No sé si hay que correr tanto. Hay que establecer el principio de que son el conjunto de la democracia y los tribunales los que tienen que convencerse de que hay un nuevo partido, desvinculado de la violencia, que la condena y la rechaza, que fehacientemente ha roto con ese mundo y que quiere jugar sinceramente a la política y sólo a la política. Eso requerirá tiempo.

En ese marco, ¿qué valor concede a la decisión de la Audiencia Nacional de exculpar a Arnaldo Otegi de enaltecimiento del terrorismo en el acto de Anoeta de 2004?

Me parece un tema colateral. No creo que tenga una especial significación o una valoración política consecuente.

¿Y concede algún valor al compromiso expresado ayer en Público' por el portavoz oficial de la izquierda abertzale, Txelui Moreno, de excluir a quien no rechace la violencia?

Los gestos de Batasuna que conocemos hasta el momento son insuficientes. No se trata de declaraciones o de estatutos más o menos hábiles. Se trata de que arrastren a ETA al fin de la violencia y, si no lo consiguen, que rompan fehaciente e irreversiblemente con ella. Me temo que ese camino será largo, pero son ellos quienes tienen que recorrerlo.

Llegando a los aledaños de 2012, casi todo el mundo mira a Rubalcaba como sucesor de Zapatero si el presidente opta por no presentarse. Usted, que le tiene de jefe directo, ¿lo ve con esa ambición?

Si me pregunta a nivel personal, no creo que ese sea su deseo. Pero eso, en todo caso, no depende de él. Eso sólo podría producirse como consecuencia de una decisión de Zapatero, que Zapatero no ha tomado. Nosotros estamos trabajando, y me consta que él también, en la perspectiva de que el Gobierno recupere pulso y prestigio, y el primero de todos, el presidente, para que pueda volver a ser nuestro candidato. Es la solución mejor y en la que trabajamos. Si un día no es así porque Zapatero ha tomado otra decisión, nos plantearemos cuál es la respuesta adecuada. Mientras, no queremos especular con otras hipótesis.

Y mientras, ¿ve factible ampliar a CiU la alianza parlamentaria con el PNV y Coalición Canaria?

Con CiU veo acuerdos puntuales, pero no creo que haya un acuerdo estable. Con CiU podemos y debemos negociar muchas leyes importantes de este periodo.

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