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El Cabanyal o la lucha más larga

Vecinos de uno de los barrios más tradicionales de Valencia se enfrentan a los planes urbanísticos del Ayuntamiento

PANCHO TRISTÁN

Esta es la historia de una resistencia a prueba de calendarios. Esto es el barrio de El Cabanyal, una de las caras del mar en Valencia, pueblo de pescadores que fue, municipio independiente hasta 1897. Tenía un nombre como sacado del relatorio último de la lírica del mar: “Poble Nou de la Mar” -El Pueblo Nuevo del Mar-. Tenía el Mediterráneo a sus pies, unas calles ordenadas en forma de retícula, y unas casas de dos alturas gobernadas desde ventanas y balcones. Se trata de una arquitectura ecléctica con resabios de las casas de otras mares, una forma de entender la edificación a veces entregada a la fantasía. El barrio fue declarado Conjunto Histórico Protegido. Una parte del barrio es Bien de Interés Cultural. Una frase pronunciada hace unos días acaba con cualquier asomo de romanticismo: “Si perdemos, 1.200 familias serán expropiadas”.

Lo dijo Faustino Villora, profesor, portavoz de la plataforma Salvem El Cabanyal -Salvemos El Cabañal-, vecino del barrio, hijo y nieto de vecinos del barrio. Faustino Villora es desde hace 10 años una de las caras visibles de la pelea del lugar.

Sucede que la administración municipal de Valencia, con la popular Rita Barberá al frente, planea dar salida al mar, a través del Cabanyal, a una de las grandes avenidas de la ciudad, la Blasco Ibáñez. La reforma se llevaría por delante 1.200 casas de las que buena parte están en la zona del barrio considerada Bien de Interés Cultural. Y terminaría con el barrio como tal, con su estructura rectilínea, singular y antigua. Aún dejando de lado el debate sobre la necesidad de dotar a Valencia de esa nueva salida al mar -hay opiniones para todos los gustos sobre ese tema-, el hecho es que esa avenida trazaría una navajazo el corazón del pueblo marinero en forma de retícula que un día fue El Cabanyal.

Para el Ayuntamiento, la construcción del vial permitirá además desarrollar acciones que permitan la recuperación de toda la zona. Y es que hay lugares en el barrio que se caen a pedazos.

Porque El Cabanyal quedó excluido del Plan General de Ordenación Urbanística en 1988. Y porque desde entonces se acabaron las inversiones en una zona de futuro incierto. En 1998, el Ayuntamiento de Valencia -ya entonces en manos del PP- propuso abrir la salida al mar. Y hasta hoy. Así que ahora hay palabras graves en el discurso del portavoz vecinal Faustino Villora: habla de amenazas, de coacción, de resistencia. Dice que están dejando que el barrio se venga abajo para hacer que los vecinos salgan de allí, que cedan, que vendan sus casas o que abandonen una estrategia jurídica que hasta ahora, y a falta de una sentencia que se conocerá en las próximas semanas, ha evitado las expropiaciones.

Para el abogado José Luis Ramos, experto en urbanismo, vecino del barrio, encargado de la estrategia jurídica de Salvem El Cabanyal, el Ayuntamiento de Valencia quiere que la salida al mar de Valencia a través del Cabanyal sea la obra por la que le recuerden, su Ciudad de las Artes, un suponer.

Y es que nadie duda de que una intervención en la zona podría dar lugar a un bonito desarrollo arquitectónico. Lo que se pone en cuestión es el ataque al patrimonio arquitectónico y la situación en la que quedarían las familias desalojadas.  Habla el portavoz vecinal Faustino Villora: “Aquí vive gente muy mayor que nació en el barrio y se quedó toda la vida. Con el dinero que ofrecen cuando hablan de expropiación no llega para nada”.                                          

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