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"Canciones de libertad y banderas de dignidad"

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La autovía de Valencia andaba a aquellas primeras horas de la tarde, soleada y luminosa, a tope. Los depresivos estábamos convencidos de que el personal se iba a la playa. Los optimistas daban por efectivo el que la mayoría se iba a quedar en Rivas Vaciamadrid; ganaron los optimistas y las gran explanada se fue cubriendo de personas llenas de ilusión con las banderas tricolores ondeando a la suave brisa y esperando que de un momento a otro comenzase el gran recital.

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Y comenzó. Y participamos todos; desde Lluis Llach a una chica nueva que se llamaba Bebe y que cantaba canta como los ángeles.

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Y estuvimos todos: cantautores clásicos y grupos radicales y desde el público un constante ánimo para todos aquellos hombres y mujeres que, por fin, podían celebrar su "derrota" como si fuese una victoria: pírrica, pero victoria en la que se superaban años de miedo y de terror.

Hubo lágrimas y hubo emoción y ahora, cuando tantos días han pasado de aquel feliz evento en que todos, público y cantautores, nos convencimos de que había que volver a la victoria, un pequeño desánimo nos cubre: la derecha está ahí poderosa y cubriendo todos los ángulos: Procesando, en nombre de Falange española, a Garzón y escondiendo los millones debajo de sus mantas. Pero peores tiempos hemos pasado y hay que volver a la esperanza de aquella tarde de Rivas en la que todos nos sentimos uno contra tanto poder especulativo puesto encima de todos nosotros.

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Un pueblo, unido en una campa, entonando canciones de libertad y moviendo banderas de dignidad sigue teniendo una fuerza que es capaz de mover la tierra y los sentimientos. Aquella tarde fue así y debemos volver a que lo sea de nuevo.

 

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