Este artículo se publicó hace 13 años.
Candidatos a Bellas Artes
El candidato creativo llena sus horas en espera del escaño con sagaces comentarios
Antonio Baños
Es verdad que el Facebook ese, al final va a ser un arma tremenda en la lucha por la movilidad en las listas de los partidos políticos. Pero no por sus supuestas capacidades revolucionarias, como dice la juventud de hoy en día. Las redes sociales, en realidad, son armas de autodestrucción política. Piensen en esos candidatos perdidos en mitad de la lista de una provincia poco disputada, tan llenos de ímpetu electoral y fervor partidista. Pero que tienen pocas oportunidades de demostrarlo en público y menos de que les hagan caso. Y de esa frustración, ha nacido una nueva figura política de creciente actualidad: "El candidato creativo". También conocido como: "El maldita la gracia".
El candidato creativo llena sus horas en espera del escaño con sagaces comentarios, finos insultos o colmando las aspiraciones artísticas con su habilidad fotoshópica. Ese ha sido el caso de la pobre Francisca Pol, candidata del PP a la lista al Senado por Mallorca. Pobre, porque seguro que su candidatura a senadora le había hecho destacarse entre las amistades y el vecindario. Y ahora, bajar a comprar sabiéndose dimitida por un asunto de tetas fake, no ha de ser plato de gusto. Les recuerdo que la candidata Pol fue la autora de ese montaje picantón con la ministra de defensa mostrando chicha digital. Otra víctima del síndrome del candidato creativo y de la adicción bocachancla ha sido Fernando Autrán, alto cargo del Gallardonistán. Fulminado por insultar a rivales políticos a través del Twitter, que su impericiadigital, confundió con la tasca.
Desde la empresa de asesoría política e-politicae.com (que he mirado en el internet), Bernat Costas nos da un sabio consejo para el típico candidato expresivo al que le regalaron la BlackBerry en su cumple: "La lógica de funcionamiento de Twitter y de sus usuarios habituales requiere tiempo y práctica. Olvida Twitter y concentra los esfuerzos en otras herramientas". Como, por ejemplo, hablar con tus electores. Suena a antiguo, pero transpira democracia.
Muchos de nuestros parlamentarios huelen a Fortunata y otros a Jacinta
La aparición del candidato creativo nos lleva a un hondo debate: ¿Puede un político ser un cachondo? Vamos a abstraernos de la calidad de la obra de Pol y pensar si permitiríamos a un político que se burlase, mediante palabra o trazo, de un colega de oficio. Seguramente no. En España se ha instalado un severo y ridículo dogma sobre competencias por el que sólo permitimos hacer cosas a los profesionales del ramo. Los humoristas pueden hacer chistes, los futbolistas goles y los políticos leyes. Lamentablemente, no dejamos que un futbolista tenga opinión política, ni permitimos hacer leyes a los humoristas (aunque a veces lo parezca) y, por supuesto, no nos gusta que los políticos hagan humor. Ese es otro de los motivos por los que muchos de nuestros parlamentarios huelen a Fortunata y otros a Jacinta. O sea, a pudicia del XIX.
En otras tradiciones políticas como la anglosajona, las campañas son de una dureza increíble y la caricatura del oponente una costumbre aceptada. Un envidiable ejemplo, que me encanta, es el de la cena anual de la Asociación de Corresponsales de Prensa en la Casa Blanca,donde el presidente de Estados Unidos se ve obligado a contar chistes y lanzar pullas sobre oponentes y periodistas en un sanísimo ejercicio de catarsis.
Aquí, que yo recuerde, el único político humorista de nivel que tuvimos fue Castelao. Impulsor del Estatuto gallego del 36 y referente del nacionalismo y la lengua gallegas, Castelao fue, además ( iba a decir sobre todo), un humorista y caricaturista notable. Nunca sabremos si Castelao con un Facebook hubiese sido reprobado por su partido por falta de seriedad, pero es más que probable. Limpio en su trazo y de triste actualidad en su texto, muchos de los chistes de Castelao sobre pobreza y desigualdad se podrían publicar mañana mismo y serían calificados, sin duda, de antisistema. "Si me tocase á min a lotería compraba pan", dice un niño pobre a otro en una de sus viñetas. Y hoy, que tenemos supersorteo de la Once, no sé a cuantos les parecerá humor terriblemente realista.
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