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Carta de los obispos a la desmemoria

Las últimas pastorales intentan justificar la beatificación de los 498 ‘mártires’ de la Guerra

PÚBLICO.ES

La práctica totalidad de los obispos españoles estará presente en Roma el próximo domingo, 28 de octubre, en la ceremonia de beatificación de 498 nuevos mártires de la Guerra Civil. La Iglesia española ha preparado esta celebración de espaldas al debate abierto sobre su oportunidad.
La beatificación masiva que se vivirá en el Vaticano, la mayor de la historia de la Iglesia,  coincide con la tramitación en el Parlamento de la Ley de la Memoria Histórica.

Los obispos repiten también que los nuevos beatos son “víctimas de la persecución religiosa durante el siglo XX”, pero omiten un detalle significativo. Sólo dos de los 498 religiosos ahora recordados fueron asesinados antes de la Guerra Civil.

En estas circunstancias, los prelados españoles han tratado de justificar su actitud en las cartas pastorales que han redactado con este motivo a lo largo de las últimas semanas. Todas tienen un elemento común. Argumentan que la beatificación masiva nada tiene de revancha o resentimiento.

Una ceremonia política

“No faltará quienes pretendan desfigurar la grandeza de estos hombres politizando el acontecimiento, desfigurando la historia o silenciando su humilde heroísmo”, señala el obispo de Ferrol, Manuel Sánchez. Es sólo un ejemplo.

La palabra reconciliación abunda en el lenguaje episcopal aplicado a esta causa. Todos los textos evitan y olvidan la colaboración de la Iglesia con el régimen de Franco y la imposición por la fuerza de un modelo de sociedad nacional católica. De hecho, los obispos aplauden, ahora, que no se imponga la fe como una obligación. “Los mártires no ofendieron a nadie ni impusieron a nadie sus creencias”, señala en su carta el obispo de Ferrol.

Las siglas de los verdugos

El recuerdo selectivo es constante en las misivas. La Iglesia “no va relatar el escarnio de mofa y befa que sufrieron antes de morir, ni va a pronunciar el nombre de los verdugos, sus enseñas y sus siglas”, proclama en su pastoral el obispo de Huesca, Jesús Sanz.

Los prelados españoles son conscientes, sin embargo, de que elevar la memoria del bando vencedor a los altares es un gesto que remueve la polémica. Por eso argumentan, en su defensa, que las beatificación “no pueden asustar ni ofender a nadie”, ya que el recuerdo, “si se utiliza adecuadamente, es necesario para poner de relieve la verdad de la vida y de la muerte de los que nos precedieron”. Quien se pronuncia con estas palabras es el obispo de Plasencia, Amadeo Rodríguez.

En la misma carta pastoral, Rodríguez pide estar “muy atentos” para que la memoria “no se pudra con sentimientos contaminados; sobre todo cuando el pasado es doloroso, triste, injusto o cruel”. Injusto es también, concluye este prelado, que algunos piensen que, en este caso, “lo más adecuado sea no remover nada, dejar en el olvido a las personas y los hechos”.

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