Este artículo se publicó hace 13 años.
Ellos, a clase de tecnología; ellas, a punto de cruz
Exmaestras critican que no fueron educadas en igualdad
En un país donde la percepción de la calidad del sistema educativo acostumbra a ser pesimista, resulta curioso comprobar cómo gran parte de los ciudadanos, al evocar momentos de su infancia, recuerda con cariño a una maestra especial.
Aprovechando que abril es el mes de la República, el Instituto de la Mujer y las federaciones de educación de varias organizaciones reunidas bajo el nombre de Sindicadas, han editado una unidad didáctica en honor a las maestras del 31. El objetivo es "darles el lugar que se merecen en la Historia y recordar el papel decisivo que tuvieron para nuestra formación y la de generaciones anteriores", señaló Laura Seara, directora del Instituto de la Mujer. También se trata de "promover entre las nuevas generaciones la igualdad" que ellas comenzaron a reclamar.
Las mujeres ocupan el 65,4% de los empleos del sector de la educación
Rosa Martínez y Luchi Ruano, ambas de 62 años, no disfrutaron de aquella época, pero sí recuerdan las dificultades vividas durante el franquismo. Aunque por aquel entonces la profesión ya estaba feminizada, ambas tuvieron que superar algunos obstáculos para poder estudiar.
"Mi padre era muy progresista pero todavía permanecía en él esa cultura del ¿para qué va a estudiar una mujer?", cuenta Rosa. "Afortunadamente", ella contó con "la influencia de una tía" que opinaba todo lo contrario. En el caso de Luchi, fue su propia madre la que dijo que ella "estudiaba sí o sí". "Entonces estudiar una carrera suponía la liberación de la mujer, el ser autónoma", apuntan ambas.
Juntas charlan sobre la división de las clases por sexos y de las diferencias que existían entonces en los planes de educación según se dirigieran a hombres o a mujeres. "Mientras ellos iban a las asignaturas tecnológicas, nosotras teníamos clase de punto de cruz y canastillos", explican.
Antes había diferentes planes de estudios para ellos y ellas
Fútbol y corro de la patataRosa es experta en Educación Infantil. "Aunque hemos avanzado, y en clase los niños interactúan con las niñas, en cuanto salen al patio, ellos juegan al fútbol y ellas, al corro de la patata", señala. Luchi, por su parte, conoce bien a los adolescentes y todavía se asusta de algunos comportamientos. "Conocen bien la teoría, pero la práctica es muy diferente", sentencia aludiendo a cómo perciben la igualdad entre hombre y mujer.
En este sentido, ambas profesoras creen que "aún queda mucho por hacer". ¿El problema? "Que en la escuela hemos avanzado mucho, pero en la vida no", sentencia Rosa. ¿La solución? "Que haya más conexión entre la familia, el colegio y el entorno del menor", apunta Luchi.
En cuanto a la corresponsabilidad, Rosa recuerda los sacrificios que tuvo que hacer las dos veces que se quedó embarazada, en el año 74 y en el 78. "No agoté mi tiempo de baja porque tenía miedo a perder mi puesto", recuerda. Y en cuanto a la discriminación, Luchi enumera todos los adjetivos con que la calificaba el director de su colegio sólo por ser soltera y usar minifalda: "De suelta para arriba".
Para luchar contra estas y otras injusticias, las dos se unieron a UGT en los tiempos en los que los sindicatos aún estaban relegados a la clandestinidad. Ahora todavía siguen trabajando por los derechos de los educadores. Y de las educadoras.
La profesión está muy feminizada. En el régimen de enseñanza no universitaria, es decir en los ciclos de Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato, encontramos que las mujeres ocupan un 69,3% del profesorado, según FETE-UGT. "Y sólo con Infantil y Primaria las maestras representan el 77,2%", apunta Luz Martínez Ten, secretaria de Políticas Sociales de FETE-UGT. Además, las mujeres copan la enseñanza privada (71,5%).
"En la privada, las mujeres aún tienen que demostrar que valen más que los hombres", opina Luchi. "Y en la pública todavía existe el techo de cristal", añade Rosa, aunque reconoce que "muchas veces son las mujeres las que no quieren ascender para tener más tiempo para sus hijos".
Por eso reclaman "políticas de conciliación más fuertes" aunque saben que, como en casi todo, la clave está en mejorar la educación. Y por eso lamentan que "la sociedad ha perdido el respeto por los maestros".
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