Este artículo se publicó hace 13 años.
"Para confesarme mejor espero al último día"
En las primeras horas de la JMJ, el 80% de los confesionarios estaban vacíos
Madrid no ostenta aún el título de "ciudad del pecado", pero de cara a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) la Iglesia Católica prefiere evitar imprevistos y ha optado por prevenir y confesar. El pasado jueves el papa Benedicto XVI anunció una "indulgencia plenaria" para todos los participantes en este evento y hoy decenas de sacerdotes han empezado a tomar confesión a los peregrinos.
Hugo, paraguayo de 22 años, miraba desde la distancia los 200 confesionarios que se alineaban en medio del parque del Retiro. "¿Ir ahora a confesarme?, mejor espero al último día", bromeaba después de reconocer que no había venido a España para dormir y pensaba disfrutar también de la noche en la capital. Este joven ha estado los dos últimos años organizando este viaje junto con 40 compañeros de parroquia y, después de pasar unos días en la playa de Barcelona, se mostraba ilusionado: "Esperamos que sea todo muy grande, la idea principal es la de compartir e integrarnos, eso es lo que más nos atrae de esta fiesta".
Un peregrino reconoce que espera para confesarse tras disfrutar de la noche de Madrid
La afluencia durante las dos primeras horas de funcionamiento fue discreta, con menos de 40 sacerdotes en los confesionarios -el 80% estaban vacíos- y un goteo de religiosos arrepintiéndose de sus pecados al otro lado de la rejilla. Aunque hay quienes aseguran tener "urgencia" para pedir perdón de cualquier acto inadecuado. Joao es portugués y lleva 3 años estudiando medicina en la Universidad de Navarra. Estos días trabaja como voluntario y declara que es "una pasada" poder confesarse "al aire libre, en medio de la calle".
Joao reconoce sus faltas ante un sacerdote cada semana, ya que de esa forma "siempre se tiene el historial limpio". En este sentido, explica que cuando se comete un pecado, aunque normalmente se trate de cosas pequeñas, "en breve se quiere volver a estar en gracia". Ahora lo va a tener más fácil.
Otros peregrinos, como Marian, Rosa y Rocío, estudiantes sevillanas ya han llegado confesadas "de casa" a estas jornadas. "Tenemos la suerte de viajar con religiosos de la congregación de los Jesuitas y ya nos hemos arrepentido de nuestros pecados", explican.
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