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Convivencia frágil con voto restringido

Los vecinos de Salt reclaman más seguridad mientras los inmigrantes piden el derecho a voto

D. D.

La frágil convivencia entre autóctonos e inmigrantes que vive Salt en los últimos años alcanzó su cénit el año pasado con peleas entre vecinos. Sin embargo, el pasado enero, las dos comunidades se unieron para manifestarse contra la falta de seguridad en las calles del centro, después de un par de noches de quemas de vehículos y contenedores por parte de un grupo de jóvenes, la mayoría menores.

Francesca Terrón, presidenta de la Asociación de Vecinos del barrio del Centro, que tiene la mayor densidad de población inmigrante de la ciudad, valoró ayer a Público que la situación 'ha mejorado algo, pero todavía dista mucho de ser la deseable'. Terrón, que se erigió en portavoz de los vecinos el pasado enero y leyó el manifiesto de la protesta ('Queremos vivir en paz y bien'), no quiso comentar las declaraciones del alcalde hasta leerlas por escrito, pero aseguró que la aspiración de los habitantes de Salt es que'desaparezca la inseguridad que percibimos cada día'.

En el 2010, Salt tenía cerca de 31.000 habitantes, de los que un 43% eran inmigrantes. La tasa de paro es de un 22%, y más de la mitad de los que no tienen trabajo son extranjeros. El centro fue construido con el modelo de desarrollismo vertical y ahora un plan de 200 millones de euros prevé derruir 600 viviendas y rehabilitar otras 1.200. En este panorama, la queja de los inmigrantes se centra en tener voz. 'La mitad de la población no podemos votar en las municipales', lamenta Mustafà Shaimi, técnico social.

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