Este artículo se publicó hace 13 años.
Las delgadas líneas rojas
Antonio Avendaño
El éxito o el fracaso del PP y el PSOE en las municipales en Andalucía depende de un par de delgadas líneas rojas que las encuestas y el propio análisis son capaces de apuntar, pero no de determinar su alcance. La primera de esas líneas rojas es cuál de los dos partidos obtendrá mayor número de votos. La segunda es qué color político tendrá Sevilla la noche del 22-M.
Hay muchas otras variables, como los resultados en Jaén o Jerez, pero ninguna de ellas es una línea roja. Una variable se convierte en línea roja cuando traspasarla tiene un impacto que va mucho más allá de la literalidad de ese último paso que sitúa a un partido delante o detrás de ella. Las líneas rojas en las batallas electorales son como las fronteras en los mapas de geografía política: caer unos metros al norte o al sur de Río Bravo es crucial para la vida de las miles personas que acabarán siendo americanos o mexicanos.
Lo decisivo para el PSOE no es perder ante el PP en votos, sino por cuántos pierde. Con uno o dos puntos de desventaja global habría traspasado la primera línea roja, sí, pero podría neutralizar los efectos en principio letales de ese descalabro si no traspasa la segunda línea roja, es decir, si conserva Sevilla. Pero si su derrota en votos es contundente, el valor de Sevilla se devaluaría irremisiblemente y, a efectos simbólicos, sería poco relevante conservarla. Lo que está en juego el día 22 no son estas elecciones, sino las siguientes. Por eso es tan importante saber quién gana: porque ganar es partir como caballo ganador para las autonómicas; porque quien las gane quedará ungido por los dioses electorales como favorito en 2012. El 22-M sabremos quién ha caído al norte y quién al sur de Río Bravo.
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