Este artículo se publicó hace 14 años.
"Van de demócratas, pero en seguida se les ve el plumero"
La dialéctica de las pancartas es un fenómeno familiar para todo aquel que haya pisado alguna vez el vestíbulo de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. Pero el pasado mayo la cosa pasó a mayores, cuando la asociación estudiantil Foro Universitario Francisco de Vitoria sufrió un calentón ultra en respuesta a una pancarta de UEP-ei (Unión de Estudiantes Progresistas-Estudiantes de Izquierdas) que reclamaba el cierre de la capilla de la facultad. "Hoy, como en el 39, nosotros pasamos", decía el cartel del Foro.
El episodio generó una escalada de acontecimientos que acabó con un joven de la UEP-ei acorralado por un grupo de ultras, alguno de ellos ajeno a la facultad. "El que me amenazó con el puño no era estudiante ni de coña", cuenta Mario, de los que tiran del carro en la asociación. Un grupo cuyo local no está en el pasillo de asociaciones, con el resto, sino que es un despacho "tuneado", como dicen, en el que apenas caben para sus asambleas. "No podemos invitar a nadie nuevo para que se tenga que sentar en el suelo", lamenta María, miembro del grupo.
Iglesias: "El antiguo decano amparó a los ultras que nos agredieron"
Llevan mucho tiempo reclamando al decanato de la facultad, que desde 2008 ostenta Raúl Canosa, mejores condiciones. Su local lo perdieron hace diez años, después de uno de los episodios más graves que se recuerdan en la historia reciente de esa facultad. Una veintena de ultraderechistas atacaron a tres miembros de la UEP-ei.
"Después del ataque, cursamos una solicitud para que se ilegalizaran las asociaciones que amparaban a nuestros agresores", rememora Pablo Iglesias, uno de los agredidos y actual profesor de Ciencias Políticas en la Complutense. "Pero no pasó nada. El problema era que contaban con el apoyo de José Iturmendi", acusa Iglesias. Iturmendi fue decano de Derecho durante 21 años, de 1987 hasta que le sucedió Canosa. "En lugar de aislar esas asociaciones, que tenían sentencias judiciales que probaban su culpabilidad, el decanato decidió mandar al exilio a los agredidos. Y así siguen", denuncia.
Sin llegar a los episodios de violencia que vivieron sus predecesores, los actuales miembros de la única agrupación de izquierdas de esa facultad denuncian la misma falta de sintonía con el actual decano: "Nos hace el vacío por completo", aseguran. Canosa se señaló públicamente en fechas recientes. Cuando su rector, Carlos Berzosa, permitió que la universidad acogiera un acto en defensa del juez Baltasar Garzón, acusado por la Falange, el decano hizo pública una nota contra el rector. Canosa lamentó que la Complutense fuera "utilizada para atacar" al Tribunal Supremo.
El decano, Raúl Canosa, arremetió contra Berzosa por apoyar a Garzón
La relación con el resto de las agrupaciones estudiantiles es mejor que en la época de Iglesias, salvo con un par de ellas, como cuenta Mario: "Son gente que va de demócrata, de derecha moderada, pero en seguida se les ve el plumero, como en el caso del cartel del 39. No tenemos el miedo físico que había antes, pero se nota la tensión".
Un imbécil arranco un cartelEstos enfrentamientos no preo-cupan especialmente en la dirección de la facultad. La vicedecana de Alumnos, Ana Fernández-Coronado, lo resume así: "A veces hay un imbécil que arranca un cartel de otra asociación. Pero nunca pasa a mayores. Nos movemos en la normalidad", defiende.
Con respecto a la reclamación del local, la vicedecana también tiene una explicación sencilla, ya que asegura que en realidad había planeada una remodelación en las instalaciones universitarias para habilitar nuevos locales. "Fue de las primeras cosas que me encargó el nuevo decano", dice Fernández-Coronado. Sin embargo, la falta de presupuesto obligó a aplazar esta situación.
"En su día, hace años, se les sacó del pasillo de asociaciones como solución provisional después de una pelea, una cosa antigua. Pero ahora no están tan mal, ellos tienen ventana a la calle, algo que otros no tienen", afirma la vicedecana.
María pone voz a los chavales de UEP-ei, que no están muy de acuerdo con su vicedecana: "Es muy incómodo tener un local rodeado de despachos de profesores, como cuando tenemos que pintar una pancarta, en el pasillo, delante de sus narices. Nosotros queremos estar con nuestros compañeros".
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