Este artículo se publicó hace 13 años.
El diagnóstico precoz evitaría suicidios
Los expertos alertan de que falla las depresiones no se detectan a tiempo en mayores, adolescentes y niños
La depresión está detrás de la mayoría de los casos de suicidio consumado. La detección precoz de esta patología psiquiátrica, sobre todo en los sectores de la población donde pasa más desapercibida, como los mayores, los adolescentes y los niños, resulta esencial para lograr reducir este tipo de fallecimiento, que suele ocultarse pero que ya supera las muertes en accidentes de tráfico.
La psiquiatra Rosa Catalán, especialista del Institut Clínic de Neurociències del Hospital Clínic de Barcelona, explicó el pasado viernes a este diario que hasta el 80% de las personas que se acaban quitando la vida tienen sintomatología depresiva. Asimismo, nueve de cada diez acudieron a un médico de familia, sobre todo en el nivel de atención primaria, en los tres meses anteriores al suicidio. No obstante, la falta de tiempo que se puede dedicar por paciente en este nivel asistencial dificulta la detección precoz de la depresión.
Hay más mujeres deprimidas, pero más hombres que se quitan la vida
La depresión, que representa el principal factor de riesgo del suicidio y afecta aproximadamente a un 8% de la población, presenta diferencias relevantes en los distintos tramos de edad y dependiendo de los sexos. Así se puso de relieve en un seminario sobre esta patología organizado por laboratorios Lundbeck y celebrado el pasado viernes en Ibiza.
Los trastornos depresivos son más frecuentes en las mujeres en una proporción de dos a uno, debido en muchas ocasiones a la ansiedad derivada de su rol múltiple en el empleo y en el hogar y a otros factores como la variabilidad hormonal. Aun así, la tasa de suicidios es hasta cuatro veces mayor entre los varones.
En 2008, se suicidaron en España 2.676 hombres y 781 mujeres. "No hay diferencias genéticas; sin embargo, la mujer tiene una mayor sensibilidad al estrés por las fluctuaciones hormonales", explicó la especialista, quien recordó que el abuso sexual durante la infancia es otro factor de riesgo claro en el caso de las mujeres.
Casi la mitad de los adolescentes con depresión intentan suicidarse
La doctora Catalán ve en esta diferencia un posible infradiagnóstico de la depresión en hombres y apuesta por tener en cuenta factores específicos como el abuso de sustancias y la expresión de la agresividad. Los varones también son más sensibles a factores exógenos que pueden precipitar la patología, como, por ejemplo, la pérdida del empleo. A su juicio, si se tuvieran en cuenta estos factores como elementos diagnósticos de la depresión, es posible que se redujera bastante la diferencia de las tasas de depresión entre hombres y mujeres.
Por otra parte, el jefe de Psiquiatría Infanto-Juvenil del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, Celso Arango, señala que entre el 35% y el 50% de los niños y adolescentes con depresión intentan suicidarse en alguna ocasión y destaca la importancia del diagnóstico precoz, ya que el 70% de los trastornos psiquiátricos comienza antes de los 18 años. "La identificación precoz es fundamental para mejorar el pronóstico y evitar el suicidio", remachó el especialista.
Algo más que rabietasEn el caso de los niños, uno de los síntomas que pueden hacer sospechar que algo no va bien es la irritabilidad mantenida en el tiempo. "La irritabilidad y las rabietas pueden ser síntomas de la depresión en el niño; muchos trastornos de conducta pueden enmascarar una depresión", añadió Arango, que destaca también que el hecho de que el padre o la madre padezcan la enfermedad constituye un factor ambiental de riesgo.
La buena noticia es que, a diferencia de los adultos, los menores son muy sensibles a la terapia psicosocial y pueden además beneficiarse de factores protectores como la práctica del deporte, la interacción social y la evitación del estrés derivado, por ejemplo, de un proceso judicial relacionado con la separación de sus padres. En el extremo contrario, considera que hay que tener "tolerancia cero" con problemas como el acoso escolar, que puede estar detrás de muchos casos de depresión y, por ende, de suicidio. No hay que olvidar que el suicidio es la segunda causa de muerte en la adolescencia tras los accidentes de tráfico.
La soledad y la viudedad, factores decisivos entre los mayores de 65 años
En el caso de los mayores de 65 años, donde se concentran las mayores tasas de suicidio, es esencial también estar atentos a los síntomas desde el principio. En esta franja de edad y sobre todo en el caso de los varones, porque concentran la mayor parte de las muertes por suicidio tras una depresión, influyen mucho factores como la soledad, la viudedad y el padecer enfermedades orgánicas concomitantes.
El hecho de que en muchos casos en esta franja de edad haya una "planificación" del suicidio podría permitir prevenir estas muertes desde otros niveles asistenciales. Sin embargo, uno de cada cuatro ancianos con síntomas depresivos pasa desapercibido para el sistema y eso pese a que la enfermedad es el trastorno psiquiátrico más frecuente en estas edades, según explica Rosa Molina, psiquiatra del Hospital de Manacor (Mallorca).
Por último, frente a tratarse de enfermedades extendidas en la población y muy incapacitantes, las patologías de salud mental sólo representan el 5% del gasto sanitario en España, frente al 13% de media de la Unión Europea, según denuncia Arango, que cree que estas partidas deben verse más como una inversión que acaba ahorrando costes al sistema.
Un debate tabúEl suicidio es una cuestión sanitaria que, sin embargo, "permanece oculta a los ojos de los gobiernos y los ciudadanos". Esta es la tesis del sociólogo y periodista Juan Carlos Pérez Jiménez, que en su libro La mirada del suicida (Plaza y Valdés Editores, 2011) reflexiona sobre el estigma del "derecho a disponer de nuestra muerte como de nuestra vida".
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó el suicidio como una "urgencia de salud pública", ya que un millón de personas se quita la vida cada año y la previsión de este organismo es que la cifra vaya aumentando con el tiempo. "Nunca un problema tan grave recibió tan poca atención", afirma Pérez Jiménez, que achaca esta ocultación a que el suicidio arrastra todavía "el estigma de algo prohibido, de un delito", explica.
"El suicidio es un pecado para la Iglesia y ha sido un crimen en muchos países occidentales hasta la segunda mitad del siglo XX", describe el autor.
"Este sentimiento de condena y de infracción de una ley asociado al suicidio todavía pesa en la sociedad" y es por ese motivo, según Pérez Jiménez, que incluso los medios de comunicación han rehuido este debate invisibilizándolo.
Para tratar de acabar con este oscurantismo, la OMS ha fijado el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que se conmemora cada 10 de septiembre. Pérez Jiménez considera que es muy positivo profundizar en este debate porque, "al fin y al cabo, tiene su centro en la libertad del hombre", señala.
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