Este artículo se publicó hace 13 años.
Discursos en blanco (the movie)
Esta epidemia de políticos amnésicos no tiene nada de casual ni de transitorio
Antonio Baños
Oscar López, secretario general del PSOE de Castilla y León, se quedó en blanco el día 14. Quería transmitir cuáles eran los motivos para votar a su partido pero al llegar al tercero se quedó mudo. En aquellos extraños días de noviembre, el silencio de López suscitó ya pocas sorpresas. Es más, a algunos, se nos empezó a congelar la sonrisa en el rostro. Días antes, el senador Rick Perry había tenido un lapsus durante el debate de los candidatos del Partido Republicano de EEUU. Olvidó también la tercera agencia gubernamental que pretendía cerrar si le elegían. Días después, al presionado Herman Cain también se le fue el santo al cielo al ser preguntado por Libia. Aunque, en su caso y después del escándalo por sus supuestos acosos sexuales, igual lo que hizo su santo fue dimitir, directamente. Poca gente había vinculado esos hechos con los frecuentes lapsus del futuro timonel del reino, Mariano Rajoy, quien, para evitar sorpresas, apareció en su debate televisivo conRubalcaba, con todo apuntadito.
Pero en los meses siguientes la epidemia se extendió. Subsecretarios en Macao, ministros paraguayos y candidatos a sheriff en Oklahoma, todos iban olvidando, progresivamente, lo que tenían que proponer a sus votantes. Sus agendas políticas se iban borrando y quedando en blanco como por arte de magia.
La campaña ha sido un ejercicio monumental de amnesia política
Psicólogos, médiums, Iker Jiménez e incluso Eduard Punset con su orquesta de neurocientíficos, analizaron caso por caso. Pero era inútil. Los candidatos habían olvidado lo que querían prometer. Incluso habían olvidado si debían mandar u obedecer. Y lo que era peor: a quién. Sólo una malvada organización de tecnócratas mantenía la voz cantante mientras los políticos se encogían de hombros sumergidos en un incomodísimo y planetario silencio.
¿Qué les parece? Mola, ¿verdad? Para que vean que creo en la cultura libre, les cedo aquí esta idea fantástica de guión para hacer una película de Holly-wood de esas apocalípticas con Ronald Emmerich como director. La idea da mucho miedo y, además, se podrá poner al principio que está basada en hechos reales, cosa que siempre impresiona más. Porque ya les digo yo que esta epidemia de políticos amnésicos no tiene nada de casual ni de transitorio.
SincronicidadRubalcaba y Rajoy saben que la iniciativa política ya no les pertenece
Carl Jung, que era más bueno que Freud, describió un curioso fenómeno que el llamó sincronicidad. Se trata de una coincidencia en el tiempo de un hecho físico con otro onírico o vinculado al inconsciente colectivo. El que los políticos se queden en blanco es una sincronicidad junguiana como la copa de un pino con un fondo arquetípico que no hay que obviar. No es casual que, justo cuando se asientan en Europa los gobiernos tecnocráticos y los mercados dictan con voz clara y fuerte lo que debemos hacer, al político le entre la afonía. Están encajonados entre el cabreo de sus electores y la imposibilidad de llevar a cabo el mandato de los mismos. La deudocracia actúa como Darth Vader: les aprieta la garganta telepáticamente hasta impedirles el habla.
De hecho, esta campaña ha sido un ejercicio monumental de amnesia política. Rubalcaba y Rajoy alargan su discursos, dando largos rodeos retóricos para no recordarnos quién ejercerá el poder de verdad el día 21. Olvidan a Papadimos y a Monti y a esos señores del banco que pronto se dejarán caer por la Península reescribiendo esa agenda política que está muda. Sus propuestas son dubitativas, genéricas, para salir del paso. Porque saben que la iniciativa política ya no les pertenece. Ese viejo misterio de la democracia parlamentaria que Pierre Bordieu llamaba la alquimia de la representación, queda hoy a la vista de todos como lo que es, un truco cada vez más gastado que busca el apaciguamiento de los votantes. Al final, no hará falta votar en blanco puesto que serán los propios candidatos los que se presentarán en blanco.
Como ven, la trama que se deriva de estos hechos es muy buena. Un peliculón. Y al final de la historia saldría Morgan Freeman, haciendo de político retirado, y diciendo: "Si quieren recuperar la voz sólo hay una salida (pausa dramática). Hagan caso a sus votantes, caramba!".
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