Este artículo se publicó hace 14 años.
La escalera
La valoración del presidente se sitúa por primera vez por debajo de la que logra Mariano Rajoy
Por primera vez desde que Zapatero llegó al gobierno la valoración que le atribuyen los electores por su actuación es inferior a la que atribuyen a Rajoy, con una diferencia de dos décimas, que ya es estadísticamente significativa con las muestras del Publiscopio. Durante todo el trimestre final de 2009 Zapatero y Rajoy estuvieron empatados (sin diferencia entre sus medias o con una décima de diferencia, que no es significativa); en enero ya hay dos décimas a favor de Rajoy. Hace dos años, cuando se convocaron las últimas elecciones generales, la diferencia entre ellos era de casi punto y medio a favor de Zapatero; con los Publiscopios que se han hecho durante este periodo podemos ver cómo se ha llegado a la situación actual.
La valoración ha ido bajando continuamente desde las elecciones, pero pueden observarse tres escalones en ese proceso.
El primer escalón lo descendió el presidente en los meses inmediatos a su investidura. Tras formar el nuevo gabinete y tomar sus primeras medidas de gobierno, ya en septiembre de 2008 su puntuación media, que en diciembre de 2007 era de 5,4, bajó abruptamente a 4,8. Los primeros meses de gobierno en la nueva legislatura fueron políticamente muy desfavorables para Zapatero, no sólo porque su valoración bajó mucho, sino porque, al tiempo, la valoración de Rajoy, una vez consolidada su posición en su partido pese a haber perdido las elecciones por segunda vez, subió (de 4,3 a 4,7). En ese escalón de septiembre de 2008 parecía que se encontraban, Rajoy subiendo y Zapatero bajando, y que podrían cruzarse.
El primer curso de la crisisNo sucedió así, pero no porque el presidente se recuperase, sino porque el veranillo del jefe de la oposición fue pasajero e inmediatamente volvió a su nivel acostumbrado, en el entorno del 4 de puntuación media. El escalón siguiente en el descenso de Zapatero puede situarse entre octubre de 2008 y junio de 2009, es decir, en el primer curso de la crisis económica. Algunos analistas dicen que es en estos meses en los que se produjo la quiebra de la imagen del presidente, relacionándolo con su reconocimiento tardío de la gravedad de la crisis. Y sin duda eso influyó decisivamente para que descendiese un nuevo escalón su valoración. Pero sólo es una parte de un proceso que empezó antes por otras razones y que se ha agravado después también por razones distintas. En ese escalón la puntuación media de Zapatero baja cuatro décimas más, pasando de 4,8 en septiembre a 4,4 en junio de 2008. En sí misma esta pérdida de cuatro décimas de valoración de la gestión, a lo largo de nueve meses y en unas circunstancias tan desfavorables, no parece excesiva, y no sería grave si no llegase precedida del escalón postelectoral y seguida por un tercer escalón hacia abajo.
Zapatero ha perdido toda su ventaja en la valoración de obreros y parados
El tercer escalón lo baja de golpe Zapatero en septiembre de 2009, con una súbita caída de otras cuatro décimas en su valoración, que no puede dejar de relacionarse directamente con las medidas económicas de las que se empieza a hablar a principios de mes y que se concretan en la última quincena, con una aumento del IVA que llega como contrapunto amargo a las expectativas de que la crisis la paguen los ricos.
Si en este descenso de escalones el presidente del Gobierno no se ha cruzado hasta ahora con el jefe de la oposición es simplemente porque este está instalado en el descansillo del 4, décima arriba, décima abajo, sentado allí en la proverbial expectativa que se atribuye al chino de aguardar a ver pasar el cadáver del adversario.
En los 25 meses transcurridos desde diciembre de 2007 a enero de 2010, Zapatero ha perdido valoración y credibilidad en su electorado y en el de los demás partidos. En términos absolutos, las mayores pérdidas las ha sufrido en Catalunya, entre las personas de 45 a 59 años, entre los parados y las mujeres dedicadas al hogar y entre los autónomos, subconjuntos de población en los que su puntuación media ha descendido diecisiete décimas.
Pero, más trascendente para el voto que las pérdidas absolutas, son las relativas en los sectores del electorado en los que se encuentra más concentrada la clientela potencial socialista. Que la valoración de Zapatero baje en sectores como el de los empresarios y autónomos, el de los católicos practicantes o el de los mayores de 60 años, donde los votantes socialistas son minoritarios, tiene menos trascendencia que el acortamiento de su ventaja sobre Rajoy en los sectores del electorado propio. Y en este terreno es en el que se están produciendo los mayores daños para el presidente del Gobierno.
La ventaja ha desaparecidoEs en el electorado socialista donde se está librando la imagen del presidente
Ha desaparecido la amplia ventaja que le separaba de Rajoy en sectores del electorado propio como los obreros y los parados, donde la distancia entre las valoraciones de uno y otro era de dieciséis décimas a favor de Zapatero, que se han reducido hoy a sólo dos décimas a su favor, en el caso de los obreros, y dos en contra, en el de los parados. Lo mismo ha sucedido en los dos estratos generacionales más favorables al PSOE en la legislatura anterior: los electores de 45 a 59 años y los de 18 a 29 años; la ventaja sobre Rajoy era hace dos años de dieciséis y trece décimas, y en ambos casos ha desaparecido por completo hoy. En Catalunya, Zapatero superaba a Rajoy hace dos años en tres puntos enteros (puntuaciones medias de 5,9 y 2,9, respectivamente); hoy la distancia entre ellos es de seis décimas (4,2 y 3,6). Y en Andalucía, donde las valoraciones de Zapatero y Rajoy nunca han estado tan alejadas, el presidente contaba con ocho décimas de ventaja a principios de 2008, y ahora se encuentra con el líder del PP una décima por encima en las puntuaciones de los andaluces.
Parece, por tanto, que es en el propio electorado socialista en el que se está librando la batalla de la imagen del presidente, y donde puede perderse o ganarse. Pero, por el momento, es evidente que se está perdiendo.
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