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Entre la esperanza y el escepticismo

IU arranca su asamblea de refundación con un ambiente mucho más tranquilo que en anteriores cónclaves, pero con la sombra de Asturias muy presente

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Las cosas ya no son lo que eran. Las asambleas de IU ya no parecen eso, asambleas. En la última de verdad, el IX Congreso Federal, en Rivas Vaciamadrid, en noviembre de 2008, se mascaba la tensión, se veían conciliábulos aquí y allá, los dirigentes reunían a los periodistas y avanzaban sus augurios de quién iba a ganar o perder. Ayer, en la I Asamblea de Refundación de IU, no. Fuenlabrada vivió un relax relativo, roto por el grave conflicto con Asturias, que tiñó de bruma los rostros de los responsables de IU Abierta. Muchos ni fueron o se marcharon pronto. Gaspar Llamazares no ocultaba su descontento y aplaudía con escepticismo.

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Habrá otro clima, pero esto tampoco es otra IU. Los recelos persisten y las dudas sobre el alcance de la apertura no se han disipado. Pese a todo, algunos gasparistas concedían que algo se había avanzado. Y aunque Asturias no fue, había otras federaciones claramente incompletas, como Madrid: al portavoz municipal y candidato a la Alcaldía en 2011, Ángel Pérez, hombre fuerte del territorio, no se le vio. Como él, otros tantos dirigentes. 

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A la hora del canapé se comía buen rollo. Los dirigentes de distintas familias charlaban y se mezclaban con los no militantes y los invitados.

Un esquema que se repitió en las comisiones, que discutían sobre los ejes del nuevo programa político. "Había por aquí alguien que se llamaba Toni...", preguntaba Amanda Meyer en la mesa sobre Estado federal y republicanismo, síntesis tal vez de la transversalidad que presidió los debates. En otras ponencias, los intervinientes preferían sentarse en la tarima con el micro antes que dirigirse a sus compañeros desde el atril. Algunas posiciones chocaban incluso con la praxis de IU. Juan Manuel Sánchez Gordillo, líder de los jornaleros del Colectivo de Unidad de Trabajadores (CUT), volvió por sus fueros y preguntó qué carajo hacía IU pactando con el PSOE, "el capitalismo" en toda regla, en muchos ayuntamientos y en comunidades autónomas. Nadie se inquietó. Tampoco cuando el balear Manuel Cámara reclamó un "cambio radical" en la convivencia de IU, sin tantas "reuniones mastodónticas y más amable". Cayo Lara, mientras, asistía silencioso a la mesa sobre la crisis, mezclado entre el público.

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El plato de refundación supo poco a algunos. Mikel Arana, coordinador de Ezker Batua, extrañó más trabajo previo de las federaciones. Lo compartió su compañero Iker San Román, aunque reconoció "el buen paso para encauzar la rebeldía" dado ayer. "Es un primer avance para la búsqueda de la convergencia social", afirmaba Vanessa, militante de Almería.

"La alternativa organizada es IU. Agradezco que me hayan llamado, pero me ha decepcionado. Todo es aún bastante difuso. Y están los problemas internos: si se echan entre ellos, qué no será con los que entremos. ¿Si me afiliaré? Pues... me lo pensaré", contaba Evaristo Torres, "una persona de izquierdas, y no de IU, de Teruel". Javier, con doble carné (IU y CCOO) y con 24 años, pedía una "refundación sin apellidos, no identitaria, en la que se converja en un programa". A su lado, Macarena Vallejo, de 30 años, defendía el chute de energía "hacia lo interno y lo externo" tras una era convulsa. Antonio Giganto, afiliado a IU en Langreo (Asturias), otro de los agujeros de la federación, simplemente decía que "esto es el inicio, y no sobra nadie".

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"La asamblea sigue. Sigue mañana [por hoy] con la manifestación por Madrid y sigue el 29 de septiembre con la huelga general. No vamos a perder la esperanza", cerró Lara ante el plenario, ya a las 22 horas. Le arropó un sólido aplauso. Fue la clausura de la I Asamblea de Refundación. Sin himnos y sin más imágenes. Sin apellidos.

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