Este artículo se publicó hace 14 años.
Estalla la otra batalla catalana
El nuevo equipo socialista y el PP echan el resto en la campaña ante su primer 'round' electoral
Un nuevo frente se abrió ayer en la campaña catalana y no mira sólo hacia el Palau de la Generalitat. Separados por apenas 10 kilómetros, en Tarragona, el flamante vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el líder del PP, Mariano Rajoy, cavaron sus trincheras ante su particular batalla catalana, que tiene la vista puesta en la Moncloa. Aunque el 28-N se elige al Parlament, será también la primera vez que el nuevo equipo socialista que sueña con la remontada en toda España se mida en las urnas a los conservadores.
Los socialistas aseguran tener encuestas que certifican un cambio de tendencia a su favor también en Catalunya tras el cambio de Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Y pese a que cualquier aspirante a Maquiavelo podía relamerse ayer de gusto al contemplar el duelo de Tarragona Rubalcaba y Rajoy actuaban a la misma hora y tan cerca que incluso regresaron en el mismo AVE como un anticipo de lo que podría suceder en 2012, lo cierto es que todo el nuevo Gobierno está echando el resto en Catalunya.
Sólo 10 kilómetros separaron ayer a Rajoy y Rubalcaba en Tarragona
El viernes fue Ramón Jáuregui quien acompañó a José Montilla. Ayer, Rubalcaba. Hoy será el propio Zapatero y mañana, Rosa Aguilar. Todos tratan de insuflar ánimo y espíritu de remontada al alicaído equipo de los socialistas catalanes, muy por detrás de CiU en los sondeos. Pero todos tienen también la vista puesta en Rajoy, que ha pasado tres días seguidos en Catalunya como trampolín hacia la Moncloa.
El líder del PP aún no ha llegado al extremo de su mentor, José María Aznar, quien en pleno cortejo con CiU alardeó en 1996 de hablar catalán en la intimidad. Pero según reveló ayer Alicia Sánchez-Camacho, cabeza de lista conservadora, la esposa de Rajoy le ha bautizado como "el catalán" por el tiempo que pasa aquí.
Intercambio de misilesLos nacionalistas denuncian el «sucursalismo» del PSC y el PP catalán
Las trincheras están cavadas y ayer hubo un buen intercambio de misiles Rubalcaba acusó a Rajoy de "embozado" y de atizar la catalanofobia y éste tildó el Gobierno de "incompetente", pero esta otra batalla catalana tendrá necesariamente un resultado más borroso y lleno de paradojas que la pugna por la Presidencia de la Generalitat.
Un ejemplo: que el PSC pierda el Gobierno puede aportar oxígeno al PSOE al poner fin al Tripartito que tantos quebraderos de cabeza ha causado a los socialistas del resto de España, que además pueden ganar un nuevo y respetable socio como CiU, al menos potencialmente. Eso sí, necesitan que la derrota de Montilla sea al menos dulce.
Y otro ejemplo con paradoja: que el PP gane influencia en Catalunya y llegue eventualmente a pactos con CiU puede desmovilizar a su electorado más excitado por la supuesta rendición ante el nacionalismo.
Entonces, ¿cómo saber si este otro pulso del 28-N lo gana el nuevo equipo socialista o bien Rajoy, el Catalán? Los socialistas consideran que todo lo que sea detener la imagen de "caída libre" haría creíble que han iniciado la remontada. Para el PP, cualquier avance en diputados sería celebrado como el preludio del asalto final. Por modestos que parezcan estos objetivos, ninguno está garantizado.
El desembarco de dirigentes del resto de España trata de movilizar a los electores que votan en las generales y se abstienen en las autonómicas. Pero también puede movilizar a los nacionalistas, que encuentran munición contra el "sucursalismo".
"El PSC y el PP catalán no son nada sin el PP español y sin el PSOE. Tienen que pedir permiso para todo", resumió Josep Antoni Duran i Lleida, muy activo en la campaña de Artur Mas y muy consciente del peligro de esta batalla paralela: "No nos jugamos quién llega a la Moncloa, sino si somos capaces de sacar al país de la situación en la que se encuentra", advirtió.
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