Este artículo se publicó hace 13 años.
La Eurocámara critica la rendición a las presiones populistas
Los parlamentarios reprochan a Barroso que quiera tocar Schengen
Daniel Bernabé
La Comisión Europea, con su presidente José Manuel Durão Barroso a la cabeza, recibió ayer del Parlamento Europeo una lluvia de críticas por su propuesta de reforma del área de libre circulación, más conocido como espacio Schengen. Barroso aceptó la semana pasada reformarlo a petición de Francia e Italia. El objetivo es facilitar a los gobiernos de la UE introducir con más facilidad las controles internos en caso de olas masivas de inmigración. En realidad, nada de esto ha ocurrido desde que estallaron las revueltas democráticas en África, ya que una mayoría de los que huyen de la desesperación se han quedado en el continente .
La reforma fue calificada como "exagerada y fuera de lugar" por el líder de los socialistas europeos, Martin Schulz. Según Juan Fernando López Aguilar, jefe de los socialistas españoles, las Islas Canarias son una prueba de que el flujo migratorio "no es una carga insoportable". Para el liberal Guy Verhofstadt, el líder de la tercera fuerza política, la situación a la que ha llegado la Unión Europea es una "vergüenza". "Hemos asistido a una partida de pimpon entre dos gobiernos, Italia y Francia, a costa de los refugiados en apuros", denunció. Las críticas de los socialistas y liberales no fueron expresadas con la misma intensidad por el Partido Popular Europeo, también escéptico. Su portavoz en el debate advirtió que la Eurocámara "debe asegurar que el principio de libre movimiento no se daña de ninguna manera", en palabras del conservador alemán Manfred Weber.
Francia e Italia pretenden controlar sus fronteras ante la llegada de inmigrantes
No hay improvisaciónBarroso se defendió asegurando que sus propuestas "no son improvisadas" y que no responden a "las tentaciones del populismo". Para el presidente de la Comisión, el Ejecutivo comunitario está favoreciendo una "mejor gobernanza" del espacio Schengen. Según él, "la libertad de movimiento es a Europa lo que los cimientos a un edificio". "Sin ellos se viene abajo", agregó.
Sin embargo, Barroso eludió explicar cómo casa su discurso de ayer con su propuesta, una respuesta a las exigencias de Nicolas Sarkozy y Silvio Berlusconi, que endurecerá la política de fronteras.
El origen de toda la polémica tuvo lugar el mes pasado, cuando París llevó a cabo un control en la frontera con Italia durante varias horas por un grupo de 60 tunecinos que pretendía cruzar al país galo.
Para los críticos con Barroso, las cifras globales de llegadas no son alarmantes. "¿Llegan a Europa 25.000 tunecinos y ya hablamos de inseguridad?", se preguntó Daniel Cohn-Bendit, líder de Los Verdes, que recuerda que "durante la guerra de Bosnia, Alemania se hizo cargo de cientos de miles de personas". Cohn-Bendit, uno de los líderes de las revueltas de mayo de 1968 en Francia, denunció que "al aceptar presiones de partidos populistas se está fraguando una Europa a la carta".
La reforma de Schengen deberá ser debatida en detalle por la Eurocámara y los gobiernos. Ayer, España aseguró que los cambios "no tienen sentido", en palabras de Alfredo Pérez Rubalcaba. El vicepresidente primero y ministro del Interior aseguró que la UE "cuenta con otros mecanismos" para hacer frente a un problema "difícil". Por su parte, Alemania se mostró favorable a las propuestas de Bruselas.
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