Este artículo se publicó hace 14 años.
Euskadi: Donde el PP apoya a los Socialistas
López empieza a coger el pulso tras un año de rodaje en un Gobierno lleno de ilusión pero sin experiencia
Cuando la noche electoral del 1 de marzo se contó el último voto en Euskadi, Patxi López echó mano de la aritmética parlamentaria y anunció que iba a convertirse en lehendakari. Desde entonces, claros y tempestades han cubierto el País Vasco. Se veía venir.
López se atrevió con el "cambio", tras 29 años de gobiernos liderados por el PNV, en unas circunstancias poco propicias. Asumió el liderazgo del país, pese a que el partido nacionalista le aventajaba en 81.488 votos y cinco escaños. Tuvo que agarrarse para ello a la mano del PP, en un pacto sin igual en España, tras haber prometido lo contrario en la campaña. Y, además, socialistas y conservadores eran mayoría en la Cámara en parte por la ilegalización de las marcas herederas de Batasuna.
En ese terreno inestable, los socialistas hicieron de la necesidad virtud y enarbolaron la bandera del "cambio" sobre temas simbólicos: la prohibición de exhibir fotos de presos de ETA, la retransmisión en Navidad del mensaje del rey en la televisión pública (ETB), o el diseño de otro mapa del tiempo en sus informativos. Ahora, junto al País Vasco, Navarra y el País Vasco francés, aparecen Cantabria, La Rioja y Aragón.
No obstante, el Gobierno de López trata de no enfangarse en cuestiones identitarias. Una de sus obsesiones es mostrarse como un Ejecutivo que se ocupa de los problemas "reales" de la ciudadanía. La primera consecuencia de ello es que la tensión Euskadi-Madrid que había con los gobiernos del PNV es historia. Sin el nuevo Estatuto Vasco o la Ley de Consulta de Ibarretxe, ahora las batallas en Euskadi se libran dentro, entre el Ejecutivo de López y las instituciones gobernadas por el partido nacionalista.
La oposición del PNV es un desgaste para el Gobierno vasco. Las dos reuniones mantenidas por Patxi López e Iñigo Urkullu con el fin de normalizar sus relaciones no han servido por ahora para nada. El PNV le reclama incluir en una agenda de trabajo común la reforma del Estatuto y el traspaso de las 36 competencias pendientes. Y el lehendakari se niega con el argumento de que para un cambio estatutario no hay mayoría suficiente y que la negociación de las transferencias con Madrid es cosa de los gobiernos.
AcuerdosTodo esto no quita para que este año haya habido acuerdos de calado, como el pacto de estabilidad para aprobar los presupuestos de 2010 en todas las instituciones y así hacer frente a la crisis. El lehendakari reivindica cada vez que puede que lo suyo es la "transversalidad" y contar con "todos" para "hacer país". Sobre ese discurso, que la oposición no se cree, se basa la constitución, el próximo miércoles, de su consejo de sabios. Entre sus miembros, figuran referentes en el pasado del PNV como José Antonio Ardanza, Josu Jon Imaz y Mario Fernández, hoy al frente de Euskaltel, Petronor y la BBK. El primer cometido de ese Consejo será aconsejar fórmulas para salir de la crisis, otra obsesión de López. El calendario de 2009 cayó ya con una buena noticia: el Producto Interior Bruto (0,2%) volvía a crecer por primera vez desde octubre de 2008.
Desajustes en el EjecutivoUna evolución positiva de la economía puede ayudar a asentarse a un Ejecutivo que no siempre ha dado la impresión de tener las ideas claras: se ha hecho líos con mensajes distintos sobre la construcción del nuevo campo de San Mamés o la financiación del TAV, entre otros. Y también pasó apuros por su gestión en el secuestro del Alakrana. El PP tampoco se lo ha puesto siempre fácil. Primero, presionó durante meses al PSE para arrebatar al PNV la Diputación de Álava, y ahora lo hace con los modelos lingüísticos en la enseñanza.
El director del Euskobarómetro, Francisco Llera, subraya que, aparte de la gestión, "lo más importante es la visualización de que la alternancia es posible". No obstante, cree que para "romper la hegemonía social del nacionalismo" el PSE debe hacer "un mayor esfuerzo" para explicar lo que hace y, sobre todo, "huir de caer en el circulo del debate identitario".
El catedrático de Ciencia Política, Pedro Ibarra, considera que, en realidad, el Gobierno de López no ha hecho "grandes cambios" respecto al de Ibarretxe, más allá de algunos "temas simbólicos". "Por ejemplo, se ve en la política lingüística. No son muy diferentes. [Al PSE] le ha ido bien el discurso de reivindicar la normalidad, la realidad, frente a lo que hacía el anterior Gobierno, pero en el fondo no hay tanto cambio".
Dentro de un año, el PSE tendrá ocasión en las elecciones municipales de valorar cómo le percibe la sociedad vasca y sus posibilidades para llevar su "cambio" más allá de esta legislatura.
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