Este artículo se publicó hace 16 años.
Fallecen 25 inmigrantes en el desierto de Argelia
Intentaban llegar a Europa y murieron de sed tras averiarse su vehículo
Los cuerpos de los 25 inmigrantes africanos fallecidos rodeaban el vehículo en el que viajaban cuando fueron avistados en avanzado estado de descomposición en la parte argelina del desierto del Sáhara. El más alejado se había separado apenas cinco metros del vehículo. Alrededor, sólo se divisaba la explanada de arena en el que se perdieron días atrás, después de una avería.
Los inmigrantes se encontraban en situación irregular en Argelia, al que presuntamente habrían entrado por la frontera sur, lindante con Malí. Los pasos fronterizos de este último país –el tercero más pobre del mundo– son prácticamente inexistentes en su frontera norte, diluida en la inmensidad del desierto.
Los 25 procedían de distintos países y habrían muerto de sed, según Efe, que cita a medios locales. Viajaban con un pasador argelino y su destino era la costa noroeste de Argelia, desde donde pretendían alcanzar España. El vehículo fue hallado en el centro del país, a unos 250 kilómetros de la ciudad de Reggane.
“Con el aumento de la vigilancia, las rutas por mar y tierra son ahora más largas y peligrosas”, explica Juan Rivero, miembro del grupos de estudios africanos de la Universidad Autónoma de Madrid. La solución a largo plazo “pasa por aumentar la cooperación, que nada tiene que ver con el cambio de ‘dinero por control de fronteras’ que dan algunos países”, añade el portavoz de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Mauricio Valiente. “A corto plazo, la UE ha de condicionar su apoyo al cumplimiento de los derechos humanos”.
Hace una semana, Médicos del Mundo denunció que Marruecos había abandonado a 40 personas en la frontera sur con Mauritania, una franja de cinco kilómetros de ancho, minado y que no pertenece a ningún país. La organización sólo encontró a 16 de ellos.
Lucile Daumas, afincada en Marruecos y miembro de la red euroafricana sobre inmigración ATTAC, reivindica una mayor conciencia popular: “Ahora parece normal que mueran decenas de personas intentando alcanzar las costas de Europa o que las maten y torturen las mafias, ejércitos o policías locales”.
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