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Una furtiva lágrima

ERNESTO EKAIZER

Nada más empezar el discurso, es decir, mucho antes de que Zapatero oficialice su secreto a voces, el rostro de una mujer delata que sabe lo que el presidente va a decir en unos pocos minutos. Porque algo más que una furtiva lágrima brotó de sus ojos, los de Trinidad Jiménez. Frente a ella, otra mujer que nada intuye posa su mirada sobre esos ojos y se dice a sí misma: Zapatero va a anunciarlo.

¿Y para este viaje tantas alforjas de misterio preparadas desde la copa de Navidad y, especialmente, en las últimas dos semanas?

El 19 y 20 de marzo trascendió una vez más que el anuncio lo haría en la reunión del Comité Federal del 2 de abril. Tenía sentido. El 28 de marzo, el BOE incluiría el decreto de convocatoria de las elecciones del 22 de mayo. Antes, un anuncio le pondría la alfombra al PP para su previsible campaña de anticipar las elecciones a esa mismo día.

Zapatero, por tanto, quedaría en libertad tras la convocatoria. Pero, al filtrarse la fecha con carácter casi oficial, otra vez asomó el riesgo de una campaña de elecciones anticipadas por parte del PP.

Para frenarla, Zapatero volvió a disfrazarse de maestro del suspense. El lunes, 21 de marzo, pidió a Marcelino Iglesias que lo desmintiera. Iglesias hizo de tripas corazón. 'Como no se ha despejado la mayor, vamos a esperar', dijo, no sin antes aclarar que no 'tenía noticia de que vaya a ocurrir nada extraordinario'. Siempre podría argüir que esa noticia le llegó después.

Iglesias estaba en el ajo desde hacía tiempo. A finales de enero, en una reunión de la que ya hemos dado cuenta en esta columna, explicó a varios eurodiputados, fuera de España, que Zapatero no sería candidato y que anunciaría su decisión antes del 22 de mayo.

La presión favorable de los barones regionales al anuncio tenía una ventaja para Zapatero. Haciendo lo que le pedían, les traspasaba la responsabilidad y, con resultados muy malos, evitaba que su renuncia fuese interpretada como una imposición de las urnas. Anunciarlo después de las elecciones supondría, además, legitimar la petición de generales anticipadas; sería una conclusión lógica. La gestión de su renuncia ha sido tan incompetente que cualquier opción ya era mala. La que ha elegido abre el primer melón, el del próximo candidato a presidente en medio de una campaña electoral inédita. El segundo melón es la secretaría general. Pero no nos anticipemos.

Con la renuncia de Zapatero, no se empieza a escribir una página en blanco. Porque el 22 de mayo tendrán lugar las primeras elecciones tras el estallido de la crisis. Mañana, el paro registrado va a dar un nuevo golpe; el 29 de abril, la EPA del primer trimestre rozará los 4,9 millones de parados. Y hay que estar a la subida de tipos de interés y a un precio del petróleo letal. De salida de la crisis, como habló ayer Zapatero en pasado, nada.

Si, como insinúa Aznar, Rajoy no tiene programa 'claro', el que Zapatero ha tomado prestado de la derecha, ese programa neoliberal que según Zapatero 'cayó' con la crisis financiera, ha desarmado al PSOE y le ha colocado a los pies de los caballos.

Hemos comenzado por las lágrimas de una mujer. 'Hay una mujer en todos los asuntos; cuando me presentan un informe, digo: 'Busquen a la mujer'. Se busca a la mujer y cuando la encontramos... ¿Qué pasa? No tardamos en encontrar al hombre', afirma monsieur Jackal, el jefe de la los detectives de la Sûreté, la policía francesa, en la obra de teatro de Alejandro Dumas Los mohicanos de París. Esa mujer es, en la obra de Zapatero, Sonsoles Espinosa. 'Si no lo decía, le mataba', Aseguran.

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