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Entre dos generaciones

Zapatero trabajaba de interventor del PSOE en un colegio electoral de León el día en que González conquistó el poder.

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En la habitación 110 del hotel Palace por cuyo balcón, con vistas al neurálgico Congreso de los Diputados, se asomaron Felipe González y Alfonso Guerra para saludar a los partidarios que desbordaban alegría en la noche del 28 de octubre de 1982, trabaja ahora el director general del elegante hotel madrileño.

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Entre los inquilinos provisionales de entonces y el actual usuario del cuarto, que asoma sobre el chaflán del emblemático edificio, han transcurrido 25 años. El tiempo de casi dos generaciones, si se considera que "la vigencia" de cada una no dura más de quince años.

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"Una generación actúa alrededor de treinta años. Pero esa actuación se divide en dos etapas y toma dos formas: durante la primera mitad -aproximadamente- de ese periodo, la nueva generación hace la propaganda de sus ideas, preferencias y gustos, que al cabo adquieren vigencia y son lo dominante en la segunda mitad de su carrera. Mas la generación educada bajo su imperio trae ya otras ideas, preferencias y gustos, que empieza a inyectar en el aire público." (José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas).

En 1982, Felipe González se convirtió en el tercer presidente socialista en la historia de España, tras Largo Caballero y Juan Negrín, casi medio siglo después, con una guerra, una dictadura y también una lucha en la clandestinidad de por medio.

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Venía González de la Andalucía olvidada, con 40 años casi recién cumplidos, para gobernar con la edad más joven junto a la monarquía más antigua y más joven de Europa.

Valores absolutos y transversales

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Había entonces objetivos a alcanzar que eran "valores absolutos": consolidar la democracia tras el intento de golpe de Estado de 1981, ingresar de pleno derecho en Europa, salir de la crisis económica, modernizar el país, universalizar la educación, la atención sanitaria y las pensiones...

Fueron las metas y los logros de una generación de socialistas -y no sólo de socialistas- que se mantuvo en el poder durante casi catorce años, prácticamente el periodo íntegro de su "vigencia", en términos orteguianos.

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El 1 de diciembre, cuando Felipe González y Alfonso Guerra vuelvan a encontrarse en el hotel Palace para rememorar una fecha mitológica donde las haya en la historia del PSOE, a su lado estará José Luis Rodríguez Zapatero, el cuarto presidente socialista en la historia de España y el segundo de nuestra moderna democracia, tras un intervalo de ocho años de Gobierno conservador.

El 28 de octubre de 1982, con 22 años y recién licenciado en Derecho, Zapatero pasó la jornada trabajando como interventor del PSOE en León, junto a su amigo José Antonio Alonso, ahora ministro de Defensa en su Gabinete. Los dos participaron activamente en los preparativos de intendencia de la jornada y en la vigilancia de su desarrollo.

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Números heterogéneos

Zapatero, como la mayoría del núcleo fundador de Nueva Vía, el grupo que le aupó al liderazgo del PSOE en el año 2000, pertenece a lo que a comienzos de este siglo -que lo es también de milenio- era una generación bloqueada, política y socialmente: la de los nacidos entre mediados de los años cincuenta y finales de los sesenta, una generación consciente del significado del franquismo, que alcanzó la juventud en los ochenta y que apoyó y vivió el triunfo electoral del PSOE con grandes expectativas -más del 70% de sus integrantes hizo suyos los valores y el proyecto de la generación del 68 y votó socialista en 1982-.

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Frisando los cuarenta, la mayoría seguía sin asumir responsabilidades políticas relevantes y parecían destinados a ser una generación de segundones. Sin embargo, en 2000, aquellos políticos pertenecían a la misma generación de ciudadanos de mediana edad, urbana y moderna, que se había desencantado del PSOE y reclamaba un cambio profundo de su oferta.

Llegó Zapatero de una pequeña ciudad de provincias, en la Castilla vilipendiada y olvidada, a gobernar una España distinta, moderna y mucho más compleja, en la que ya apenas quedan -si se exceptúa la extirpación definitiva del terrorismo- valores políticos absolutos que sean transversales, sino números heterogéneos: integración de los inmigrantes, igualdad de derechos para las mujeres, matrimonio entre homosexuales, cambio climático...

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Tanto González como Guerra rechazan que el XXXV Congreso en el que Zapatero resultó elegido líder del PSOE fuera una suerte de segundo Suresnes, el congreso en que ellos tomaron el control del partido en 1974. Pero fue el propio ex presidente quien, pocos meses después de perder las elecciones frente a José María Aznar, el 8 de julio de 1996, dijo ante la Ejecutiva del PSOE : "Quizá haga falta un nuevo Suresnes".

Aunque el congreso socialista de Suresnes se ha analizado desde muchas perspectivas, Alfonso Guerra sostiene que quizás la más importante es una que nunca se ha hecho observar: "Después de 40 años sin libertad, ninguno de los partidos que habían luchado en España contra la dictadura podía certificar que el día que llegara la democracia pudieran sobrevivir. Suresnes confirmó que el PSOE sobreviviría. Fue el punto de confirmación de que 40 años no habían borrado lo que significa el socialismo en España".

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Visto en esa perspectiva, el XXXV Congreso fue tan sólo una convención doméstica. Pero hubo un cierto paralelismo de renovación generacional, que ha afectado no sólo al PSOE, sino al conjunto de la política española, que ha jubilado a González con 55 años y a Aznar con 51 recién cumplidos.

La ‘cosecha del 82'

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Pocos, muy pocos, diputados de la cosecha del 82 quedan en activo con escaño en el Congreso. Son 17, de los cuales 14 son socialistas: Alfonso Guerra, Manuel Marín, José María Benegas, Joaquín Leguina, José Acosta, Francisco Fernández Marugán, Teresa Cunillera, Javier Barrero, Victorino Mayoral, Jordi Marsal, Ángel Martínez Sanjuán, Carmen Hermosín, Álvaro Cuesta y Jesús Caldera.

Completan la lista de esta quinta Josep Antoni Duran Lleida (UDC), Ignacio Gil-Lázaro (PP) y Luis Mardones, que militó en UCD antes de engrosar el nacionalismo canario.

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Pero sólo Guerra y Marín estuvieron en la legislatura constituyente de 1977 y únicamente Guerra ha mantenido desde entonces su escaño de forma ininterrumpida.

De los socialistas, sólo Caldera, Cuesta y Hermosín pertenecen a la actual dirección del PSOE, y únicamente el primero es ministro. Zapatero, al igual que Mariano Rajoy, fue elegido por primera vez en 1986. Pero, cuando ocupó el despacho de secretario general del PSOE, colgó en una pared un retrato del fundador del partido, Pablo Iglesias, y un póster de la campaña de Felipe González en 1982, con el lema "Por el cambio".

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