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Giros y contorsiones

JOSÉ LUIS DE ZÁRRAGA

Algunos políticos socialistas han hecho un análisis marxista -de Groucho Marx- del resultado electoral. La pérdida de votos del PSOE no se debería a un giro de sus políticas a la derecha, sino del giro de los electores a la derecha. Lo que se habría movido no es el partido, sino el electorado. No cabe duda de que es una explicación ingeniosa y tiene una virtud lenitiva ante el malestar de las responsabilidades políticas. ¿Qué podemos hacer nosotros, partido de izquierdas, si los electores se vuelven de derechas?

Pero hay que decir que, en el espacio izquierda-derecha, los que se mueven son los partidos, no los electorados. El electorado -es decir, los ciudadanos en su conjunto- evoluciona, sin duda, pero con un ritmo que no es el de las convocatorias electorales sino el de los procesos de cambio en la ideología social. Para probar que una sociedad está cambiando en sus principios ideológicos, en qué sentido y con qué intensidad, hay que observar sus actitudes, sus valoraciones, sus posicionamientos. Explicar el voto por la derechización de la sociedad es una petición de principio, porque lo único que prueba esa supuesta derechización es el voto. Y, fuera del voto, no hay muchos indicios en la evolución reciente de las actitudes políticas, económicas o morales que pruebe que la sociedad española sea hoy más de derechas que hace tres años.

En el espacio izquierda-derecha, los que se mueven son los partidos, no los electorados 

De lo que sí hay indicios sobrados es del alejamiento del Gobierno socialista de su base social durante estos tres últimos años, de la pérdida de contacto y comunicación con esa base -que en su mayor parte está constituida por el electorado de izquierdas- y de su enajenación. Los Publiscopios de este diario y muchas otras encuestas prueban que el Gobierno socialista ha ido perdiendo respaldo en su propio electorado por las políticas que ha ido haciendo y no porque la gente haya sufrido una epidemia de derechización. Por supuesto, también ha perdido, en primer lugar, el voto centrista, que es mucho más lábil por su indefinición ideológica; ese voto ya hace tiempo que migró al PP, en cuanto se impuso la idea de que Zapatero estaba gestionando mal la crisis y con ello la agravaba.

La atención, sin embargo, no debe fijarse en la conducta de ese voto flotante, sino en la del voto propio. Los partidos pierden el voto flotante que han captado en su periferia ideológica cuando se debilita la adhesión del voto propio. Cuando los votantes que constituyen la base social de un gobierno no se sienten identificados con su política y no pueden argumentarla y defenderla, los primeros que abandonan a ese gobierno no son ellos, sino los votos adventicios, los que ha atraído en el pasado con una gestión afortunada o un discurso convincente.

Cuando un partido de izquierdas gira a su derecha no gana votos de electores de derechas, pierde los votos de electores de izquierdas. Es un mito -tanto para la izquierda como para la derecha- eso de que hay que centrarse para captar electores. A los electores de eso que se llama 'centro' se les capta haciendo una política coherente y acorde con la propia identidad (y, claro está, obteniendo resultados positivos con ella). Tanto para los gobiernos de izquierdas como para los de derechas, el beneficio de una política moderada, que soslaye posturas que la sociedad perciba como demasiado radicales -que es a lo que se alude cuando se habla de 'centrarse'- no está en los votos ajenos que atrae, sino en los votos en contra que evita, inhibiendo la oposición y desmotivando la movilización de sus electores.

El Gobierno ha hecho políticas de derechas, y por ello ha perdido votos de su electorado 

El Gobierno socialista ha hecho políticas de derechas durante estos últimos dos años, y por ello ha perdido los votos de su electorado. Otra cuestión distinta es si podría haber dejado de hacer las políticas que ha hecho. O si podría haber hecho otras políticas. Pero negar que esas políticas representaban un giro a la derecha es negar evidencias y no conduce a nada. Como viene a decir Lakoff en la entrevista que publicaba este diario anteayer, cuando un Gobierno de izquierdas se ve forzado a hacer políticas de derechas, tiene que explicarlo. Y lo peor que puede hacer es decir que esas políticas, que a todos parecen políticas de derechas, son políticas de izquierdas. Muchos de sus votantes pensarán: 'Si esto son políticas de izquierdas, a mí que me borren'. En estas elecciones, muchos electores de izquierdas han dejado de votar al PSOE, no porque se hayan hecho de derechas, sino precisamente porque seguían siendo de izquierdas y no podían reconocer como propias las políticas que había hecho el Gobierno socialista.

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