Este artículo se publicó hace 14 años.
Hombres y feministas
Aún son minoría los varones que se implican en la lucha por la igualdad
A veces, les llaman para participar en tertulias de televisión. Son los elementos exóticos. Hombres feministas. Una minoría en una sociedad donde nadie puede presumir de machista en público, pero en la que los hombres que luchan activamente por que el 50% de la población tenga los mismos derechos que ellos siguen siendo una excepción.
Implicarse en la causa saharaui o la batalla contra el cambio climático exige un esfuerzo, pero es más sencillo combatir la injusticia desde la distancia. "Sin embargo, para acabar con el machismo, hay que cambiar la sociedad y eso pasa por tu propia transformación", argumenta Miguel Lorente, delegado del Gobierno contra la Violencia de Género y autor de Los nuevos hombres nuevos (Destino). "Una cosa es denunciar un problema y otra implicarte en una lucha en la que tú eres parte del problema", añade.
"Luchar por la equidad implica perder privilegios", apunta Carlos Lomas
Buscar la equidad con las mujeres te hace replantearte tu vida y, además, ser coherente desde que te levantas, porque convives con mujeres. "Los hombres solemos pensar en términos económicos de beneficio y pérdida. Luchar por la equidad implica perder privilegios que tenemos por el mero hecho de haber nacido hombres", apunta Carlos Lomas, autor de ¿El otoño del patriarcado? (Península).
"Hay que luchar por los derechos de la mujer porque es hacerlo por los derechos humanos. Pero también porque el modelo de masculinidad tradicional nos perjudica", añade Lomas. "Entre otros, nuestras conductas de riesgo explican que seamos el 93% de la población carcelaria, que suframos mayor fracaso escolar y que vivamos menos años".
Ganancias "emocionales"El 91% de las excedencias para el cuidado de hijos aún las piden mujeres
El discurso de la igualdad no llega a los hombres porque no propone "ganancias tangibles", insiste Antonio García Domínguez, fundador de Ahige (Asociación de Hombres por la Igualdad de Género). "No tenemos derechos legales que reclamar, pero debemos entender que sí podemos ganar mucho en el terreno de lo personal y emocional".
En este sentido, José María Galdo Gracia, miembro de Hombres por la Igualdad de Aragón, invita a sus compañeros a asumir el papel de cuidadores, no sólo de los hijos, sino también de padres y abuelos. Ver que un hombre se implica en esta parcela es una de las mejores "pruebas del algodón". Y el dato es elocuente: durante los nueve primeros meses de 2009 se tramitaron 32.038 excedencias para el cuidado de los hijos u otros familiares. El 91,4% fue solicitado por una mujer.
Hay muchas otras maneras de desenmascarar a un feminista de boquilla. "Nos gusta llevar a los niños al colegio y hacer la compra, tareas que se ven. Pero no limpiamos el baño ni bajamos la basura", dice Galdo, a modo de ejemplo. García añade "poner la lavadora", algo que suelen evitar los mismos hombres que presumen de cocinitas.
El neomachista "cambia para permanecer igual", según Lorente
Lorente va más allá al describir cómo el neomachista "cambia para permanecer igual", para seguir siendo el más valorado de la manada. "Si ve que obtiene reconocimiento social haciendo unas tareas, las hará". Y se encargará de promocionarlas. Otra cosa es cómo se comporte en casa y sus ramalazos machistas, que nunca reconocerá.
"El hombre sabe que tiene el poder, aunque no lo use. La percepción de que puede hacerlo en cualquier momento le da seguridad. Es algo que se ve cuando dicen: Tú de eso no entiendes. Tras esa frase no hay violencia, pero sí desigualdad. Esconden un yo tengo claves que tú no conoces y no te voy a explicar", analiza el delegado contra la Violencia de Género.
Cuestionar esas actitudes prepotentes puede provocar estallidos de cólera. "En las relaciones de pareja aún hay hombres que demuestran su autoridad con un puñetazo en la mesa, pero no se ven a sí mismos como machistas", critica Galdo. Por todo ello, los feministas dicen entender que despierten recelos entre las asociaciones de mujeres. "Comprendo su cautela ante algunos hombres que ocupan espacios académicos y políticos gracias a su discurso de la equidad, pero de ahí al prejuicio indiscriminado hay un trecho", sostiene Lomas.
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