Este artículo se publicó hace 14 años.
El ideólogo de la España moderna
Aniversario. Manuel Azaña, el último jefe de Estado elegido democráticamente, murió en 1940 en Francia, acosado por los nazis, como el símbolo del dolor republicano. Los partidos de izquierda renunciaron durante la Tr
España, la tierra de las negligencias lamentables, ha sido también el pueblo de los aciertos insuperables: supo elegir su presidente". El poeta Antonio Machado dejó escrita en 1939 esta frase en el prólogo del libro de discursos de Manuel Azaña Los españoles en guerra. Un año después, refugiado de la Gestapo, el último jefe de Estado democráticamente elegido fallecía el 3 de noviembre en Francia.
Su féretro cubierto por la bandera de México la republicana fue prohibida por la Francia colaboracionista con Hitler fue enterrado en el cementerio de Montauban donde ni una mísera placa del Gobierno español reivindica su nombre. "Es lamentable y penoso que no haya un simple busto en el Congreso que homenajee a uno de los mejores oradores de esa cámara", reprocha el autor de Ciudadano Azaña (Península), Miguel Ángel Villena.
La memoria que pervive entre los españoles del fundador de Izquierda Republicana roza la diseñada por los golpistas. "Se habla de su hipotético radicalismo anticlerical cuando se trata de la persona más dialogante de la etapa republicana. Es el político más racional del proyecto reformista que vivió España", señala el presidente de la Asociación Manuel Azaña, Isabelo Herreros.
"Su valor reside en que nunca aspiró al poder"
Si algo escuece a los expertos en la figura del ex presidente de la República es la reinterpretación que la derecha ha hecho de su obra para justificar el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Uno de los biógrafos de Azaña, el historiador Santos Juliá, reivindicó en una artículo en El País el dolor de Azaña por las muertes provocadas en agosto de 1936 por los milicianos en el asalto a la cárcel Modelo para afirmar: "Las matanzas en el bando antifranquista durante la Guerra Civil no fueron de los republicanos, sino de los partidarios de una revolución social que, de haber triunfado, también hubiera supuesto el fin de la República".
Revisionismo de AznarEl colmo del revisionismo republicano lo alcanzó el ex presidente del Gobierno, José María Aznar, que reivindicó su nombre en más de una ocasión para envolver al PP de un barniz ideológico de derecha moderada liberal. "Es cierto que se ve desbordado por los radicalismos y que le repugnan los ejercicios de violencia pero no tiene ninguna duda moral del proyecto republicano y, aunque a veces piensa en dimitir, siempre reivindicó que no se metiera en el mismo saco a verdugos y víctimas", analiza Villena.
"Es muy triste que el Estado no lo reconozca"
La memoria de Azaña y de su partido, Izquierda Republicana, fue secuestrada en la Transición. Pese a que su base militante fue arrasada en el franquismo gran parte de sus diputados, alcaldes y concejales fueron fusilados, en 1977 habrían podido obtener representación en el Parlamento. Sin embargo, los herederos de la dictadura fascista junto con la izquierda del PCE y el PSOE prohibieron a los partidos republicanos su legalización, por lo que no pudieron presentarse a las elecciones generales que conformaron el Parlamento que diseñó la Constitución de 1978.
"Es muy triste que el Estado no lo reconozca, porque no se trata sólo de un político excepcional, sino que fue un gran intelectual que llegó a ser Premio Nacional de Literatura", explica Herrero. "Su valor reside en que nunca aspiró al poder. De hecho, llegó a ministro en 1931 con 51 años. De ahí procede su integridad moral. Muchas de sus reformas se han alcanzado en la democracia formal actual, pero creo que falta mucho por recorrer en cuanto a su proyecto de regeneración democrática", concluye Villena.
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