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Otro instituto modifica sus normas para vetar a Najwa

El centro de primera elección cambió ayer su reglamento y prohibió el hiyab. La familia de la menor cede y acepta cambiarla de centro para que mantenga el pañuelo sin perder el curso

DANIEL AYLLÓN

Najwa Malha ha recibido un nuevo portazo de un centro educativo. Tras ser sancionada por el Instituto Camilo José Cela, de Pozuelo de Alarcón (Madrid), por acudir a clase con hiyab, su familia pretendía matricularla en el San Juan de la Cruz, a escasos 500 metros. Pero el Consejo Escolar del nuevo centro votó y aprobó, de urgencia, cambiar el reglamento interno para prohibir la asistencia a clase de los alumnos con la cabeza cubierta. Este impedimento prohibirá la entrada de chicas musulmanas que, como Najwa, acudan a clase con hiyab o cualquier prenda que les tape el cabello.

Sin embargo, Najwa no renunciará al pañuelo. Para mantenerlo y poder seguir con las clases de 4º de ESO, su familia presentó la solicitud de baja de la menor en el Instituto Camilo José Cela, de Pozuelo de Alarcón (Madrid), y el traslado a otro centro, sin especificar cuál, en el mismo municipio. La posibilidad de asistir con pañuelo era el principal requisito de la familia.

La Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid aceptó la solicitud de inmediato y Najwa comenzará hoy las clases en el IES Gerardo Diego. El centro permite en su reglamento interno de convivencia el uso del pañuelo en las aulas. De hecho, en este curso, 'hay alumnas que asisten a clase regularmente con él', explicaron fuentes de la Consejería de Educación madrileña.

El Gobierno regional acepta 'las decisiones que tomen los centros dentro de su autonomía', pero mostró su disconformidad por las formas en las que ha procedido el San Juan de la Cruz. Fuentes de la consejería avanzaron que aprobarán una resolución para que, a partir del próximo curso, los reglamentos internos de todos los centros educativos no se puedan modificar durante el curso, en los criterios que afecten a la escolarización.

Al nuevo centro asisten varias chicas que van a clase con hiyab

La Comunidad de Madrid descartó que la chica pudiese obtener el título de ESO (en la actualidad cursa 4º) acudiendo al instituto únicamente para realizar exámenes de evaluación. 'Si quiere examinarse, tendrá que acudir obligatoriamente a clase', insistieron fuentes de Educación.

Hoy ha sido el primer y último día desde que se desató la polémica en el que Najwa compartió la actividad escolar con sus compañeros del IES Camilo José Cela sin problemas. Fue posible debido a que el centro tenía programada una excursión. Fuera del recinto del instituto, no existen normas que prohíban llevar prendas como gorras, velos o pañuelos. La joven acudió con la cabeza cubierta con el pañuelo y oculta bajo la capucha del abrigo.

Hoy, sus antiguos compañeros de clase tienen un examen. En el caso de que no se hubiese aceptado el traslado de la chica, su familia aseguró que la chica acudiría a la evaluación. 'No sabemos qué hará después el centro: si le dejarán, si hará el examen en otra aula, si le sancionarán con una falta grave...', detallaba el portavoz familiar antes de conocer la noticia del cambio.

El traslado no frenará los trámites legales que había iniciado la familia para denunciar el trato discriminatorio que, a su juicio, Najwa ha sufrido en las últimas semanas. La defensa de la familia continuará con las reclamaciones que iniciaron la semana pasada contra su antiguo instituto y la Comunidad de Madrid.

La familia de la menor mantiene las denuncias al instituto de Pozuelo

La chica se puso por primera vez el pañuelo hace dos meses y, tras ser apercibida por el instituto hace un mes, siguió acudiendo con la cabeza tapada. Durante este tiempo, se la ha expulsado y apartado de sus compañeros. La última semana ha estado de baja por una crisis de ansiedad y no ha asistido a clase.

En Catalunya, la consejera de Acción Social y Ciudadanía de la Generalitat catalana, Carme Capdevila, lamentó que la madre de la alumna acudiese al instituto para darla de baja y consideró que llevar pañuelo no es 'ofensivo' para los demás alumnos', informó Europa Press. 'No me parece bien que tenga que cambiar de instituto', dijo la consejera, que señaló que en Catalunya se han dado 'poquísimos' casos de conflictos entre familias y centros educativos por llevar pañuelo. Catalunya es la comunidad autónoma con más alumnos musulmanes (34.392), seguida de la Comunidad de Madrid (26.247), según la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE).

NAZANÍN AMIRIAN, analista política

El atuendo que nació para desafiar el severo clima de los desiertos, pronto se llenó de matices, señalando el estatus social de los individuos y su pertenencia al grupo. Mientras, se jerarquizó el cuerpo. La cabeza se identificó con el honor y el poder. Las partes bajas (los genitales), con los deseos, siempre destructivos, por lo que se decidió ocultarlas, e incluso regular aquello que en el inconsciente podría recordar “lo prohibido”: el vello que adorna la cabeza y las axilas. El maniqueísmo moral había nacido: a más exhibición de la melena, menos castidad. La cabellera de la mítica Lilith, la mujer insumisa y desnuda, y por ende, la ramera, era la seña de la sexualidad desinhibida. Las religiones semitas –el judaísmo, el cristianismo y el islam–, santificaron dichas creencias, y en su afán de controlar a sus fieles, redujeron su espacio de libertad de tal modo que regularon hasta el color de su ropa. La prenda visibilizó los roles: ella, responsable de la sexualidad del hombre, con falda larga y el velo, destinada al hogar. Él, llevaría los pantalones, administrando el poder.La Biblia (Cor.11) mandó que la mujer tenga una “señal de la autoridad del hombre” sobre su cabeza, y el Corán (24:59), desvinculó el velo de la rectitud religiosa, para unirlo a la demanda sexual del varón, permitiendo a las mujeres “que han llegado a la menopausia”, a deponer sus velos y, de paso, consolidar su estatus legal: siempre estará bajo la tutela del varón. A los ocho años, cubrirá su cabeza y será tratada, civil y penalmente, como una adulta. Hoy este modelo de mujer, súbdita de segunda categoría, es la imagen de la sociedad diseñada por la ultraderecha religiosa. El velo refleja el miedo: el de un hombre despojado de su rol tradicional; el del clero a perder su influencia; el de unas niñas, temerosas a manchar la honra de la familia o de caer en el fuego del infierno.

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